El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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Teorías del valor y la distribución una comparacion entre clásicos y neoclásicos

Fabio PETRI   Esta obra, traducida por UNM Editora, ha sido originalmente editada en Italia con el título: “Teorie del valore e del...

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8 jul 2015

“No creo que pueda haber una integración regional exitosa con un Brasil en recesión y neoliberal”

Eduardo Crespo:

 

 “No creo que pueda haber una integración regional exitosa con un Brasil en recesión y neoliberal”

El economista y profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Eduardo Crespo, realiza un balance sobre la situación política y económica de Brasil a seis meses del comienzo del segundo mandato de Dilma Rousseff. Además analiza los derechos laborales en el país, la corrupción alrededor de Petrobras, la reciente gira de la presidenta por Estados Unidos, y las perspectivas de integración para la región.

¿Qué balance podrías hacer de la política económica implementada por el gobierno de Dilma Rousseff en estos seis meses que lleva su segundo mandato?
La política económica de Dilma Rousseff en su segundo mandato se caracteriza esencialmente por un giro conservador y neoliberal; y por un retorno en el plano discursivo a la jerga de los años noventa, con el estilo de Margaret Thatcher de que “no hay otra alternativa y no se puede hacer otra cosa”. Esta forma se opone a su mandato de campaña donde, incluso, llegó a acusar a la otra candidata Marina Silva de ser la representante del Banco Itaú —porque algunos de sus asesores pertenecían a esta entidad—. En este sentido una de las primeras medidas que tomó Rousseff fue nombrar personal del Banco Bradesco a cargo del Ministerio de Economía, quienes están implementando ajustes a todo nivel: en el plano fiscal, subas de las tasas de interés, una interrupción de líneas de crédito de todo tipo (destinados a la producción y al plan de vivienda Minha Casa Minha Vida), recortes de derechos laborales, la interrupción de contratos, suspensión de obras, entre otras.
La situación descripta coincide con un plano bastante complicado para el gobierno, que rompió su alianza política y la derecha lo que está poniendo entre las cuerdas con denuncias de corrupción—principalmente en el parlamento hay graves acusaciones que comprometen a altos funcionarios—. Todos los indicadores disponibles hasta la fecha demuestran que la situación ha empeorado porque hay: un aumento del desempleo, una caída de los niveles de producción, y una aceleración de la inflación (porque al mismo tiempo se devaluó el real).
Los indicadores son muy malos. El gobierno en el poco tiempo que lleva de su segundo mandato tiene un nivel de popularidad según encuestas —que pueden ser discutibles—, que rondan el 10% de aprobación. Es una situación difícil y además coincide con un alto grado de movilidad de sectores radicales de derecha con consignas golpistas. A esta altura diría que sería un logro que el gobierno termine su segundo mandato en estas condiciones.

Este año ha tenido fuerte impacto en los medios de comunicación el proyecto de ley de “tercerización laboral”. ¿Qué resonancia ha tenido este tema en Brasil y cuáles son las perspectivas a futuro?
En Brasil hay un gran debate, lo que no sabemos todavía es qué va a hacer el ejecutivo con esa ley aprobada en el parlamento. No hay que olvidarse que los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) todos fueron una coalición principalmente con el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), un partido mucho más a la derecha que el PT. Esa alianza hoy está rota y es desde el parlamento desde donde se están promoviendo estas iniciativas.
El ex presidente Lula da Silva pidió que Rousseff vetara la ley, pero en las actuales circunstancias no sabemos si lo va a hacer porque realmente la concesión sería total a casi todo nivel. Así que es algo que está en suspenso, pero de todos modos hay retrocesos de las condiciones y los derechos laborales. En este sentido, buena parte de las universidades están de paro porque hubo un importante recorte presupuestario que compromete servicios básicos como higiene, suspensión de servicios tercerizados y becas para estudiantes de menores recursos o extranjeros, y muchas otras transferencias sociales que se han suspendido de la noche a la mañana. Entonces hay suspensión de derechos laborales por donde uno los quiera ver, más allá de la ley que apunta a la tercerización.
Con respecto a la ley hay una fuerte presión de los medios de comunicación y de sectores conservadores del empresariado, que quieren que se apruebe. Pero esa ley es lo de menos en las actuales circunstancias porque los salarios ya están cayendo ahora, hay una devaluación unida a un ajuste fiscal, una suspensión de derechos y de transferencias, y un aumento del desempleo. El cuadro es completamente negativo.

