El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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14 may 2016

A 80 años de la "Teoría General" de Keynes ¿El ahorro se puede "canalizar" hacia la inversión?



 por Alejandro Fiorito*

Hace unos dias el presidente del BCRA, Adolfo  Sturzenegger afirmó:Sustituimos consumo por ahorro”. en relación las medidas impulsadas en los últimos meses cuyos resultados macroeconómicos fueron reducir la actividad económica a partir de una devaluación, suba de tarifas y suba de tasas de interés que reduce la capacidad de consumo real de los asalariados y que viven del mercado interno dentro de un programa de metas de inflación. ver ACA 
La caída en el consumo fue óbice para que el funcionario planteara esta dualidad de pretender "generar ahorro" como lo haría una economía doméstica familiar,  "ajustándose el cinturón" y como si  pudiese tener validez a nivel macroeconómico.  (aditividad). Ya anteriormente nos sorprendió con un discurso sobre  "pensar en equilibrio general" con una fuerte dosis de ingenuidad y dogmatismo . Ver Crespo ACA.

Un buen texto para explicar de manera sencilla y clara la causalidad de inversión a ahorro y no al revés, como pretende la frase de marras, es el paper de Franklin Serrano, "¿La suma de los ahorros determina la inversión?" donde se demuestra en su primera parte, como cualquier intento de modificar el ahorro privado,  el ahorro público o bien el mal llamado "ahorro externo" no modifican a la inversión, cerrando en  un sistema de suma cero entre ahorros sectoriales en un lado de la identidad contable.

La causalidad de oferta del core marginalista, postula que con ajustes de consumo privado o público, por ejemplo, se generará un mayor ahorro, lo cual por identidad de las cuentas nacionales se obtendrían mayores inversiones, por ser contablemente iguales ex post . Sin embargo, lejos de esto, economicamente   dicha caída del consumo simplemente hace caer el ingreso en igual monto, por lo que no se convierte en ahorro y por lo tanto no tendrá ningún efecto sobre la inversión. 
Afirmaciones como las de Sturzenegger, obligan a reflexionar sobre el  retraso del conocimiento de la causalidad macroeconómica en por lo menos en 80 años desde la publicación de la Teoría General de Keynes y sobretodo la falta de comprensión del funcionamiento de la demanda efectiva tanto para el ciclo como para el crecimiento económico. En cambio, redundan en las versiones convencionales, los supuestos de pleno empleo de recursos como también un amplio juego del "principio de sustitución factorial" tanto para el trabajo (discusion de costos de echar empleados actual como determinante de la generación de empleos) como para la inversión de capital. Es tal el dominio en la currícula, como en lo editorial ("manualistica") alrededor de este tipo de planteos, que no pocos economistas opuestos a los planteos del neoliberalismo llegan a abonar tambien la idea de "canalizar" ahorro hacia la inversión. Ver una explicacion de las hipotesis keynesianas en Garegnani ACA


Es precisamente al revés que la causalidad funciona, por supuesto sin la tendencia al pleno empleo de recursos (y sin supuesto alguno de rigidez de precios). Sólo la variación de la inversión pública y privada es la que puede incrementar la capacidad productiva via el acelerador de la inversion. Ver ACA.  En efecto, la inversión se acelera con el impulso de la demanda autónoma: (consumo autonomo basado en transferencias sociales y gasto no asalariado), consumo e inversión pública y exportaciones y no por cambios de la tasa de interés. La razón  principal de esto, es la inexistencia de curvas de demanda "factoriales" de pendiente negativa para capitales heterogéneos (distinta composición orgánica). Ver por ej. Lazzarini  ACA

Docente de Universidad Nacional de Moreno





25 sept 2012

Sraffa y la Inversión Inducida



Nos envía desde Roma Franklin Serrano una "perlita", poco conocida de Sraffa, respecto a su posición respecto al papel del gobierno en controlar la demanda efectiva y garantizar que las inversiones se mantengan positivas (acelerador de la inversión) estabilizando con demanda autónoma el crecimiento de la economía.

