El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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12 ene 2020

La hegemonía mundial sigue siendo de Estados Unidos


 Los economistas Matías Vernengo y Eduardo Crespo. "El 60 por ciento de las reservas mundiales están en dólares", indican.


Los economistas Matías Vernengo y Eduardo Crespo son una referencia obligada en la heterodoxia argentina. Crespo es Licenciado en Ciencias Politicas y Economía de la UBA, Master en Economía y doctor en Economía de la Universidad Federal de Rio de Janeiro. Por su parte, Vernengo es doctor en Economía de la New School for Social Research, Profesor en el Departamento de Economía de la Bucknell University (Estados Unidos). Ambos estuvieron en la ciudad de Santa Fe disertando en una Jornadas organizadas por el Instituto de Humanidades y Ciencias Sociales de la UNL-Conicet. Cash aprovechó la ocasión para conversar con ellos de diversas cuestiones económicas y geopolíticas.

Las modificaciones en el mapa de poder mundial (retroceso relativo de Estados Unidos, ascenso chino), ¿supone un riesgo para la supremacía estadounidense? En otras palabras, ¿hay una crisis hegemónica como postulan algunos autores?

- Eduardo Crespo: La hegemonía en sus múltiples dimensiones (financiera, tecnológica, militar) continúa siendo estadounidense. En lo monetario-financiero, su supremacía está años luz de cualquiera: el 60 por ciento de las reservas mundiales están en dólares. En el plano tecnológico, los chinos avanzaron mucho pero están muy lejos de disputar hegemonía. También registraron avance en el terreno militar, por ejemplo instalaron bases en territorio africano. Sin embargo, mientras que Estados Unidos dispone de doce flotas militares distribuidas por todo el mundo, China apenas cuenta con dos. La fuerte inversión china en este terreno hace presuponer que puedan tener siete u ocho de acá a diez años, pero falta mucho para eso. Un aspecto que me parece importante es que estas cuestiones no hay que pensarlas solo en términos nacionales. La mitad de la población estadounidense no registra mejoras en sus ingresos desde hace cuarenta años. Ahora, las multinacionales, firmas tecnológicas de origen estadounidense y Wall Street lideran casi todo. Es decir que la supremacía de Estados Unidos beneficie a sus empresas no implica que lo mismo ocurra con una importante porción de sus ciudadanos.

- Matías Vernengo: Comparto esa mirada. Estados Unidos tiene varios problemas que resolver pero no existe una crisis hegemónica. No hay ningún contendiente suficientemente fuerte en términos militares, monetarios o industriales. La participación estadounidense en el Producto y las exportaciones globales viene cayendo pero continúa siendo el principal mercado mundial. Su participación relativa en el consumo global es aproximadamente del 25 por ciento, con el 4 por ciento de la población mundial. También retiene la moneda global y el liderazgo industrial en sectores de punta, lo cual queda claro si se analiza, por ejemplo, el listado de las empresas tecnológicas más importantes. La conformación de las cadenas globales de valor fue una decisión estadounidense. Fueron sus líderes los que dijeron vamos a producir las computadoras y los celulares en China y Taiwan. Si no hubiera abierto Nixon el mercado chino, Steve Jobs no podría haber relocalizado parte de su producción allí. Allí hubo una decisión de disciplinar a su propia clase trabajadora.

¿El triunfo de Trump supone algún cambio en el orden imperial?

- Matías Vernengo: Las posibilidades de triunfo de Trump crecieron cuando Hillary Clinton se impuso en la interna demócrata. El discurso de campaña de Hillary resaltaba los “logros” económicos obtenidos durante el gobierno de Bill Clinton. El problema es que el crecimiento económico de ese período no benefició a todos por igual. En cambio, Trump sintonizó con dos creencias (una verdadera y otra falsa) de la clase trabajadora local: 1) la idea (a mi criterio correcta) de que los tratados de libre comercio fueron perjudiciales porque incrementaron el desempleo y destruyeron empleos industriales. 2) la identificación de los inmigrantes como principales responsables de todos los problemas económicos (desempleo, reducción salarial). Esa idea es falsa pero está muy extendida. La evidencia empírica desmiente ese prejuicio. Lo que ocurre en realidad es que los inmigrantes terminan trabajando en aquellos ocupaciones que los norteamericanos rechazan. Trump supo aprovechar el malestar que genera el orden neoliberal. En el centro del capitalismo global, la economia estadounidense crece a tasas más bajas, cae el empleo industrial y empeora la distribución del ingreso. La baja movilidad social genera una incongruencia con una sociedad que se vanagloria del famoso “sueño americano”. El neoliberalismo es un proyecto destructivo, es una decisión política que implica la construcción de un Estado “fallido”. Esto no implica que el neoliberalismo haya fracasado. Al contrario, el objetivo fue subvertir las instituciones creadas durante la Era Dorada del capitalismo. Lo cierto es que Trump no implica ninguna resistencia al orden neoliberal (como sí lo podría expresar Bernie Sanders) porque sus políticas no implican una mejora del bienestar popular. Por ejemplo, redujo los impuestos a las corporaciones y a las personas de mayores ingresos, se opuso al aumento del salario minimo.