También han tenido fuerte visibilidad internacional las denuncias de corrupción en la empresa Petrobras. En las elecciones del 2014 algunos medios de comunicación vinculaban directamente a Dilma Rousseff y a Lula da Silva como cómplices de esta situación. Fue el caso de la revista Veja que antes del ballotage de octubre publicó una tapa con la foto de Dilma y Lula con la frase “ellos sabían todo”, referida a la red de corrupción de la petrolera. ¿Cuáles han sido las principales medidas que se tomaron en relación a este tema?
Petrobras evidentemente empezó a funcionar como una especie de caja para el financiamiento de la política (algo que no era habitual en Brasil). Por lo menos esto es lo que se llega a entender a partir de la información de los medios de comunicación, que en Brasil son mucho menos confiables que en la Argentina. Ahí están comprometidos altos funcionarios de los gobiernos de Dilma (tanto el actual como el anterior) y de Lula.
Petrobras es una empresa fundamental en Brasil que explica aproximadamente el diez por ciento de las inversiones, pero en este momento está paralizada por todo el proceso de investigación que se está realizando. Los planes de proyección y de expansión en base al yacimiento Presal y todos estos nuevos descubrimientos petroleros que estaban proyectados para los próximos años, están suspendidos por lo menos hasta el año 2017.
En el plano político hay mucho riesgo que esta situación termine comprometiendo a altas figuras políticas de los gobiernos del PT, que incluso podría llevar a la realización de un juicio político a la presidenta. Si bien mucha gente dice que no hay base jurídica para tal situación, políticamente no sé hasta dónde pueden llegar.
Es decir, el caso Petrobras instaura una crisis política y económica. Quienes usufructúan este proceso son los medios de comunicación y sectores conservadores de derecha que están tratando de aprovechar las circunstancias. 

En estos días Dilma Rousseff realizó una gira por Estados Unidos y se reunió con el presidente Barack Obama. ¿Qué podrías decir sobre la relación bilateral que existe actualmente entre los dos países?
Es una incógnita lo que se está negociando y hasta dónde van a llegar estos acuerdos. Las relaciones con Estados Unidos eran bastante tensas por las escuchas y las filtraciones de información que realizaba el gobierno norteamericano para observar los pasos del gobierno brasileño. Básicamente tenían todo pinchado en Brasil, incluida a la presidenta y los principales ministros. De modo que esto generó una situación de tensión con Estados Unidos. 
Dadas las actuales condiciones no me resulta nada sorprendente que Brasil termine haciendo algún tipo de acuerdo que vaya en la dirección de un tratado de libre comercio con Estados Unidos. La concesión a nivel económico es total y no creo que la política exterior vaya en una dirección muy distinta. La mayor parte de los sectores empresariales y financieros, que tienen una gran influencia en Brasil, apuntan a tener un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. 
Las perspectivas para la integración latinoamericana me parecen bastante complicadas. No digo que a partir de la gira por Estados Unidos se vaya a desmoronar el Mercosur, ni nada por el estilo. Pero me parece que en las actuales condiciones marca una dirección tanto económica como exterior brasilera.

Con respecto a la integración regional, ¿cuáles serían las perspectivas a futuro para fortalecerla?
Para mi son muy oscuras las perspectivas de integración. No creo que pueda haber una integración regional exitosa, con un Brasil en recesión y neoliberal. Es decir, la integración por vía neoliberal es algo que estamos observando en Europa y que va al fracaso.
Si Brasil no retoma una vía popular y desarrollista dudo que la integración regional vaya a avanzar mucho. Todo lo contrario, creo que va a retroceder.
En términos macroeconómicos, si el principal país de la región está creciendo a tasas bajísimas y con recesión ello perjudica a sus socios: por las exportaciones principalmente. Además no creo que haya ninguna iniciativa para promover algún tipo de infraestructura común —como puede ser la inauguración de un tren que comunique a San Pablo con Buenos Aires— con un esquema político y económico de característica neoliberal.

