El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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Teorías del valor y la distribución una comparacion entre clásicos y neoclásicos

Fabio PETRI   Esta obra, traducida por UNM Editora, ha sido originalmente editada en Italia con el título: “Teorie del valore e del...

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12 ene 2020

La hegemonía mundial sigue siendo de Estados Unidos


 Los economistas Matías Vernengo y Eduardo Crespo. "El 60 por ciento de las reservas mundiales están en dólares", indican.


Los economistas Matías Vernengo y Eduardo Crespo son una referencia obligada en la heterodoxia argentina. Crespo es Licenciado en Ciencias Politicas y Economía de la UBA, Master en Economía y doctor en Economía de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. Por su parte, Vernengo es doctor en Economía de la New School for Social Research, Profesor en el Departamento de Economía de la Bucknell University (Estados Unidos). Ambos estuvieron en la ciudad de Santa Fe disertando en una Jornadas organizadas por el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNL-Conicet. Cash aprovechó la ocasión para conversar con ellos de diversas cuestiones económicas y geopolíticas.

Las modificaciones en el mapa de poder mundial (retroceso relativo de Estados Unidos, ascenso chino), ¿supone un riesgo para la supremacía estadounidense? En otras palabras, ¿hay una crisis hegemónica como postulan algunos autores?

- Eduardo Crespo: La hegemonía en sus múltiples dimensiones (financiera, tecnológica, militar) continúa siendo estadounidense. En lo monetario-financiero, su supremacía está años luz de cualquiera: el 60 por ciento de las reservas mundiales están en dólares. En el plano tecnológico, los chinos avanzaron mucho pero están muy lejos de disputar hegemonía. También registraron avance en el terreno militar, por ejemplo instalaron bases en territorio africano. Sin embargo, mientras que Estados Unidos dispone de doce flotas militares distribuidas por todo el mundo, China apenas cuenta con dos. La fuerte inversión china en este terreno hace presuponer que puedan tener siete u ocho de acá a diez años, pero falta mucho para eso. Un aspecto que me parece importante es que estas cuestiones no hay que pensarlas solo en términos nacionales. La mitad de la población estadounidense no registra mejoras en sus ingresos desde hace cuarenta años. Ahora, las multinacionales, firmas tecnológicas de origen estadounidense y Wall Street lideran casi todo. Es decir que la supremacía de Estados Unidos beneficie a sus empresas no implica que lo mismo ocurra con una importante porción de sus ciudadanos.

- Matías Vernengo: Comparto esa mirada. Estados Unidos tiene varios problemas que resolver pero no existe una crisis hegemónica. No hay ningún contendiente suficientemente fuerte en términos militares, monetarios o industriales. La participación estadounidense en el Producto y las exportaciones globales viene cayendo pero continúa siendo el principal mercado mundial. Su participación relativa en el consumo global es aproximadamente del 25 por ciento, con el 4 por ciento de la población mundial. También retiene la moneda global y el liderazgo industrial en sectores de punta, lo cual queda claro si se analiza, por ejemplo, el listado de las empresas tecnológicas más importantes. La conformación de las cadenas globales de valor fue una decisión estadounidense. Fueron sus líderes los que dijeron vamos a producir las computadoras y los celulares en China y Taiwan. Si no hubiera abierto Nixon el mercado chino, Steve Jobs no podría haber relocalizado parte de su producción allí. Allí hubo una decisión de disciplinar a su propia clase trabajadora.

¿El triunfo de Trump supone algún cambio en el orden imperial?

- Matías Vernengo: Las posibilidades de triunfo de Trump crecieron cuando Hillary Clinton se impuso en la interna demócrata. El discurso de campaña de Hillary resaltaba los “logros” económicos obtenidos durante el gobierno de Bill Clinton. El problema es que el crecimiento económico de ese período no benefició a todos por igual. En cambio, Trump sintonizó con dos creencias (una verdadera y otra falsa) de la clase trabajadora local: 1) la idea (a mi criterio correcta) de que los tratados de libre comercio fueron perjudiciales porque incrementaron el desempleo y destruyeron empleos industriales. 2) la identificación de los inmigrantes como principales responsables de todos los problemas económicos (desempleo, reducción salarial). Esa idea es falsa pero está muy extendida. La evidencia empírica desmiente ese prejuicio. Lo que ocurre en realidad es que los inmigrantes terminan trabajando en aquellos ocupaciones que los norteamericanos rechazan. Trump supo aprovechar el malestar que genera el orden neoliberal. En el centro del capitalismo global, la economia estadounidense crece a tasas más bajas, cae el empleo industrial y empeora la distribución del ingreso. La baja movilidad social genera una incongruencia con una sociedad que se vanagloria del famoso “sueño americano”. El neoliberalismo es un proyecto destructivo, es una decisión política que implica la construcción de un Estado “fallido”. Esto no implica que el neoliberalismo haya fracasado. Al contrario, el objetivo fue subvertir las instituciones creadas durante la Era Dorada del capitalismo. Lo cierto es que Trump no implica ninguna resistencia al orden neoliberal (como sí lo podría expresar Bernie Sanders) porque sus políticas no implican una mejora del bienestar popular. Por ejemplo, redujo los impuestos a las corporaciones y a las personas de mayores ingresos, se opuso al aumento del salario minimo.

China y Rusia

Más allá de la persistencia de la hegemonía de Estados Unidos, el tablero mundial está cambiando de la mano de otros actores que contrapesan ese poderío (China, Rusia) ¿Cuál es el impacto de esas redefiniciones en la periferia?

- Eduardo Crespo: La aparición de nuevos actores amplían el margen de negociación, abre nuevas posibilidades. En la actualidad encontramos, por ejemplo, países africanos que crecen utilizando patentes chinas. Esto siempre fue así en la historia mundial. La competencia interestatal crea oportunidades. Por caso, los estados desarrollistas del sudeste asiático son un subproducto de la revolución china.

- Matías Vernengo: Claro. El desarrollo de esos países fue resultado de que los norteamericanos pierden China, se desesperan y buscan armar un cordón de seguridad para evitar el avance comunista. En otras palabras, es un desarrollo “por invitación” de Estados Unidos. Por ejemplo, el gobierno estadounidense decide comprarle camiones a Toyota (que estaba a punto de quebrar) para trasladarlos a Corea. Le transfiere tecnología, le garantizan la demanda. Además del ascenso de China, el reciente reordenamiento del mapa mundial incluye la reaparición de Rusia (de la mano de Vladimir Putin) como contrapeso de la hegemonía estadounidense. Hasta principios de este siglo, la política rusa había sido funcional al orden neoliberal. Eso implicó, entre otras cuestiones, la destrucción de sus propias capacidades productivas y tecnológicas. El reposicionamiento ruso implica límites concretos a la estrategia estadounidense en, por ejemplo, Venezuela o Siria.

Estado desarrollista

En ese marco ¿cuál es el espacio para un proyecto desarrollista en la periferia, en general, y en la Argentina, en particular?