China y Rusia

Más allá de la persistencia de la hegemonía de Estados Unidos, el tablero mundial está cambiando de la mano de otros actores que contrapesan ese poderío (China, Rusia) ¿Cuál es el impacto de esas redefiniciones en la periferia?

- Eduardo Crespo: La aparición de nuevos actores amplían el margen de negociación, abre nuevas posibilidades. En la actualidad encontramos, por ejemplo, países africanos que crecen utilizando patentes chinas. Esto siempre fue así en la historia mundial. La competencia interestatal crea oportunidades. Por caso, los estados desarrollistas del sudeste asiático son un subproducto de la revolución china.

- Matías Vernengo: Claro. El desarrollo de esos países fue resultado de que los norteamericanos pierden China, se desesperan y buscan armar un cordón de seguridad para evitar el avance comunista. En otras palabras, es un desarrollo “por invitación” de Estados Unidos. Por ejemplo, el gobierno estadounidense decide comprarle camiones a Toyota (que estaba a punto de quebrar) para trasladarlos a Corea. Le transfiere tecnología, le garantizan la demanda. Además del ascenso de China, el reciente reordenamiento del mapa mundial incluye la reaparición de Rusia (de la mano de Vladimir Putin) como contrapeso de la hegemonía estadounidense. Hasta principios de este siglo, la política rusa había sido funcional al orden neoliberal. Eso implicó, entre otras cuestiones, la destrucción de sus propias capacidades productivas y tecnológicas. El reposicionamiento ruso implica límites concretos a la estrategia estadounidense en, por ejemplo, Venezuela o Siria.

Estado desarrollista

En ese marco ¿cuál es el espacio para un proyecto desarrollista en la periferia, en general, y en la Argentina, en particular?

- Matías Vernengo: El espacio es limitado pero las condiciones geopolíticas (tasas de interés internacionales muy bajas, la irrupción de China y Rusia que ya mencionabamos) aumentan las posibilidades de llevar adelante ciertas políticas de fomento industrial en la periferia. Es posible articular un estado desarrollista que fomente el cierre de algunas brechas tal como lo hicimos en la era dorada del modelo industrial. Es posible avanzar en la producción de satélites, biotecnología, autos eléctricos, baterias de litio. Esto permitiría solucionar algunas cuestiones básicas aunque no se alcancen los niveles de consumo de la clase media de los países desarrollados. El objetivo alcanzable no es ser Japón o Corea del Sur pero, por ejemplo, es un absurdo que en Argentina haya gente que pase hambre. Cuando uno piensa en un Estado desarrollista a veces piensa en grandes temas, pero también implica tener una burocracia eficiente y eficaz que sepa planificar cosas básicas. El problema más complejo es que las elites locales juegan en contra. Ellos quieren disfrutar de patrones de consumo de los países desarrollados, viajar a Miami todos los años y ese tipo de cosas. Ahí la cosa se complica porque esa lucha de clases internas te limita una política de desarrollo. El problema es que el destino de esas elites está disociado de lo que pasa en el territorio.

- Eduardo Crespo: La desconexión de las elites es un problema muy grave. Para dar un ejemplo actual de Brasil. El ministro Guedes está desfinanciando las universidades públicas porque, entre otras cosas, su hermana es una de las dueñas de las universidades privadas más importantes.