Original: Nodal Economía

27 sept 2013

VI Congreso Internacional de Economía Ética- Universidad Santo Tomás

Honrados con la invitación, del 9 al 11 de Octubre participaremos junto a Fabian Amico en el VI Congreso Internacional de Economía Ética. Comunidad de Estados Latinoamericanos

Universidad Santo Tomás

 
CONFERENCIA INTERNACIONAL

(2:00 PM - 3:00 PM)
Del “Mercado Común Latinoamericano” al “Regionalismo desarticulado”
Alejandro Fiorito Msc
Asesor Económico en la Secretaría de Comercio del Ministerio de Economía de la Argentina. Unidad Asia, África y Oceanía y MERCOSUR, Argentina

CONFERENCIA INTERNACIONAL
(7:30 PM– 8:30 PM)
La desaceleración del motor del crecimiento, la hipótesis de decoupling y la integración Sur-Sur: un enfoque alternativo.
Fabián Leonardo Amico Ms.C
Investigador permanente en el Cl CEFID-AR
(Centro de Economía y Finanzas para el Desarrollo de la Argentina)

26 may 2013

Locomotora Frenada




 Por Claudio Scaletta


Un dato que marca el cambio de época en América latina es escuchar de qué hablan sus economistas, en particular los que importan. Mientras hace una década los temas dominantes pasaban por el mega endeudamiento, los déficit y las condicionalidades de los organismos financieros internacionales, en el nuevo siglo la agenda comenzó a ser ocupada por el desarrollo, los mercados internos y la integración regional. El rol de estas variables atañe especialmente a las dos principales economías del Mercosur. A pesar de sus diferencias; de procesos históricos, relevancia internacional y tamaño, Argentina y Brasil se parecen mucho en algunos aspectos que importa señalar. Ambas economías crecieron en la última década sobre la base de sus mercados internos con redistribución positiva del ingreso, las dos se sacaron de encima al FMI, ambas se benefician de sus mutuos crecimientos, pero también, las dos parecen haberse frenado recientemente por causas autoinfligidas. Argentina creció el 8,2 por ciento en 2010, el 8,9 en 2011 y el 1,9 el año pasado. El freno de Brasil fue más fuerte. Pasó del 7,5 por ciento en 2010, al 2,7 en 2011 y al 0,9 en 2012. A diferencia de 2009, cuando impactó fuerte la crisis internacional, en los últimos tres años no acontecieron cataclismos internos ni externos.


Dejando de lado, en este artículo, a Argentina y enfocando a Brasil: allí puede verse que las reservas internacionales rondan los 400 mil millones de dólares, los precios de las commodities siguen empujados por la dinámica china, no hay problemas de deuda externa, tampoco de balanza de pagos. No existen mayores dificultades en la macroeconomía. El tipo de cambio tampoco es problema, aunque los exportadores siempre lo vean sobrevaluado. Además, el mundo está dispuesto a prestarle, a cambiar dólares por reales; hay entrada de capitales y la situación financiera es holgada. Esta foto del presente, es también la de los dos años anteriores. ¿Cómo se explica entonces el freno de los últimos dos años?


En un trabajo publicado esta semana en el número 5 de la Revista Circus, “la desaceleración rudimentaria de la economía brasileña desde 2011”, los economistas Franklin Serrano y Ricardo Summa, de la Universidad Federal de Río de Janeiro, ensayan una explicación. El argumento principal es que el freno respondió a razones de política interna antes que a un contexto externo adverso, contexto al que se le asignaron todas las culpas.


Efectivamente, las exportaciones que en volumen habían crecido el 9,5 por ciento en 2010 sólo se expandieron el 2,9 en 2011. Dado que hubo una mejora cambiaria y también de los precios internacionales, la causa de la caída fue la menor demanda mundial. Serrano y Summa destacan que si bien la evolución de las exportaciones importa, sólo representan el 11 por ciento del PIB, con una influencia todavía menor sobre la Demanda Agregada si se descuenta el alto contenido importado. En consecuencia, este canal de transmisión no alcanza para explicar una caída tan fuere del producto como la que finalmente se registró. Asimismo, el balance comercial se mantuvo positivo, aunque con un saldo algo menor, al igual que la balanza de pagos. Sólo en 2011, Brasil aumentó sus reservas en 60 mil millones de dólares.


Descartado el factor externo como explicación del parate, el trabajo analiza en detalle la reacción de la política económica local.