- Matías Vernengo: El espacio es limitado pero las condiciones geopolíticas (tasas de interés internacionales muy bajas, la irrupción de China y Rusia que ya mencionabamos) aumentan las posibilidades de llevar adelante ciertas políticas de fomento industrial en la periferia. Es posible articular un estado desarrollista que fomente el cierre de algunas brechas tal como lo hicimos en la era dorada del modelo industrial. Es posible avanzar en la producción de satélites, biotecnología, autos eléctricos, baterias de litio. Esto permitiría solucionar algunas cuestiones básicas aunque no se alcancen los niveles de consumo de la clase media de los países desarrollados. El objetivo alcanzable no es ser Japón o Corea del Sur pero, por ejemplo, es un absurdo que en Argentina haya gente que pase hambre. Cuando uno piensa en un Estado desarrollista a veces piensa en grandes temas, pero también implica tener una burocracia eficiente y eficaz que sepa planificar cosas básicas. El problema más complejo es que las elites locales juegan en contra. Ellos quieren disfrutar de patrones de consumo de los países desarrollados, viajar a Miami todos los años y ese tipo de cosas. Ahí la cosa se complica porque esa lucha de clases internas te limita una política de desarrollo. El problema es que el destino de esas elites está disociado de lo que pasa en el territorio.

- Eduardo Crespo: La desconexión de las elites es un problema muy grave. Para dar un ejemplo actual de Brasil. El ministro Guedes está desfinanciando las universidades públicas porque, entre otras cosas, su hermana es una de las dueñas de las universidades privadas más importantes.

- Matías Vernengo: Lula amplió derechos en ese terreno con la creación de nuevas universidades y la asignación de cupos a la población más vulnerable. A partir de allí, la clase media-alta profundizó la tendencia a irse a las universidades privadas y al extranjero, retomando una tradición de larga data porque las elites brasileñas solían ir a estudiar a Portugal. No era un problema para ellas que no existieran casas de altos estudios en Brasil. En realidad, la universidad pública es muy nueva: la primera (la de Rio de Janeiro) es de los años 30 del siglo pasado. En otras palabras, a las elites no le importan que destruyan la universidad pública.
El problema es que actores conformarían, además del Estado, una coalición de poder que sostenga un proyecto desarrollista. Cuando se habla de estos temas surge, por ejemplo, el rol que debería jugar la mítica burguesía nacional.

- Eduardo Crespo: La patria de los sectores capitalistas en América latina es el dólar y Wall Street. Eso dificulta la conformación de una coalición de poder. En la coyuntura argentina, la existencia de una crisis profunda tal vez permita un margen de negociación con algunos sectores. Más allá de eso, el Estado debe liderar esa coalición de poder. Lo poco que hubo de Estado desarrollista en América Latina (Argentina, Brasil, México) nunca tuvo a los capitalistas de tu lado. El desarrollo brasileño fue más producto del Ejército que de la burguesía paulista.

- Matías Vernengo: El rol estatal es fundamental. Para mencionar un ejemplo concreto. El Estado argentino tiene que fijar las reglas que la acumulación financiera sea en moneda local, tal como fue en el caso brasileño. La dictadura militar brasileña creó un mercado de capitales en moneda doméstica. A pesar de que en algún momento sufrieron un proceso hiperinflacionario, la elite local continúa sin ahorrar en dólares. Eso no fue por una cuestión cultural sino porque hubo políticas de Estado que los obligaron a invertir en moneda doméstica.

La hipocresía de la ortodoxia

A pesar de los problemas teóricos y prácticos, la economía ortodoxa continúa gozando de una fuerte preeminencia académica. ¿Cuál sería la explicación de ese aparente contrasentido?.
- Matías Vernengo: ¿Por que hay un período histórico (entre las décadas del '30 y el '70 del siglo XX) en que se repiensa la economía? Porque aparece una capacidad contestaria que genera un espacio intelectual para repensar cuestiones ligadas a la economía, el desarrollo. El marginalismo perdió el debate económico en las denominadas Controversias del Capital, tal cual lo reconoce el propio Samuelson. Y sin embargo no pasó nada. Eso constituyó un sistema que yo llamo de hipocresía organizada. Hay un texto de Paul Krugman que dice que, en los años ochenta, todos sabían que era necesario escribir las ideas adaptadas al modelo de expectativas racionales. Él reconoce que eso era ridículo, que los resultados eran absurdos, pero que era la única forma de poder publicar. Era la forma de ingresar al sistema. La hipocresía organizada es eso: una teoría económica que saben que no funciona, pero que igual la defienden. La regla vigente es que los premios se los llevan los economistas que te dicen que los mercados funcionan.

- Eduardo Crespo: La teoría del equilibrio general no cierra y ellos lo saben. Suena medio crudo decirlo pero así es. El predominio académico de la ortodoxia no tiene que ver con otra cosa que con relaciones de poder. En los últimos años no hay más debate económico en la academia. Lo único que se plantea son meras cuestiones económetricas. 

Original: Cash

14 nov 2018

Carlos Medeiros en la Universidad Nacional de Moreno



Posteamos la presentación del 7 de noviembre del Profesor Medeiros de la Universidad Federal de Rio de Janeiro en el Seminario de Economía Política Internacional de la UNM . Su exposición se referió a los procesos de desarrollo Chino y la situacion internacional de EEUU y los países periféricos.

















5 oct 2015

El verdadero problema




Por Matías Vernengo *

El comité de mercado abierto de la Reserva Federal, el banco central estadounidense, decidió por mayoría de votos (hubo un disidente) en su última reunión mantener la tasa de interés básica en casi cero (0,25 por ciento). La principal razón aludida en el informe de prensa fue la situación internacional incierta. En sí misma la razón es una novedad, una vez que, por lo general, solamente las condiciones internas de la economía estadounidense son tomadas en cuenta. Y, si bien hay razones de sobra para preocuparse con la situación internacional, con la desaceleración china y la interminable crisis europea, los problemas internos de la economía estadounidense no deben ser minimizados. Aunque varios economistas conservadores, por ejemplo Martin Feldstein quien comandó el Consejo de Asesores Económicos de Ronald Reagan, han sugerido que la economía está en pleno empleo, lo cierto es que el mercado de trabajo sigue relativamente endeble.

La tasa de desempleo oficial es de 5,1 por ciento. Pero, medidas más amplias que incorporan a los trabajadores desalentados que abandonaron la búsqueda de empleo y a los que trabajan menos horas de lo que estarían dispuestos, indican que el desempleo se ubica por encima del 10 por ciento. Ese número condice con el relativo estancamiento de los salarios, y sugiere que la situación laboral estadounidense es mejor, pero no demasiado, que la europea.

El desempleo más elevado de lo que los números oficiales sugieren, los salarios estancados, la casi imposibilidad de aprobar un aumento del salario mínimo en el congreso dominado por los republicanos, componen un panorama en el cual el riesgo de inflación es muy bajo. A esa situación, contribuyen la lenta recuperación después de la crisis de 2008 y la caída de los precios de las commodities, en particular del petróleo.