"En la primavera de 1963 o en el otoño" de 1964, le pregunté a Sraffa como es que él no había preferido tomar como dato, la tasa de salario, sino la tasa de ganancia y había sostenido que el nivel de esta última podría ser influenciado en particular por los niveles de tasas de interés monetario.
Él me respondió que en el pasado los empresarios, al decidir cuánto invertir, estaban fuertemente influenciados por el crecimiento general de la economía y la forma en que se había manifestado este crecimiento en los periodos anteriores.
Actualmente en cambio –estamos en el ´63-´64, estos inversores esperan que las autoridades serán capaces de regular el crecimiento del sistema adecuándolo a un nivel de crecimiento normal. Esperan, por lo tanto, que la rentabilidad de sus inversiones volverá rápidamente al nivel normal. También los banqueros razonan de esta manera. Es así como las tasas de interés representan un indicador de la tasa de ganancia normal.
Es por eso que ya no existen más “las oscilaciones del pasado, y por lo tanto el crecimiento del sistema es más estable”.
(p.200) Terenzio Cozzi "Un teoria con un grado di libertad" en  riccardo bellofiore (editado por) "Tra teoria economica e grande cultura europea: piero sraffa" franco angeli, Milano, 1986


In Italiano
"Nella primavera del 1963 o nell' autunno del 1964, ho chiesto a Sraffa come mai egli avesso preferito assumere come dato, non il tasso di salario, ma il tasso di profitto e avesse sostenoto que che il livello de quest'ultimo poteva essere influenziato in particolare dai livelli dei tassi dell' interesse monetario.
Mi rispose che nel passato gli imprenditori , nel decidere quanto investire, erano fortemente influenziati dall' andamento generali dell' economia e da come si erano manifestati questi andamenti nei periodi ricenti. Al primo acceno di cadutta di livelli produtivi, decidevano bloccare gli investimenti. Attualmente invece - siamo nel 63' o 64' - essi si aspettano che la autorità saranno comunque in grado di regolare l' andamento del sistema riportandolo in condizioni di crescita normale. Si aspettano, quindi, che la redditività dei loro investimenti tornerà rapidamente al livello normale. Anche i banchieri ragionano in questo modo. Ecco perché i tassi di interesse rappresentano un indicatori del tasso di profitto normale.
Ed ecco perché questo non ha piu' le oscillazioni del passato, e cosi la crescita del sistema è piu' stabile.

 (p.200) Terenzio Cozzi "Un teoria con un grado di libertà" in riccardo bellofiore (a cura di) "Tra teoria economica e grande cultura europea: Piero Sraffa" franco angeli, Milano, 1986





23 may 2010

Las políticas de Demanda son necesarias y posibles



Roberto Ciccone -
Economista y Profesor de Uniroma Tre-Roma

Una de las premisas del artículo de Cristiano Antonelli es bastante aceptable: el pesimismo sobre la capacidad del sistema económico para superar la crisis actual de forma espontánea y volver a los niveles de actividad y tasas de crecimiento relativamente altas. No estoy de acuerdo en cambio en las líneas de intervención, en particular para la economía italiana, que propone Antonelli, y en parte derivada de la interpretación que da de las causas de la grave situación económica que estamos viviendo.
Un desacuerdo general se genera sobre el enfoque global de las políticas propuestas por Antonelli, que, como él subraya, deberían consistir en políticas "de oferta" más que de una política de la demanda, y esto es en referencia a las necesidades más inmediatas de salida de la depresión, o sobre un horizonte a más largo plazo, en lo que respecta al desarrollo de la economía italiana. Para uno y para otro orden de problemas Antonelli sugiere que la estrategia es mejorar el grado de especialización de la producción italiana: en el corto plazo no impedir la contracción de las actividades menos competitivas y concentrar el apoyo del público en los más prometedores en términos de eficiencia, y largo plazo a través de la intervención pública destinada a dar un impulso a la innovación tecnológica dentro del "modelo de especialización " considerado más adecuado para nuestra economía. En esta línea de acción, por lo tanto, se centra en un riguroso proceso de selección, no tienen espacio las maniobras expansivas de la demanda agregada. Según Antonelli las políticas "keynesianas” serian en general ineficaces para el área económica que puso en su lugar porque, dada la integración del mercado se traduciría en aumentos de las importaciones en lugar de un aumento del producto domestico. En particular para Italia, entonces, a este tema Antonelli agrega que la existencia de altos niveles de deuda pública no permitiría nuevos aumentos en el gasto público.

La idea de que el apoyo a la innovación tecnológica, centrada en las industrias más capaces de resistir la competencia (dejando que "el mercado" borre el resto del campo) puede resultar en una intervención suficiente para la depresión y la reanudación del desarrollo se une a la interpretación simplista que da Antonelli causas de la crisis. Según Antonelli, esto se debe enteramente al exceso de capacidad generada por las olas anteriores de inversiones tecnológicas, y por lo tanto requiere que la superación de una serie de nuevos avances tecnológicos abran nuevas oportunidades de inversión. Quedan entonces completamente ignorados aquellos factores estructurales que al menos algunos economistas consideran que son las raíces de la crisis, a saber, el drástico cambio en la distribución del ingreso, de franjas bajas o centrales a los que están más altos en términos de renta per cápita, ocurrido en las últimas décadas en muchas partes del mundo, y sus efectos depresores sobre la demanda agregada-en algunos casos, como en los EE.UU., compensado por un determinado período el aumento de endeudamiento de las familias, hasta rationem redde de la crisis financiera que implicó parte del sistema bancario.