- Matías Vernengo: Lula amplió derechos en ese terreno con la creación de nuevas universidades y la asignación de cupos a la población más vulnerable. A partir de allí, la clase media-alta profundizó la tendencia a irse a las universidades privadas y al extranjero, retomando una tradición de larga data porque las elites brasileñas solían ir a estudiar a Portugal. No era un problema para ellas que no existieran casas de altos estudios en Brasil. En realidad, la universidad pública es muy nueva: la primera (la de Rio de Janeiro) es de los años 30 del siglo pasado. En otras palabras, a las elites no le importan que destruyan la universidad pública.
El problema es que actores conformarían, además del Estado, una coalición de poder que sostenga un proyecto desarrollista. Cuando se habla de estos temas surge, por ejemplo, el rol que debería jugar la mítica burguesía nacional.

- Eduardo Crespo: La patria de los sectores capitalistas en América latina es el dólar y Wall Street. Eso dificulta la conformación de una coalición de poder. En la coyuntura argentina, la existencia de una crisis profunda tal vez permita un margen de negociación con algunos sectores. Más allá de eso, el Estado debe liderar esa coalición de poder. Lo poco que hubo de Estado desarrollista en América Latina (Argentina, Brasil, México) nunca tuvo a los capitalistas de tu lado. El desarrollo brasileño fue más producto del Ejército que de la burguesía paulista.

- Matías Vernengo: El rol estatal es fundamental. Para mencionar un ejemplo concreto. El Estado argentino tiene que fijar las reglas que la acumulación financiera sea en moneda local, tal como fue en el caso brasileño. La dictadura militar brasileña creó un mercado de capitales en moneda doméstica. A pesar de que en algún momento sufrieron un proceso hiperinflacionario, la elite local continúa sin ahorrar en dólares. Eso no fue por una cuestión cultural sino porque hubo políticas de Estado que los obligaron a invertir en moneda doméstica.

La hipocresía de la ortodoxia

A pesar de los problemas teóricos y prácticos, la economía ortodoxa continúa gozando de una fuerte preeminencia académica. ¿Cuál sería la explicación de ese aparente contrasentido?.
- Matías Vernengo: ¿Por que hay un período histórico (entre las décadas del '30 y el '70 del siglo XX) en que se repiensa la economía? Porque aparece una capacidad contestaria que genera un espacio intelectual para repensar cuestiones ligadas a la economía, el desarrollo. El marginalismo perdió el debate económico en las denominadas Controversias del Capital, tal cual lo reconoce el propio Samuelson. Y sin embargo no pasó nada. Eso constituyó un sistema que yo llamo de hipocresía organizada. Hay un texto de Paul Krugman que dice que, en los años ochenta, todos sabían que era necesario escribir las ideas adaptadas al modelo de expectativas racionales. Él reconoce que eso era ridículo, que los resultados eran absurdos, pero que era la única forma de poder publicar. Era la forma de ingresar al sistema. La hipocresía organizada es eso: una teoría económica que saben que no funciona, pero que igual la defienden. La regla vigente es que los premios se los llevan los economistas que te dicen que los mercados funcionan.

- Eduardo Crespo: La teoría del equilibrio general no cierra y ellos lo saben. Suena medio crudo decirlo pero así es. El predominio académico de la ortodoxia no tiene que ver con otra cosa que con relaciones de poder. En los últimos años no hay más debate económico en la academia. Lo único que se plantea son meras cuestiones económetricas. 

Original: Cash

7 may 2014

Poder, Geopolítica y Desarrollo



por José Luis Fiori




"En última instancia, los procesos de desarrollo económico  también son luchas de dominación". 

"Max Weber, Escritos Políticos I Folios Ediciones, México, 1982, p . 18


El capitalismo vino asociado a un sistema específico de poder, el sistema interestatal europeo. Y desde el principio, fue uno de los principales instrumentos de poder de los estados que han impuesto dentro y fuera de Europa, convirtiéndose en las primeras "grandes potencias" del sistema. 

Durante los siguientes cinco siglos, el desarrollo de estas "grandes potencias" ejerce un efecto gravitatorio y expansivo en todo el "sistema interestatal capitalista“, que fue ampliando sus fronteras de forma continua, como un "universo en expansión“. Dentro de este "universo”, fueron creados e integrados sucesivamente nuevos Estados y economías nacionales que compiten y jerarquizan dinámicamente y se pueden clasificar en tres grandes grupos:

i. En el primer grupo, están las economías estatales y nacionales que adoptan estrategias de integración directa, con respecto a los líderes potenciales. Se habla de "desarrollo por invitación" o "asociados" para referirse a estos países con un acceso privilegiado a los mercados de capitales y las grandes potencias, obtenidos a cambio de la sumisión a su política exterior y a su estrategia militar global. Como fue el caso de Canadá, Australia y Nueva Zelanda, antes y después de la independencia, así como de Alemania, Japón y Corea después de la Segunda Guerra Mundial, en la condición de protectorados militares de Estados Unidos.