La presión para el aumento de la tasa de interés no parece estar, a pesar de la retórica, en un peligro inflacionario. La política monetaria, como había notado Keynes, no sólo afecta el nivel de actividad y, por medio de la presión en el mercado de trabajo y del poder de negociación de los trabajadores, los salarios y los precios. También tiene efectos distributivos directos. Y ésa es la razón de los crecientes reclamos de los mercados financieros por lo que ellos denominan la normalización de la política monetaria. Tasas de interés más altas se traducen en mayor remuneración para el capital y los rentistas.

Un aumento de la tasa de interés, es importante notar, seria gradual, y es de esperar que su impacto sobre los mercados financieros internacionales no sería catastrófico. Por cierto reforzaría los flujos de capital hacia Estados Unidos, y pondría más presión sobre las monedas de los países periféricos, que ya están en proceso de devaluación. Pero el peligro de aumentar la tasa de interés del punto de vista de sus consecuencias domésticas es más grave. No tanto porque el aumento de la tasa de interés pueda tener un efecto dramático sobre el nivel de actividad doméstico. Del mismo modo que las tasas bajas han sido insuficientes para sacar a la economía de la crisis, no hay porque creer que un aumento gradual conllevaría a un empeoramiento serio de la situación económica.

El problema es que las tasas bajas cumplen un papel crucial que no es comprendido por los economistas conservadores. Keynes señalaba que las tasas bajas, lo que él llamaba la eutanasia de los rentistas, permitían la expansión del gasto público en bases sostenibles. El gobierno podría tomar prestado a tasas bajas, gastar, aumentando los déficit y la deuda, pero permitiendo la recuperación de la economía, y por lo tanto sus ingresos y la capacidad de pagar. Los críticos de la política de tasas de interés cero parecen no entender que el objetivo no es tanto que la tasa por el piso permita la expansión del crédito, algo que solo ocurriría con la recuperación de la propia economía, sino permitir la expansión del gasto fiscal.

Como decía Marriner Eccles, gobernador de la Reserva Federal durante los años 30 y 40, hacer política monetaria en una crisis como la de 2008 es como empujar con una cuerda. El riesgo, entonces, es que además de los problemas políticos para la expansión fiscal enfrentados en el plano legislativo, el gobierno tendría que tomar prestado a tasas más altas. Esto pone más trabas a la débil recuperación estadounidense, y esta, y no tanto la desaceleración china, es el problema central de la economía global.

* Profesor titular de Bucknell University y de la Maestría en Desarrollo Económico de la Universidad Nacional de San Martín (MDE-Unsam).

original : Pagina 12

17 ago 2015

China: Competitividad no-precio

 

 

 


Por Alejandro Fiorito *

Las recientes devaluaciones de China acumulando un 4,4 por ciento desde el martes pasado han generado diversas especulaciones sobre las consecuencias que podrían inducir. La posibilidad de la ocurrencia de una “guerra de monedas”, por ejemplo, entre el dólar y el yen, y el encadenamiento devaluatorio de otras economías vinculadas comercialmente como el euro y la rupia en pos de recuperar la competitividad perdida.
Las autoridades chinas han confirmado que fue una devaluación “de una sola vez” en pos de corregir el tipo de cambio con mayor información del mercado en su determinación y sin ningún viso de convertirla en una tendencia devaluatoria. Sin embargo, algunos especialistas, manifestaron su sospecha que el ceder lugar a las determinaciones de mercado del tipo de cambio, encubre en realidad el abaratar los productos chinos para dar un impulso a sus decrecientes exportaciones (8,3 por ciento en el último año).

Pero sólo un extendido consenso convencional sobre un “optimismo” de las elasticidadesprecio del comercio hace decir que una devaluación puede tener tan importante efecto de corrección en el comercio. Fundamentalmente cuando China ha hecho en todos estos años un enorme trabajo de mejoras de productividad real con revaluaciones. En efecto, algunas regresiones chinas, muestran al revés, que existe allí también una inelasticidadprecio agregada, esto es que las variaciones del tipo de cambio (no el nivel) tienen un efecto limitado en exportaciones e importaciones en general. Así, la principal consecuencia de las devaluaciones es una redistribución regresiva al interior de dichas economías. El comercio depende de la elasticidadingreso: si crece el mundo, crecen las exportaciones chinas, y si crece el país, crecen las importaciones.

El proceso de fuerte industrialización china que se potenció dislocando a las industrias manufactureras regionales desde los noventa, logró cambiar los precios relativos internacionales (viento de cola) por medio de muy bajos costos laborales pero fundamentalmente por una creciente productividad laboral, transmitidos por sus exportaciones de manufacturas industriales al mundo desde el 2002 a partir de su entrada en la OMC.

Se suele considerar que China crece liderado por exportaciones pero sin embargo, el grueso del impulso de demanda que motoriza el alto crecimiento chino hasta hoy (7 por ciento es enorme en este contexto mundial) es demanda doméstica y no externa. El error surge al hacerse comparaciones incorrectas como el de exportaciones sobre producto (X/PIB), que sería similar a comparar ventas sobre ganancias, por ejemplo, Malasia en el 2006 reportó un 104 por ciento a dicha relación, pero eso no significa que el sector exportador es más grande que la economía misma. Para comparar correctamente, hay que sacar el contenido importado de las exportaciones y restar los insumos que provienen de otros sectores domésticos.
Así, las recientes medidas habría que ubicarlas más bien, en un tema de una corrección financiera como el “carry trade” que involucraba una segura revaluación del yuan y a su intento de integrar la canasta de monedas del DEG del FMI, más que a un tema comercial.

China es un socio estratégico de EE.UU.

Es un error suponer que existe hoy desde China el intento de desplazar con su moneda al dólar como moneda de reserva mundial. El renmimbí no es aún siquiera una moneda convertible, mientras que el dólar se mantiene estable desde hace años con el 64 por ciento de las tenencias en el mundo incorporando a los bancos centrales de otros países (Cofer 2015).

China es un socio estratégico de Estados Unidos y estas medidas más allá de su carácter coyuntural, son consensuadas con la economía principal. En la guerra fría, la estrategia de Estados Unidos en limitar el avance de la ex URSS lo llevó a un plan de sostenimiento económico de la recuperación de Japón, luego Corea y Taiwán y cuyo último país en “invitar a desarrollar” fue precisamente China, desde la reunión cumbre entre Nixon y Mao en 1972. El juego actual de China –y hasta que no llegue a disputar otros terrenos como el control militar de los océanos con Estados Unidos– no cuestionará la hegemonía económica norteamericana ni sobre la moneda sino más bien que apuntará a establecer su hegemonía regional.

* Profesor UNLU y coordinador en SID baires.

Original: Pagina 12

28 jun 2015

El papel de las elites


Por Matías Vernengo *

En el primer cuatrimestre de 2015 la economía estadounidense cayó 0,7 por ciento. El crecimiento en 2014 fue de 2,4, y se espera algo menos para este año. La economía viene creciendo por debajo de su media histórica de más de 3 por ciento, y es evidente que está en una trayectoria de crecimiento más bajo. Tanto Larry Summers, demócrata y ex secretario del Tesoro, como Ben Bernanke, republicano y ex presidente del Banco Central, están de acuerdo sobre el estancamiento secular.