Serrano y Summa señalan que con el objeto de mantener las metas de inflación se aplicaron medidas de desincentivo al consumo (“macroprudenciales”) en conjunto con un ajuste monetario y fiscal “rudimentario”, medidas que causaron la desaceleración del crecimiento aun antes de que comiencen a sentirse los efectos de la crisis internacional.


El dato más inquietante de la investigación es que el ajuste no funcionó en sus propios términos.

- Desde lo financiero no se mejoró el riesgo país, que subió de 89 a 208 puntos entre diciembre de 2010 y el mismo mes de 2011, una variación respondió a la turbulencia en los mercados financieros internacionales, las que “no tiene nada que ver con el superávit fiscal primario o con el tamaño relativo o absoluto de la deuda neta o bruta interna brasileña”.


- La caída provocada en la demanda tampoco sirvió para reducir la inflación, que pasó del 5,9 a 6,5 por ciento en el período, dato que confirma que la suba generalizada de precios “no se debe a un exceso de demanda agregada” sobre una capacidad de producción dada, sino “a las presiones de costos”.

- Tampoco se consiguió una mejora de la inversión, puesto que “la inversión privada no crece de forma sustentable si la demanda final no se expande” a la vez que “el ajuste fiscal penaliza de manera desproporcionada la inversión pública”.

Si estos fueron los fracasos, el freno inducido al PIB brasileño también tuvo, según Serrano y Summa, sus “éxitos”. El resultado del menor crecimiento significó:

- Una reorientación de las transferencias públicas en favor de los empresarios vía desgravaciones impositivas.

- Una mejora de los ingresos de los exportadores con un dólar que pasó de 1,6 a 2 reales.

- Un aquietamiento del conflicto distributivo debido al menor crecimiento.

Según los autores, estos éxitos son los que explicarían que una situación de inflación por encima de las metas y con bajo crecimiento dé lugar a un apoyo al gobierno de Dilma Rousseff por parte de “sectores de la sociedad brasileña que siempre se opusieron a un proyecto de crecimiento acelerado asociado a la construcción de un Estado de bienestar, la inclusión social y la mejora en la distribución funcional del ingreso”.

Visto desde Argentina puede destacarse que, aun hoy y a pesar de la experiencia propia en 2012, existen think tanks, como el Cedes, es decir; no necesariamente los más ultramontanos, una suerte de “heterodoxia de derecha”, que para controlar la inflación proponen una receta similar, algo de devaluación con un poco de ajuste fiscal y monetario.


En términos regionales preocupa la falta de vocación por el crecimiento sostenido por parte de amplios sectores de las clases dominantes. Llegado cierto punto, comienza a preocupar más el crecimiento de los salarios. Esto sucede luego de un largo período con el tipo de cambio apreciado, bajo desempleo relativo y mayor inclusión. Al parecer, las elites económicas se sienten conformes en niveles subóptimos y rechazan profundizar los cambios estructurales que supone el desarrollo.

Fuente: Pagina12

28 feb 2010

Crisis de la integración europea. Una falla de origen




Por Fabián Amico


Como dice el politólogo brasileño José Luis Fiori, si fuese posible jerarquizar los sueños, la creación de la Unión Europea estaría entre los más importantes del siglo XX. Podría agregarse que la unidad europea, en el terreno económico, se constituyó también en el parámetro “natural” (ortodoxo) para juzgar todo proceso de integración, como el Mercosur. La imagen de un bloque moderno y eficiente, desafiante de la hegemonía norteamericana, comenzó a construirse cuando los estados europeos decidieron abdicar parte de sus soberanías nacionales, para crear una comunidad económica y política supuestamente inclusiva, armoniosa, sin discriminaciones ni hegemonías. Era un verdadero milagro. Y hoy ese milagro se derrumba. Surge la pregunta: ¿no era el Euro el que iba a reemplazar al dólar como moneda internacional de reserva?. A su vez, esto no deja de tener un interés didáctico para los latinoamericanos que, en muchos análisis y discursos pro-integración (desde el Mercosur hasta el Alba) insisten en plantear erróneamente la unificación monetaria (o cambiaria) como paso necesario y previo de la unificación política y comercial.