ii. En un segundo grupo, se encuentran los países que cuestionan la jerarquía internacional y adoptan estrategias para cambiar el statu quo y de acelerar el crecimiento con el objetivo de cambiar su participación en la distribución internacional del poder y la riqueza. Son proyectos nacionales que se pueden bloquear, y pueden ser incapaces de superar las "barreras de entrada" del "núcleo central”, impuestas por las grandes potencias. Pero también pueden tener éxito y dar lugar a un nuevo poder regional o mundial, como fue el caso en los EE.UU. en la primera mitad del siglo XX, y China, en el inicio del siglo XXI.

iii. Finalmente, un tercer grupo incluye a todos los demás países "de abajo " o “periferia” política y económica del sistema. Son Estados y economías que pueden tener fuertes ciclos de crecimiento y tener industrias, pero que no tienen condiciones o no tienen la intención de desafiar el orden establecido, y aceptar su posición política subordinada dentro del sistema internacional de poder, y se mantienen como proveedores de materias primas y bienes industriales específicos, como en el caso de Chile, Colombia y Perú, entre muchos otros.

En el otro extremo del sistema, el pequeño grupo de grandes potencias "ganadoras" también es jerárquico y juega internamente - un nivel diferente de poder - la misma dinámica de la competencia de todo el universo. Pero aun así, es posible identificar dos grandes regularidades en su trayectoria "victoriosa":

Primero: todas enfrentarán en algún momento, invasiones extranjeras, guerras civiles o rebeliones sociales, y estos eventos contribuirán de una u otra manera, a fortalecer su identidad nacional y a movilizar sus sociedades en torno a los grandes proyectos de defensa y / o el reconocimiento internacional. Por estar situados en tableros geopolíticos altamente competitivos, estos países también compartirán una constante sensación de "cerco" y amenaza externa, lo que explica la centralidad de sus sistemas de defensa en la definición de sus políticas de desarrollo y la industrialización, y su constante preocupación con la conquista y el control monopólico de las "tecnologías sensibles" que fueran decisivas para el éxito de toda su economía nacional.

Segundo: todos sus estados y sus grandes capitales privados "faltarán el respeto" sistemáticamente a las reglas y las instituciones competitivas de mercado que deben ser obedecidas por los que están situados en los peldaños más bajos del sistema. En este punto, se puede hacer una ley casi universal: quienes dirigieron una expansión exitosa del capitalismo siempre han sido Estados y capitales que fueron capaces de navegar con éxito, a contramano de las "leyes del mercado", es decir, los "grandes depredadores" que pueden mantener y renovar permanentemente su control monopólico de la "innovación" y "ganancias extraordinarias".

¿Este camino de los "ganadores" está abierto a todos los países? No, porque la energía que impulsa a este sistema es exactamente esta lucha continua entre los estados, las economías nacionales y el capital privado para la conquista de las posiciones y los monopolios que son por definición desiguales. Aun así, algunos estados pueden modificar su posición relativa dentro de este sistema, en función de su territorio, sus recursos y su cohesión social. Y de la existencia de una élite política capaz de asumir las grandes presiones sociales y el aumento de los desafíos y las provocaciones externas, como un signo de madurez de un país que ya está preparado para sostener una estrategia a largo plazo de cuestionar el statu quo internacional, y de desarrollo con movilidad social generalizada.

Original: Carta Maior

30 jul 2013

Eduardo Crespo: Geopolítica, geoeconomía y el rol de Argentina en el mundo



El lunes 29 de julio en el edificio del Sindicato Argentino de Docentes Privados (SADOP),  el departamento de Política Económica del SIDbaires organizó esta charla de Eduardo Crespo, politólogo (UBA) y Doctor en Economía (Universidad Federal de Río de Janeiro) sobre Geopolítica y Economía Política, donde Crespo se explayó sobre la situación de Brasil y de la Argentina en el mundo, examinando similitudes y diferencias con procesos de desarrollo bajo la guerra fría, y las dificultades para el desarrollo económico.
Actualmente es docente e investigador de la Universidad Federal de Río de Janeiro. Y fue varios años también profesor de la Facultad de Economía de la UBA.