La tasa de desempleo, en una primera mirada, no parece tan mala. El desempleo fue de 5,5 por ciento en mayo, el último mes medido. Pero buena parte de la reducción de la tasa de desempleo después de la crisis estuvo relacionada con la caída de la participación de los trabajadores en la fuerza de trabajo. Cuando el número se ajusta para incluir los que están marginalmente conectados con el mercado de trabajo, y que trabajan menos horas de lo que les gustaría, la tasa de desempleo es de alrededor de 10,8 por ciento.

Frente a esto, la única medida económica propulsada por Obama en el Congreso es el intento de obtener poder para negociar el Tratado de Libre Comercio conocido como el Acuerdo Estratégico del Trans-Pacífico. No sorprendentemente, en este caso su propio partido ha votado en contra, mientras el presidente tiene el apoyo de los republicanos. Y aunque Hillary Clinton ha sido enigmática en sus declaraciones sobre el libre comercio, la creencia general es que ella, como su marido antes, sería favorable a estos tratados que respaldan a las corporaciones contra los intereses de los trabajadores. Lo mismo se podría decir de todos los precandidatos republicanos. La única excepción sería el senador independiente, y abiertamente socialista, Bernie Sanders, pero su victoria sería un batacazo.

Al contrario de lo que se piensa, esto no es resultado de que la mayoría sería contraria a la intervención del Estado, y el aumento de los gastos sociales. Eso no es ni siquiera verdad sobre los blancos de más bajos ingresos. La idea es que supuestamente los blancos más pobres, del sur y del oeste de Estados Unidos, por razones étnicas, raciales y culturales, serían contrarios a la ayuda del Estado, que aunque los favorecería, ayudaría a minorías y los obligaría a votar contra sus propios intereses económicos. La pregunta simbólica sobre esta paradoja sería, ¿cuál es el problema con Kansas? Este fue el nombre de un famoso libro que buscaba entender porque la gente votaba contra sus propios intereses económicos.

En reciente encuesta financiada por la Fundación Russell Sage se ve que, mientras las elites, gente con ingresos superiores al millón de dólares anual, son poco favorables a la intervención del Estado, la mayoría de la gente es favorable a expandir los gastos con educación, salud, pensiones, y además el 78 por ciento cree que el salario mínimo debe permitir vivir de modo decente, con lo que, presumiblemente, debería ser más alto. Más relevante todavía, el 53 por ciento cree que el gobierno tiene la obligación de dar empleo a los que no lo encuentran en el sector privado. Efectivamente todos –o la mayoría– serían keynesianos ahora.
La pregunta es, entonces, si en una sociedad democrática la mayoría es favorable a estos cambios, que ayudarían a una recuperación de la economía en bases más inclusivas, porque los gobiernos, sean republicanos o, más sorprendentemente, los demócratas no expanden el gasto y generan empleos con salarios más altos.

Hay varios mecanismos por los cuales las elites, gente como los notorios hermanos Koch, manejan el sistema político. El cambio de los distritos, para facilitar la elección de sus candidatos, por ejemplo. O el gasto de los grupos de presión, el lobbying, que permite manejar la legislación en el propio Congreso. O finalmente la puerta giratoria, que permite que legisladores y funcionarios que dejan la función pública ganen fortunas en el sector privado. Lo que se ha llamado la coima anticipada, en otras palabras, lo que se espera ganar en el futuro por hacerles el servicio sucio a las elites. Si hay estancamiento, las causas no son, como cree Summers, tecnológicas, sino políticas. Es culpa de las elites, porque les va muy bien con las cosas como están. Una lección negativa para las democracias populares de América latina.

* Profesor, Bucknell University y visitante del MDE/Unsam.

Original: Pagina 12

19 may 2015

COMPORTAMIENTOS ESPECULATIVOS, AUTORIDAD MONETARIA Y DEMANDA EFECTIVA

La crisis global y la política monetaria norteamericana





Por Matías De Lucchi

Índice
1. Introducción ............................................................................................................................. 4
2. ¿Mercados Eficientes? .......................................................................................................... 6
3. Finanzas Comportamentales ............................................................................................. 10
4. Soros: “It is our style of making money” .......................................................................... 13
5. La Hipótesis de la Inestabilidad Financiera ..................................................................... 16
6. Crecimiento, distribución y crisis financiera en Estados Unidos .................................. 22
6.1. Política monetaria no convencional: ¿Trampa de la liquidez? .................................. 30
7. Conclusiones ........................................................................................................................ 36
Bibliografía ................................................................................................................................ 37

1. Introducción
A partir de la llamada globalización financiera a finales de los años setenta, las investigaciones acerca del comportamiento de los mercados financieros comenzaron a ganar terreno dentro de la literatura económica. Desde la crisis global de 2008, el tema recobró un renovado interés no solo desde sectores académicos, sino también financieros, periodísticos y políticos. La entrega de los premios Nobel 2013 a los economistas Eugene F. Fama, Lars Peter Hansen y Robert J. Shiller, un reconocimiento de cierto eclecticismo a la Hipótesis de los Mercados Eficientes (HME) y a las Finanzas Comportamentales (FC), bien podría enmarcarse en esta renovada inquietud por la compresión de las crisis financieras aunque, paradójicamente, bajo el prisma de los abordajes tradicionalmente aceptados. Probablemente, la caracterización algo espontanea de “Momento Minsky” a la quiebra del banco de inversión Lehman Brothers en septiembre de 2008 ha sido una de las expresiones más emblemáticas de las limitaciones del saber convencional para dar cuenta del fenómeno en curso.
De todas maneras, al cabo de seis años de crisis global, el pensamiento tradicional no parece haber retrocedido lo suficiente como para permitir el surgimiento de un nuevo paradigma. Tal vez, aquellas referencias a Hyman Minsky, un economista post-keynesiano que realizó grandes aportes a la compresión de la dinámica de los mercados financieros, estuvieron más motivadas por el desconcierto que por la reflexión.
Si bien la reciente crisis global proveyó una robusta evidencia empírica acerca de la incapacidad de autorregulación de los mercados financieros, la misma simplemente ha reforzado las regularidades del pasado. Una de las primeras conclusiones que se pueden abordar de la extensa recopilación estadística de Reinhart y Rogoff (2011) es que los períodos posteriores a la crisis de 1929 y a la segunda guerra mundial, que han sido caracterizados por una gran estabilidad financiera, se han desarrollado sobre la base de fuertes esquemas de regulación macro-prudencial (Figuras 1 y 2). En el caso del sistema bancario, la evidencia es notable. Con el surgimiento de la globalización financiera y la desregulación neoliberal, la cantidad de crisis bancarias y financieras se extendieron considerablemente. Asimismo, la dinámica es similar a la que se observa en el período previo a la crisis de los años treinta, mostrando así que los mercados financieros desregulados pueden por sí mismos recrear condiciones de inestabilidad independientemente de su profundidad y complejidad en lo que respecta a su diversificación de instrumentos. Aunque, por supuesto, la innovación financiera tiende a amplificar la inestabilidad en mercados desregulados.