Grecia y España son aquí solo emergentes de un proceso más profundo. Las razones económicas del fracaso europeo se relacionan con los fundamentos que guiaron la unificación política. Se utilizó la integración monetaria como un catalizador para la unificación política. En suma, una unificación en clave monetarista. Pero el intento era logicamente inconsistente. La integración monetaria, sin una autoridad conjunta sobre el poder presupuestario y un balance de pagos común, dañaría más que mejorar la cohesión de la unión, debido al impacto diferencial de la política monetaria sobre los miembros. Además, impondría forzosamente políticas restrictivas para mantener el esquema institucional adoptado.

Restauración pre-keynesiana mediante, la unidad europea se fundó sobre los principios de la libre movilidad del capital, la independencia estricta del banco central y la renuncia a la soberanía monetaria y fiscal. La racionalidad última de estas creencias era que las variables reales son imunes a la política monetaria. Además, la liberalización del flujo de capitales era vista como fuente de “disciplina” sobre el gasto público, porque impedía la monetización y/o la financiación del déficit a bajas tasas de interés.

Según el saber convencional, estas fuentes de disciplina deberían redundar en un ratio entre deuda / PIB decreciente. Sin embargo, tras la “irrevocabilidad” de los tipos de cambios fijos entre países, la liberalización de capitales implicó tasas de interés persistentemente altas en la mayor parte de Europa. Y esto produjo el resultado opuesto: subió la relación deuda pública-producto, provocando agudas astringencias fiscales y forzando la búsqueda de altos superávits públicos, lo que a su vez fue deprimiendo la demanda doméstica y aumentando el desempleo que hoy ronda el 10% en promedio en la eurozona.

La movilidad de capitales, con tipos de cambio fijos, impuso altas tasas de interés domésticas para atraer esos flujos. Pero la política fiscal no puede ser independiente de la tasa de interés, cuyo nivel tiene un fuerte impacto fiscal y en la situación distributiva. La apertura financiera tiene fuertes repercusiones distributivas a través de la persistente presión hacia el aumento de los excedentes fiscales para financiar los mayores pagos de intereses impuestos sobre las deudas públicas. Tales esfuerzos, a su vez, llevan a imponer mayores impuestos sobre los trabajadores y/o el consumo, ya que una tributación progresiva, con mayor carga sobre las ganancias domésticas, puede inducir fugas de capitales. Por eso, ya es una regularidad empírica que los controles de capitales aparezcan asociados con menores tasas de interés y mayores niveles de empleo.

En este círculo vicioso se encuentra hoy el experimento europeo. La creciente conciencia de estos problemas de base y la resistencia social al ajuste derivado del arreglo institucional de la eurozona, van generando una actitud crítica creciente respecto del proyecto de integración europea en su conjunto. Ya hubo avisos importantes con los estallidos de fuertes protestas sociales en Francia y Alemania entre 1995 y 1996.

Las recomendaciones de Maastrich para la crisis actual son tan simples como las que proclamaba la convertibilidad argentina de los noventa: un plan de “consolidación” (ajuste) fiscal “creíble”, drásticos recortes del gasto público para sustituir las subas de impuestos, logrando una devaluación interna mediante fuertes reducciones salariales y “reformas estructurales” que aporten competitividad. Es decir, ajustar toda la economía y el nivel de vida de la sociedad para que encajen en el “ropaje” institucional adoptado. Pero es un pozo sin fin. Keynes comparó la riqueza privada con el arcón de una viuda, que permanece sin vaciarse por mucho que se gaste, para ejemplificar la idea de que es el gasto agregado, y no el ahorro, el que gobierna el crecimiento de la riqueza. En cambio, alertó, el intento de poner la cosas al revés tendría funestas consecuencias prácticas: cuando los gobiernos contribuyen a reducir el flujo de gasto, entonces la riqueza privada se convierte en una Jarra de Danaíd que jamás podrá llenarse.

La necesaria emancipación de las ilusiones de Maastricht no será tarea fácil. Hace falta romper con la restauración teórica prekeynesiana que todavía gobierna las ideas económicas desde hace más de veinte años y que fundamentaron el experimento de integración europea ahora en gradual desintegración. Y por supuesto, ello deberá ir de la mano de un cambio –hoy demasiado lejano- en las aptitudes políticas de una comunidad regional caracterizada por una creciente xenofobia, con izquierdas o socialdemocracias en bancarrota intelectual, con despliegue del nacionalismo facista y con los europeos de a pie encerrados en sí mismos, a punto de salir a las calles pero temerosos de perder lo poco que les queda.Ver