El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

Entrada destacada

Teorías del valor y la distribución una comparacion entre clásicos y neoclásicos

Fabio PETRI   Esta obra, traducida por UNM Editora, ha sido originalmente editada en Italia con el título: “Teorie del valore e del...

Mostrando entradas con la etiqueta austeridad. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta austeridad. Mostrar todas las entradas

7 may 2015

Brasil 2015: un nuevo 2003?




 Por Carlos Pinkusfeld Bastos & Fernando Maccari Lara




La "hipótesis" de la contracción fiscal expansiva ha visto días mejores. Atrás han quedado los años 1990, cuando el ajuste fiscal de Estados Unidos parecía para los despistados, fortalecer el mito neoliberal (ver Serrano y Braga 2006). Hoy en día las desastrosas consecuencias del ajuste aplicado por la Unión Europea para países como Grecia, España, Portugal parecen mostrar el impacto contractivo de ... políticas contractivas fiscales.
 
Aun suponiendo que en el corto plazo estas políticas "pueden" ser contractivas, los economistas ortodoxos se aferran a la receta como la única alternativa para obtener mejores resultados en el mediano y largo plazo. Después de todo, sin distorsiones creadas a través de la acción política, habría una tendencia automática al pleno empleo, con interés y salarios tendiendo a sus honorarios "naturales" .. ".

Economistas heterodoxos, ya que utilizan el principio de la demanda efectiva para la determinación de la producción en el corto y largo plazo, tienen la oportunidad de conocer en el ejercicio de las políticas contractivas la confirmación de sus teorías: reducen el crecimiento y podrían conducir a la recesión. Curiosamente, este punto de vista es en gran parte inexplorado en el debate brasileño. Las políticas de ajuste ortodoxo encuentran apoyo incluso en los sectores gubernamentales supuestamente más heterodoxos / desarrollistas, y entre los comentaristas 'críticos' (ver Zero, 2015) amigables con el gobierno. Al parecer, lo que apoya la necesidad de ajuste para ellos es el supuesto éxito de esta estrategia cuando fuera  adoptada en 2003 por el presidente Lula.

Para comprobar si no están incurriendo en una ilusión óptica, es necesario, a continuación: (a) recordar las condiciones que prevalecieron en el año 2003 y analizar si la situación es similar en el 2015; (B) verificar que la recuperación a partir de 2004 tenía algo que ver con el ajuste fiscal; (C) para investigar si las condiciones para una recuperación se colocan en el horizonte cercano. 

Sobre el primer punto, se plantea la cuestión de si las condiciones previas para el ajuste de 2015 son similares a las condiciones de 2003. Esta similitud no existe, cuando se considera el crecimiento del producto, ya que, en 2002, la economía brasileña creció un 2,66% mientras que el crecimiento en 2014 fue prácticamente nulo. El siguiente gráfico se muestra una diferencia importante también con respecto a la sincronización del ciclo económico en cada caso.

Gráfico 1 - Tasa anual de crecimiento del PIB (periodicidad trimestral)



El ajuste de 2003 se hizo después de dos trimestres de clara recuperación del crecimiento en el segundo semestre de 2002. El ajuste de 2015 se produce en secuencia a un proceso de rápida desaceleración del crecimiento. Así, mientras que la política contractiva en 2003 enfría un proceso de recuperación en curso, una política similar adoptada hoy tiende a intensificar la desaceleración, resultando muy probablemente en una caída del PIB en los próximos
 trimestres.
Acerca de este impacto, que quede claro: las políticas monetarias y fiscales contractivas adoptadas en 2003 eran muy eficientes, es decir, muy contractivas. La tasa de crecimiento del PIB en 2003 fue inferior a la mitad del registrado en el año anterior. Hubo una reducción en el gasto de los consumidores en casi un 1% y la inversión reducida en aproximadamente un 4,5%, lo que resulta en una contribución negativa de la demanda interna al crecimiento. Luego se pregunta cómo, antes de la retracción del consumo y la inversión, que era posible lograr un modesto crecimiento del 1,16% en el año 2003? El siguiente cuadro es bastante esclarecedor.

Gráfico 2 Comportamiento de las Exportaciones 2003 - 2014

El valor de exportación llega a  disminuir en algunos meses de 2002, pero, a partir de mediados de este año, ya tiene una tendencia de recuperación. El movimiento se acelera durante el 2003 y el crecimiento medio anual alcanza un impresionante 25%, estabilizándose en torno al 20% anual. En 2004 hubo una mayor aceleración del crecimiento de las exportaciones y de las tasas de crecimiento fueron, en promedio, alrededor del 30% por año.