Figuras 1 y 2: Número total de crisis bancarias y bursátiles en los países miembros del G201
Fuente: Elaboración propia en base a datos de Reinhart y Rogoff2
(www.reinhartandrogoff.com)

La globalización financiera y el surgimiento del neoliberalismo, lejos de haber sido una suerte de reversión natural a supuestas condiciones de desregulación de los mercados financieros, ha sido el resultado de una ardua reconfiguración política y normativa. No solo se ha retrocedido en lo que respecta a la regulación sino que se han instaurado nuevos patrones de acción en la política monetaria (Wierzba et al, 2008). El concepto de banco central “independiente” y el énfasis en el control de la inflación como único objetivo han marcado una ruptura con las funciones históricas de las autoridades monetarias (Goodhart, 2010).

El objetivo del presente trabajo es, en una primera parte, realizar una breve y, sin duda, arbitraria reseña sobre algunos planteos críticos y debates en torno a la HME. Es importante destacar que la literatura dedicada a la investigación de los comportamientos financieros es extensa y diversificada. La selección de tópicos y enfoques presentada aquí responde a los objetivos de este trabajo, lo que no necesariamente significa que aquellos conceptos que puedan estar faltando sean irrelevantes no solo para la literatura en general sino también para este trabajo en particular. Se trata simplemente de una simplificación analítica que a grandes rasgos cumple con el objetivo de este trabajo. Luego, a partir de estos conceptos, se intentará repensar nuevamente las causas y, sobre todo, los desafíos que ha planteado la crisis global en materia de política económica.

En la sección 2 se presentará brevemente la HME y sus problemas empíricos. En la sección 3 introduciremos las respuestas de las FC ante la evidencia empírica. En la sección 4 se mencionarán algunos conceptos que se derivan de la llamada “teoría de la reflexividad” de George Soros que, aun arriesgándonos a sobreestimar su relevancia en la literatura financiera, no deja de plantear aspectos interesantes. En la sección 5 presentamos las características más relevantes de acuerdo a nuestros objetivos de la Hipótesis de la Inestabilidad Financiera (HIF) de Hyman Minsky. Finalmente, en la sección 6 reintroduciremos el debate de la crisis global de 2008 y los desafíos de la política económica de los Estados Unidos y los países desarrollados.


Para leer mas: ACA

9 nov 2014

La influencia económica del Tío Sam


 

 

Algunas confusiones


Por Juan Matías De Lucchi *


La reciente y esperada decisión de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) de dar por finalizado su tercer programa de compras de bonos del tesoro y títulos respaldados por hipotecas, conocido como Quantitative Easing 3, ha generado algunas confusiones. A partir de la crisis de 2008, los principales bancos centrales se lanzaron masivamente a comprar activos en poder del sector financiero a fin de recomponer los balances privados en situación de insolvencia. Desde entonces, las sucesivas compras de activos (QEs) y sus repercusiones sobre la tasa de interés (zero lower bound) han dado lugar a una política monetaria “no convencional”.


Como resultado de los QEs los bancos han acumulado un creciente exceso de reservas bancarias. La razón ha sido la siguiente: en un contexto de desapalancamiento del sector privado, dado que la oferta monetaria es endógena, la única opción para los bancos ha sido la de atesorar dinero. ¿Por qué no aplicar en títulos públicos? Porque los títulos públicos remuneran lo mismo que lo que remunera la Fed por el exceso de reservas (casi cero). Dicho de otro modo, los QEs han sido la contracara de la “preferencia por liquidez” de los bancos, pero no porque éstos le teman a la “incertidumbre” del futuro sino simplemente porque no han tenido otra alternativa segura más rentable. Por esta razón el “multiplicador del crédito” no ha sido ni estable ni mayor a uno, como el monetarismo sostiene.


Al cabo de seis años, la política monetaria “no convencional” demostró ser efectiva al momento de rescatar bancos y sanear el sistema financiero (el Lehman Brothers no “quebró”, se lo dejó caer). Como era de esperar, sólo el banco central, en tanto prestador de última instancia, tiene la capacidad operativa de cubrir el riesgo sistémico que cíclicamente generan los mercados financieros desregulados y excesivamente apalancados. Sin embargo, también como era de esperar, la política monetaria fue inefectiva como estímulo de la demanda agregada.


Un “multiplicador del crédito” ex post menor a uno (digamos 0,75) no es más que la expresión financiera de la insensibilidad de la inversión privada a la tasa de interés. Asimismo, como los hogares se han estado desapalancando desde la crisis, ni siquiera ya se puede esperar un efecto expansivo por el lado del crédito al consumo. Por lo tanto, sólo la política fiscal podría aportar la demanda autónoma necesaria para recobrar un sendero de crecimiento sostenido. No obstante, en general, la política monetaria “no convencional” ha sido erróneamente acompañada de austeridad fiscal.

Lo que se dice tradicionalmente es que las tasas de interés próximas a cero aumentan las expectativas inflacionarias del sector privado. Así, a través de supuestas decisiones intertemporales, los privados preferirían gastar hoy y no mañana. Sin embargo, desde 2012 la inflación ha estado cayendo en Estados Unidos, el Reino Unido y la Eurozona.


El QE3 americano finalizó, pero ello no significa necesariamente que no puedan volver a implementarse otros QEs en el futuro. Después de todo, también en algún momento terminó el QE1 y el QE2. Por otro lado, la finalización del QE3 no significa necesariamente un aumento da la tasa de interés, ya que la Fed no necesita intervenir masivamente para fijar la tasa. Es verdad que se rumorea un posible aumento el año que viene, pero aun así resulta difícil imaginar un giro hacia una política monetaria contractiva cuando todavía la economía norteamericana y el resto de las economías desarrolladas están lejos de una plena recuperación. Si bien el desempleo bajó al 6 por ciento tanto en Estados Unidos como en el Reino Unido, en la Eurozona todavía se ubica en 11,5 por ciento.


Más allá de la posible incomodidad con que conviven los principales banqueros centrales con este expansionismo monetario, creo que el mundo periférico todavía gozará de un escenario internacional de “plata dulce”. Quizá la prueba la dio el Banco de Japón, que dos días después de la finalización del QE3 estadounidense anunció una importante expansión de su propio QE. No pudiendo ser más elocuente el caso, vale recordar que los QEs son en realidad “tecnología japonesa”. El Banco de Japón viene realizando este tipo de compras de activos desde el 19 de marzo de 2001.


* Investigador Cefidar.




Bye-bye yanquis?


Por Alejandro Fiorito *


Desde la última crisis internacional de 2008, buena parte de economistas de toda laya convergió –nuevamente– hacia pronósticos de insustentabilidad del endeudamiento norteamericano. Desde los ’70, y en diversos momentos, marxistas como Shaikh, Arrighi; poskeynesianos como Blecker o Palley y hasta estructuralistas como Furtado se han manifestado en ese sentido. Ni qué hablar con las visiones marginalistas, que suponen a las economías capitalistas tendientes siempre al pleno empleo y por lo tanto todo el problema de insustentabilidad estaría manifestado por un ecuménico “exceso de demanda”. Sin embargo, el crecimiento del producto en los ’90 fue el menor desde la posguerra, con menos de un 3 por ciento promedio, y con enormes excesos de capacidad productiva a la salida de las burbujas en 2001 y 2008, y cuyo promedio de utilización fue del 77 por ciento.