Esta visión de los orígenes de la crisis sugiere que la salida de la depresión no puede prescindir de una corrección para estas tendencias de hecho, tanto en lo que respecta a la distribución del ingreso como a la demanda agregada. En esta situación, el problema de la distribución, que en gran medida coincide con la disminución de la cuota de los salarios en la renta nacional, se ve acentuada por el aumento del desempleo y las consiguientes dificultades que una recuperación salarial es destinada a cumplir con las negociaciones salariales entre trabajadores y empresas. Esto lleva a la necesidad de una acción redistributiva del Estado (o en general del sector público) a través de la política fiscal de varias maneras que esta puede asumir. Pero la gravedad de la situación recomienda complementar la política redistributiva, que se presume posible sólo de forma gradual, un aumento de los niveles de demanda que se plantee como suficientemente estable y por lo tanto puede tener un impacto positivo no sólo en los niveles actuales de producción, en las perspectivas de aumento de la capacidad de producción y por lo tanto de la inversión. Las condiciones actuales están lejos de justificar la expectativa de una expansión espontánea y persistente de la demanda privada, se deduce que en este frente es una necesidad la intervención, la política fiscal y, en particular un programa de gasto público que eleve la tendencia de los niveles de la actividad económica, tanto directamente como en los efectos que tienen sobre el gasto privado.
A las propuestas ahora presentadas sumariamente parecerían aplicársele las ya mencionadas objeciones planteadas por Antonelli, la del aumento relativo de las importaciones causada por un aumento de la demanda, y la otra relacionada con el obstáculo que una deuda pública ya elevada constituirían las políticas fiscales expansivas. A partir de la segunda cuestión, si se acepta que la relación entre el saldo de la deuda pública y el producto interno constituye una medida significativa de la deuda (como por otra parte se establecen las normas de la unión monetaria), entonces los efectos de la relación un programa de la política fiscal debe ser valuado teniendo en cuenta no sólo el posible aumento de la deuda, sino también el efecto de aumentar el producto interno que esas políticas son capaces de determinar, ya sea directa o indirectamente, por lo que es concebible que estas políticas pueden producir una reducción del ratio de deuda/pbi respecto a lo que de otro modo se realizaría. No obstante, sería difícil negar que un valor mayor del ratio de deuda/pbi que se asocia con mayores niveles de producción y el empleo sea "Pareto preferible” para la comunidad, que un valor más alto de la relación causado por un producto nacional, más abajo o estancada.

En cuanto al aumento de las importaciones es difícil ponerse de acuerdo con Antonelli acerca de la posibilidad de que los altos niveles de demanda agregada se dirijan exclusivamente, o incluso preferentemente a los productos extranjeros: no es difícil ver por qué tan drástica eventualidad debe darse sólo de incremento de la demanda y no ya a los niveles actuales, ya que claramente no sucede. El problema para discutir es más bien, uno no nuevo, sobre el mayor volumen de las importaciones, y por lo tanto el déficit comercial, que puede ser el resultado de un aumento del producto interno. En primer lugar hay que señalar que esta es sólo una posible consecuencia del crecimiento económico, y no, como Antonelli presentó la cosa, una prerrogativa especial de las políticas de expansión de la demanda: en otras palabras, el problema se refiere al proceso de desarrollo, y se plantea también en relación con los efectos previstos de las políticas de crecimiento definibles “de oferta” -como las recetas tradicionales basadas en la moderación salarial y la flexibilidad en el empleo de trabajo. Dicho esto, medidas como las propuestas por Antonelli y, en general, las estrategias de política industrial para mejorar la capacidad de exportación pueden entonces ser útiles junto a la expansión de la demanda, por lo que las medidas también son concebibles en las articulaciones de bajo o incluso cero contenido directo de importaciones, como supuestamente sería el caso, por ejemplo, de inversiones en infraestructura o construcción pública. No hay que olvidar, por último, el hecho de que la pertenencia a la unión monetaria europea, que de alguna manera nuestra economía ha tomado el instrumento de tipo de cambio, los medios, en cambio, la ventaja de que un déficit comercial en contra de «zona del euro no genera la deuda en moneda extranjera. Y para concluir con lo que es casi obvio, y parece en cambio utópico respecto a la presente filosofía de la política económica europea, los países miembro de la unión monetaria se beneficiarían de manera general y multiplicada si las políticas expansivas se aplicaran (tal vez de manera coordinada) a nivel de toda el área de la unión y que al valor común se agrega el hecho que una cuota importante de los flujos comerciales se mantendría dentro de la misma zona.