En resumen, esta perfomance bastante positiva de las exportaciones logró contrarrestar, al menos en parte, el impacto de las medidas contractivas en la demanda interna en 2003. Esta historia es bien conocida, pero parece haber sido olvidada por los que abogan por el ajuste fiscal en 2015. El pequeño crecimiento positivo del PIB en el año 2003 se logró a pesar de las medidas contractivas, debido a la contribución positiva del sector exterior.

Mediante el análisis de los años subsiguientes que se configuran con una duración del ciclo expansivo y una intensidad que no habían sido registrados en Brasil por lo menos desde la década de 1980, ya no se puede dar protagonismo al sector externo. La recuperación de la demanda interna durante el año 2004 es el factor más importante para explicar el crecimiento de 5,7%. A pesar del excelente desempeño continuado de las exportaciones, la contribución del sector exterior es cada vez más pequeña, convirtiéndose en negativa desde mediados de 2006, debido al aumento significativo en el coeficiente de importaciones lo largo de dicho ciclo de expansión. Así que dar pabulo al buen desempeño de los años 2004 a 2010 exclusivamente a la situación externa es tan erróneo como argumentar que la contracción fiscal 2003 tuvo un impacto en la aceleración de un mayor crecimiento.

Antes de proceder a la identificación de los elementos de la demanda interna que determinaron este comportamiento del crecimiento, parece importante para derribar unos malentendidos sobre el alcance y la duración del "ajuste fiscal" de 2003. Al asumir el cargo de ese año, el presidente Lula se comprometió a elevar el superávit primario y de hecho cumplió su compromiso. El instrumento para lograr este resultado fue el recorte del gasto público que, ese año se retrae en 3,75%. De los componentes del gasto, la más sacrificada fue la inversión pública, que era aproximadamente un 60% inferior al del año anterior (véase Bastos et al, 2015).

En 2004, el superávit primario se elevó de nuevo, pero esta vez el crecimiento de la demanda interna llevó a un aumento significativo en el PIB del 5,7%. Tendrían razón entonces los partidarios de la contracción fiscal expansiva? La recuperación de la demanda interna en 2004 sería una consecuencia del aumento de la "confianza" en que el gobierno sería responsable de las cuentas públicas? No, de ninguna manera. De hecho, esta combinación de  resultados sólo demuestra, una vez más, que el resultado fiscal ex post es un mal indicador del impacto de las acciones de política fiscal sobre el nivel de actividad.

Resulta que la evolución de los ingresos del sector público depende del desempeño de la economía, es decir, los ingresos crecen con el aumento de la producción. Esto es clave para entender cómo el superávit primario puede haber crecido en 2004, aunque el gasto directo del gobierno ha crecido en términos reales, un 6,6%!%! En resumen, incluso con un gasto mucho mayor respecto al año anterior, el sector público podría alcanzar un superávit primario también más alto, debido al crecimiento más que proporcional en los ingresos.
 Además de la política fiscal, aunque no ha sido espectacularmente expansiva, ha proporcionado a la economía en general un impulso no sólo positivo y creciente entre 2004 y 2009, y sigue siendo positivo en 2010. En otras palabras, a pesar del mantenimiento de superávits primarios significativos, la demanda agregada fue estimulada, positiva y cada vez más, por la política fiscal en este período. Es cierto que el superavit era incluso varias veces mayor que el necesario para estabilizar la deuda con el PIB, supuestamente la razón de su existencia (ver Bastos et al, 2015). Por lo tanto, aunque la contribución expansiva del sector público puede haber sido menos de lo que hubiera sido permitido por los parámetros muy conservadores del trípode macroeconómico, la señal era positiva a lo largo del período 2004-2010.

Aclarado este punto, podemos volver a examinar los elementos de la demanda agregada interna para explicar la aceleración del crecimiento en el período comprendido entre 2004 y 2010. El consumo fue uno de los componentes de la demanda interna que él llevó a cabo la aportación más estable después de una recuperación bastante rápida 2004. Con el fin de analizar su comportamiento, hay que considerar que hay una parte inducida por el crecimiento de los ingresos, especialmente los salarios, y otra parte autónoma, fuertemente influenciados por las condiciones de crédito.