Tampoco se observó la noción convencional por la que se considera para Estados Unidos que una tasa de desempleo menor al 6 por ciento debería implicar una elevación de la inflación. Inversamente, de 1995 a 2003 y de 2004 a 2008 el nivel de desempleo bajó de ese “umbral” y la tendencia inflacionaria bajó sistemáticamente. Eso –por supuesto– no evitó que un banco sueco otorgara en 2006 el Premio Nobel de Economía a E. Phelps, coautor junto a Friedman de esta relación híper-refutada. En definitiva, los datos no parecen indicar ninguna restricción de oferta para el crecimiento norteamericano.


Al ser el país emisor de la moneda hegemónica no tiene restricciones “externas” como el resto de los países. Los mayores grados de libertad de Estados Unidos se basan en no tener ninguna paridad fija con el oro ni otra moneda: se trata de la primera moneda fiduciaria global y que además puede sin problemas ser flexible. En efecto, cualquier país hegemónico históricamente debía preocuparse por no tener sistemáticas cuentas corrientes negativas y caídas del valor de su moneda, puesto que generaría corridas hacia el oro y perdería su status dominante, como Inglaterra desde 1918 al 1930. Eso no corre actualmente para Estados Unidos: en 34 años, sólo tuvo 6 años con cuenta corriente positiva. (Ver ACA)


El patrón dólar-oro dominante (1945-1971) en la Guerra Fría finalizó novedosamente en 1971 con la salida de esa convertibilidad metálica, rompiendo exitosamente el acuerdo de Bretton Woods e iniciando un nuevo “patrón dólar flexible”. Algunas peculiaridades que no son observadas por los especialistas:


- Casi todos los pasivos e importaciones de Estados Unidos están nominados en dólares y con cada desvalorización caen su deuda externa y el valor de sus importaciones, siendo perjudicados los países acreedores y no Estados Unidos. En el mismo sentido, el 60 por ciento de los activos de Estados Unidos se encuentra nominado en otras monedas.


- Su importación de petróleo no es afectada inmediatamente por la desvalorización del dólar, dado que su precio es fijado en dólares.


- Controla la tasa de interés de su propia deuda externa, configurando una verdadera banca central mundial.


- No existe relación sistemática entre la desvalorización del dólar y la tendencia del tipo de interés de largo plazo.


¡Una corrida contra el dólar se da... hacia el dólar! 

Luego de la última crisis “subprime”, el dólar salió fortalecido:


- De 2010 a 2013 el dólar mejoró su participación en el monto de volúmenes negociados del 84,9 al 87 por ciento. BIS Triennial Central Bank Survey, (2013)


- El porcentaje de facturación de comercio exterior en dólares es del 95 por ciento en Estados Unidos, del 33 por ciento en la Unión Europea y del 52,4 por ciento en Japón. Goldberg and Tille (2008)


- El dólar como moneda de reserva interestatal se mantiene constante en aproximadamente un 60 por ciento.

(COFER)-FMI (2014)


- Un pequeño número de instituciones financieras, básicamente, controla la inmensa mayoría de las empresas transnacionales En el puesto 50 se encuentra una petrolera china, después de 24 norteamericanas, 8 inglesas, entre otras. (Ver Naked Keynesianism de Vernengo)


Con más duración que el anterior patrón de Bretton Woods, el actual no parece tener fecha de vencimiento cerca. De la mano de “Nixinger”, como bautizó a la gestión Gregorio Selser, el complejo militar-industrial y científico-técnico norteamericano logró ganar la Guerra Fría, disminuir la posición negociadora de sus trabajadores (los salarios mínimos quedaron desde 1997 al 2007 sin cambios) y consolidar su liderazgo innovativo y militar frente a otros estados.


Desde la Guerra de Vietnam sobrevive la creencia de la decadencia norteamericana y el diagnóstico recurrente de debacle se nutre de muchos mitos y deseos que no configuran un buen diagnóstico para entender el estado actual de la competencia interestatal.


* Economista. Profesor de la Universidad de Luján.

Original: Pagina12

6 jul 2014

Eduardo Crespo: Estados Unidos sufre la "enfermedad japonesa"

Posteamos una nota de Eduardo Crespo, que nos invita a recordar ciertos pronósticos catastrofistas y escenarios que mucho dependen de cierto prejuicio instalado sobre la decadencia de la economía norteamericana.



Por Eduardo Crespo
Después de conocida la caída del PBI estadounidense durante el primer trimestre de 2014,reaparecieron las dudas sobre la esperada recuperación de la economía mundial. 
Muchos analistas se preguntan ¿fue superada la crisis de 2008-2009? Las intervenciones de los Bancos Centrales, tanto en Estados Unidos como en Europa, evitaron que el derrumbe financiero se extendiese al sistema bancario desatando una quiebra generalizada con imprevisibles consecuencias macroeconómicas y políticas como ocurrió durante el crack de 1929.Debe recordarse que los primeros indicadores de 2008, sean los del comercio mundial, las cotizaciones bursátiles o las finanzas internacionales, anunciaban una crisis de proporciones incluso mayores a la de entonces. Nada semejante ocurrió y por ello puede concluirse que las intervenciones fueron un éxito.
Sin embargo, en simultáneo empezaron a visualizarse grietas hasta entonces insospechadas. En ciertos países europeos como Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España – a quienes con deprecio se pasó a denominar ‘PIGS’ (chanchos)–, el salvataje financiero generó un notable crecimiento del endeudamiento estatal que derivó en una crisis fiscal y externa, ya que las deudas (privadas) estaban nominadas en una moneda (el euro) de facto extranjera para ellos. 
En Estados Unidos, donde las intervenciones se realizaron en dólares, los acontecimientos fueron menos traumáticos. Pero esto no garantiza que la mayor economía del mundo vuelva a crecer a tasas elevadas. 
El endeudamiento privado se mantiene en niveles muy altos y es previsible que el esfuerzo generalizado por reducirlo impida la recuperación del consumo, imponga tendencias deflacionarias y dificulte la retomada del crecimiento. Esto ya lo advertía Irving Fisher: "Cuanto más pagan los deudores, más deben", decía.
Estados Unidos sufre la 'enfermedad japonesa'. Recuérdese que Japón también experimentó en 1990 la explosión de una fantástica burbuja financiera. Aunque está nunca derivó en problemas de endeudamiento y restricción externos como sucedió en América Latina en los '80 y en algunos países europeos recientemente, desde entonces Japón experimentó tasas de crecimiento bajas e irregulares en un contexto deflacionario, pese a mantener una crónica política de bajas tasas de interés. 
Si hemos de guiarnos por las lecciones de la historia, no debemos olvidarnos que la crisis del 30 sólo se superó gracias a las fabulosas expansiones fiscales exigidas por la segunda guerra mundial.

original: Tiempo Argentino

26 jul 2012

Estados Unidos a la Conquista del Este

Director: Manon Loizeau Título Original: Etats-Unis: A la conquete de l'Est Año: 2005 País: Francia Realización: Manon Loizeau, Marc Berdugo Productora: CANAL+ / Lundi Investigation Duración: 54' Idioma: Francés Subtítulos: Español (de VTV) Incrustados Descarga:
















15 ago 2011

La fortaleza de EE.UU.




Por Eduardo Crespo *

En las últimas semanas han resurgido viejos debates sobre la crisis de la hegemonía norteamericana que se remontan a la década del ’70. En aquel entonces se asistía a la derrota norteamericana en Vietnam, el abandono unilateral de la paridad del dólar oro establecida en Bretton Woods y el creciente desafío comercial de Alemania y Japón. Hoy el lugar de Vietnam es ocupado por Afganistán; como entonces, EE.UU. vive una seria crisis económica y ahora el papel de contrincante comercial e industrial es ocupado por China, un país que, se argumenta, puede pulverizar al dólar si decide vender los títulos públicos norteamericanos que tiene en su poder. A esto se agregan algunos episodios coyunturales, como la reciente reducción de la nota de su deuda pública decidida por la calificadora Standard & Poors.

Más allá de las similitudes superficiales, debe recordarse que la presente “crisis de la deuda” no ha sido el resultado de una corrida contra los títulos públicos de ese país. Las causas tampoco han sido económicas, sino políticas. Los republicanos de la Cámara de Diputados, junto con los conservadores ultramontanos del Tea Party, intentaron imponer, mediante argumentos económicos extravagantes, un techo arbitrario a los niveles de endeudamiento público, no dejando al gobierno de Obama otra opción más que realizar un ajuste fiscal o suspender el pago de intereses. Finalmente, dicho techo fue levantado, pero al precio de contraer el gasto público para achicar el déficit fiscal, el cual, debe recordarse, es una consecuencia de la crisis y no su causa.

En EE.UU. no existe ningún problema de endeudamiento público. Allí, como ocurre hoy en Argentina con los títulos que posee la Anses, un 42 por ciento de la deuda también es intra Estado, con títulos en manos de organismos públicos, como la seguridad social y la FED (banca central); la deuda en manos extranjeras apenas supera el 30 por ciento del total (los temibles chinos poseen sólo un 8 por ciento), al tiempo que la integridad de dicha deuda está nominada en dólares estadounidenses. Y en este caso, como el propio Alan Greenspan explicó sin eufemismos: “Nosotros siempre podemos imprimir más dinero para pagar nuestras deudas”. Para el Estado norteamericano, el pago de la deuda se reduce al simple acto de cambiar dos papeles de su propio sello.

Quienes hablan del fin de la hegemonía del dólar suelen decir que “los norteamericanos consumen gracias al financiamiento chino”. Es la falacia que ve en los “desbalances globales” (déficit comercial norteamericano) un problema que colocaría en peligro la estabilidad mundial. En realidad, son los chinos quienes venden gracias al financiamiento estadounidense al aceptar dólares a cambio de sus mercancías. Si no los aceptasen no podrían venderlas. En toda relación comprador-vendedor, quien decide y tiene el poder de realizar la transacción es quien posee dinero. Quiérase o no, hoy el dólar es el dinero mundial y no tendrá contrincantes a la brevedad. El euro no tiene el respaldo de un Estado nacional y China aún no dispone de un sistema financiero alternativo (por no hablar de un poder naval alternativo) al norteamericano. Por otro lado, la mayor parte de los activos financieros y de las materias primas estratégicas siguen nominados en dólares. China los necesita para comprar petróleo, soja, minerales y bienes de capital. El dólar no depende de los chinos; son los chinos los que dependen del dólar (y por ello lo acumulan con recelo).

Los “desbalances globales”, como decía Robert Triffin en los ’60, no son un problema para la economía mundial. Son una bendición. El déficit comercial norteamericano inyecta liquidez al resto del mundo y permite que los demás países acumulen reservas y ganen autonomía al relajar sus restricciones de divisas. Y son precisamente éstas las condiciones que facilitan las recientes rebeldías contra los mandatos imperiales de Estados Unidos, como las que hemos observado, complacidos, en los últimos años.

El riesgo de la actual crisis política norteamericana es que sumerja a Estados Unidos en una recesión autoinflingida que puede arrastrar a buena parte del planeta. En este caso, el papel de China sí se torna absolutamente relevante, no como rival militar o monetario de EE.UU., sino como una nueva locomotora del crecimiento, al menos para buena parte de Asia, América del Sur y Africa.

* Economista.

original: Pagina 12

15 jun 2011

Un tipo diferente de estímulo




por Franklin Serrano


El famoso economista conservador Milton Friedman usaba para comparar una política monetaria expansiva del gobierno (de la Fed en este caso) la imagen de dejar caer los billetes de dólar desde un helicóptero. Como es bien sabido, llevó a muchos a llamar a Ben Bernanke, "Helicóptero Ben" por el gran aumento de la base monetaria que dirigió para evitar una crisis crediticia más grave y salvar a los bancos grandes de ellos mismos.

Hoy en día muchos analistas, entre ellos el Sr. Larry Summers, piensan que no se puede lograr mucho más con una política monetaria expansiva. La economía de EE.UU. necesita urgentemente de un nuevo estímulo fiscal. Hay un gran debate económico, político e ideológico sobre si un nuevo estímulo sería necesario, eficiente y / o políticamente aceptable en las circunstancias actuales.

Muchos conservadores están en contra de un nuevo estímulo, casi tanto como un día estaban a favor de la segunda guerra contra Irak. Tal vez sería más fácil convencerlos para apoyar un nuevo impulso al recordarles de una operación de estímulo fiscal poco conocida pero muy interesante que ocurrió durante el gobierno de Bush.

Parece que en el mes de mayo de 2004, el gobierno de EE.UU. envió a Irak aviones militares de carga llenos de dólares de EE.UU. en efectivo para ayudar con la "recuperación" de la economía iraquí. Se ha informado que 21 vuelos de Hércules C-130 aviones llenos de billetes de 100 dólares se llevó a cabo. El importe del "estímulo" parece haber sido algo así como 12 mil millones de dólares. El dinero fue distribuido ampliamente entre "contratistas" de los EE.UU. y los ministerios iraquíes. Parece también que de ese dinero, alrededor de 6,6 millones de dólares se ha desvanecido sin dejar rastro y permanece en paradero desconocido hasta hoy.

Ahora que debe haber sido particularmente estimulante la operación, especialmente para los "contratistas" estadounidenses. Parece que es hora de volver a vivir esta operación. Que traigan los aviones C-130. Olvídense de "Helicóptero Ben". Lo que necesitamos ahora es "Hércules Geithner."

Original: CEPR

5 may 2011

Los problemas teóricos y empíricos del "profit led growth"

En un reciente post de Matias Vernengo, se trata esta causalidad, exhibiendo los problemas teóricos y
empíricos con que se enfrentan las explicaciones del crecimiento dirigido por las ganancias que ha adoptado gran parte de la izquierda y progresismo, para explicar el crecimiento económico en las economías capitalistas.

En estas versiones parece no tenerse en cuenta que en dichas economías no se tiende al pleno empleo de recursos, y por lo tanto el producto responde a las variaciones de su principal restricción: la demanda efectiva exógena, (gasto público, exportaciones, consumo autónomo, construcción de viviendas, I&D, créditos al consumo). Esta última tiene una central importancia para acelerar a la inversión (demanda inducida)de tal manera que conserva la relación del grado de utilización de la capacidad estable. La inversión es inducida o procíclica.
No es la mayor tasa de ganancia la que implica mayor inversión, si es que no existe conjuntamente un aumento de la demanda autónoma. Al revés, se puede crecer con mejor o peor distribución del ingreso
si la demanda autónoma crece, como se ve en la figura.


El gráfico muestra a nivel mundial que la correlación entre distribución y crecimiento es casi nula (-0.083), donde el eje de absisas define la participación salarial en el ingreso, mientras que el eje de ordenadas la tasa de crecimiento del producto per cápita entre 1960 y el 2000. Puede verse la fuente y hacer su propio gráfico con el plot: David Weil de Economic Growth:data plotter aca

Va el muy buen post de Vernengo:





Hace unos años, Sam Bowles presentó un documento (Kudunomics: Los derechos de propiedad para la economía basada en la información) de la Universidad de Utah. En la cena reafirmó su convicción de que el Equilibrio General de Arrow-Debreu (GE) es compatible con diferentes tipos de comportamiento y pueden ser un impulso para la economía progresista. La teoría marginalista convencional sugiere que la distribución del ingreso es el resultado de la escasez relativa, y, como consecuencia, el salario real debe ser igual al producto marginal del trabajo, la productividad laboral, es decir. Cuando se le preguntó cómo encuadraba él la creencia en GE con el hecho de que los salarios en los EE.UU. no siguen la productividad desde la década de 1970, Bowles parecía desconcertado. Y la relación de la distribución del ingreso y el crecimiento sigue siendo desconcertante para la corriente principal y sus aduladores.

En el campo heterodoxo, la discusión se ha centrado, en su mayor parte, entre los modelos llamados kaleckiano y Kaldoriano. En primer lugar, debo señalar que, desde un punto de la historia de las ideas, el nombre kaleckiano es un nombre inapropiado. Los modelos de Kalecki, donde es la interacción del multiplicador y el acelerador, con shocks y rezagos, lo que produce fluctuaciones. En las diversas formas de su acelerador de la ecuación de Kalecki se incluyó una tendencia, produciendo fluctuaciones en torno a una tendencia. Los llamados modelos kaleckianos derivan de Harrod y los intentos de Joan Robinson de extender el principio de la demanda efectiva de Keynes al largo plazo (PED) .

El PED dice que un aumento de la inversión se corresponde con un aumento exacto en el ahorro, y que el nivel de ingresos es la principal variable de ajuste (en lugar de la tasa de interés como en la Teoría de los fondos prestables). Los modelos kaleckianos básicamente normalizan la identidad ahorro-inversión por el stock de capital, asumiendo (en el caso extremo) que la propensión al ahorro de los salarios es igual a cero, y una propensión a ahorrar de las ganancias(s) está entre cero y uno, y en clave keynesiana la inversión determina los ahorros. La diferencia con el corto plazo es que ahora la acumulación (inversión / capital) determina la distribución del ingreso (la tasa de ganancias), un resultado a menudo se conoce como la ecuación de Cambridge.

Las diversas encarnaciones de los modelos kaleckiano se definen por la forma en que se especifica la función de inversión. Por ejemplo, en el influyente artículo de Bhaduri y Marglin (BM) (requiere suscripción) argumentan que la inversión y el ahorro son funciones de la cuota de ganancia (h) y la utilización de la capacidad (z). En otras palabras:

I (h, z) = shz


Despejando z y derivando con respecto a h tenemos:


dz/dh = (Ih – sz)/(sh – Iz)

Donde Ih es la respuesta de la inversión a la rentabilidad e Iz la respuesta a la utilización de la capacidad. Asumiendo estabilidad, es decir, que el ahorro responde a la rentabilidad más que la inversión a la utilización de la capacidad, se tendrá que el denominador es positivo, por lo que el signo de la ecuación depende del numerador. Si la inversión es muy sensible a la rentabilidad (Ih -sz>0), entonces el sistema es el dirigido por ganancias (exhilarationist en términos BM). Si no, tendremos el régimen dirigido por los salarios (estancacionista).


Como sugerí en mi post anterior, hay algunos problemas teóricos con el tipo de modelo utilizado para argumentar que la economía de EE.UU. es dirigida por ganancias, además de los problemas empíricos aludidos antes. La función de inversión independiente sugiere que la utilización de la capacidad afecta a la formación de capital, si la capacidad es baja hay más inversión, y viceversa, cuando z es alta. En otras palabras, las empresas tratan de ajustar la capacidad a la demanda. Si ese es el caso, se puede esperar que una relación normal entre la capacidad y la demanda se establecería en el largo plazo (en el punto de vista neoclásico la demanda se adapta a la capacidad, lo que es la Ley de Say), lo que podría ser visto como la relativa estabilidad de producto-capital durante todo el período de los EE.UU., en mi post anterior.

Si ese es el caso, la inversión está determinada por el ajuste de la capacidad a la demanda exógena con el fin de llegar a la utilización de la capacidad normal, y es esencialmente derivada de la demanda. No tiene la inversion un papel decisivo en la determinación del nivel normal de utilización de la capacidad, la que debe ser determinada por los componentes exógenos de la demanda. Esta es la base de los modelos de supermultiplicador, desarrollado por Hicks, y luego por Nicholas Kaldor, y se refiere como Kaldoriana en la literatura heterodoxa (para más información sobre esto ver este artículo).


Esa es la diferencia esencial entre los modelos kaleckianos y Kaldorianos, si la inversión es parcialmente autónoma y se determina por la rentabilidad o se deriva de la demanda. De la distribución de los ingresos por supuesto en los modelos Kaldorianos podría tener efectos ambiguos sobre el crecimiento, pero las empresas no invertirán más sólo porque las ganancias crezcan, si es que no hay aumento de la demanda. En este sentido, el empeoramiento de la distribución del ingreso podría dar lugar a un mayor crecimiento si la demanda sigue adelante, por alguna razón (por ejemplo más deuda privada estimule el consumo, o estimule el consumo de un grupo de mayores ingresos). Pero en el crecimiento general dirigida por ganancias que estimule la inversión, como en el marco MB parece ser difícil de explicar desde un punto de vista teórico. Y por lo tanto, la confusión que genera empíricamente (por ejemplo, en el caso de los EE.UU. con la noción de que un auge del consumo inducido por deuda pertenece al crecimiento dirigido por ganancias).

PD: El modelo de Kaldor típico se basa en el trabajo de Thirlwall, pero tambien en el libro de Bortis y en las tesis de Serrano (o su paper, se requiere suscripción) son lecturas esenciales. En español puede ver Serrano & Freitas, en Circus 1.