Después de una caída significativa en 2003, el saldo de los préstamos a los individuos en proporción del PIB se mantuvo prácticamente al mismo nivel en 2004 y se recupera con fuerza desde 2005. Teniendo en cuenta sólo la parte de crédito para las personas fisicas, existe una clara trayectoria de crecimiento a partir de 2004. Una tendencia similar se observa para los salarios, cuyo valor real cae bruscamente en 2003, creciendo moderadamente en 2004 y con más fuerza a partir de 2005. En este sentido, también se debe destacar la política fuerte aumento del salario mínimo más allá de los efectos directos sobre los trabajadores que la reciben, tiene un efecto muy importante en la estructura salarial actual y el crecimiento de las transferencias de pensiones cuyo valor básico está indexado al mínimo.

 El hallazgo de que el comportamiento del consumo fue fundamental en el ciclo de crecimiento a partir de 2004 a veces eclipsa el hecho, también fundamental, que la inversión privada reaccionó de forma bastante vigorosa. En otras palabras, el llamado proceso de inducción de inversión por el crecimiento de la demanda agregada funcionó como se esperaba, al menos a partir de 2006.

 Retomando las preguntas planteadas al inicio de este texto, creemos ya haber dejado claro que el buen desempeño de la economía desde 2004 no tenía nada que ver con el ajuste fiscal. Más bien, el ajuste de 2003 es altamente perjudicial para el crecimiento y la relajación de la política fiscal a partir de 2004 comenzó a contribuir, aunque no muy intensamente al crecimiento. Ahora vamos a enfatizar porque el escenario de 2015 es peor que el de 2003.

 Contrariamente a lo que algunos defensores de ajuste fiscal general defienden, la alta inflación heredada del gobierno de FHC no fue el resultado de un crecimiento excesivo o exceso de demanda, como lo demuestran los datos sobre el mercado laboral y el desempeño general de la economía en 2002. Como es habitual en el caso de Brasil la devaluación rápida en el segundo semestre de 2002 tuvo un fuerte impacto en la inflación. Por lo tanto, el camino opuesto fue perseguido por el gobierno en el 2003, después de haber tenido  una rápida apreciación del tipo de cambio desde marzo. En términos nominales, el dólar estaba ya en junio de 2003 con un valor de 20% por debajo de los vigentes en marzo y se mantuvo en ese nivel durante toda la segunda mitad. Teniendo en cuenta los valores medios, la segunda mitad de 2003 el tipo de cambio fue de aproximadamente un 15% más valorada en términos nominales y un 17% más valorada en términos reales, en comparación con el segundo semestre de 2002.



Parece, no está en la agenda del actual gobierno una senda de apreciación de la misma intensidad. También hay diferencias importantes con respecto a la situación externa. La trayectoria de la balanza comercial se muestra no favorable y la economía brasileña ha registrado importantes déficits en cuenta corriente, incluso en el contexto de bajo crecimiento. Estos déficits aún deben ir acompañados con una gran cantidad de atención y su persistencia de hecho recomendaría precaución si la intención del gobierno es seguir una política para reanudar el crecimiento. Aún así, los datos positivos como el importante volumen de reservas acumuladas, una gran parte de los pasivos en moneda nacional de las existencias registradas en la posición de inversión internacional y el hecho de que, al menos hasta el final del primer mandato de la presidenta Dilma, no hubo dificultades para financiar el déficit en cuenta corriente con las entradas de capital, tampoco autorizan justificar el ajuste fiscal prometido debido a las dificultades externas (ver Lara, 2014). Pero es muy dudosa la hipótesis de que un ajuste fiscal en sí mismo puede contribuir a mejorar las condiciones de inserción internacional. Poco se discute, por ejemplo, la posibilidad de que mediante la inducción de una recesión, esta política podría terminar siendo un inhibidor del factor de atracción de inversión extranjera directa, lo que dificulta la financiación del déficit en transacciones corrientes. En resumen, si por un lado, no puede ser caracterizada como una crisis monetaria a las condiciones que prevalecen a comienzos de 2015, por otro lado también sería prudente apostar una tendencia significativa apreciación del real frente al dólar. 

Por lo tanto, la opción política dirigida a un tipo de cambio más depreciado y el hecho de que el ajuste fiscal no puede contribuir a controlar la inflación que no es de demanda, posiblemente impliquen probablemente dificultades para contener el aumento de precios, al menos en el corto plazo. Y el probable impacto negativo de la inflación sobre los salarios reales autoriza el proyecto de una actuación más bien débil del consumo privado en el futuro cercano. De hecho, para criticar el intento de devaluación de la moneda en el primer gobierno de Dilma, Bresser Pereira (2015) afirma que el fracaso de esta política fue que no se combinó con el ajuste fiscal, es decir, por no haber sido generada de forma simultánea una tasa de desempleo lo suficientemente alta para evitar la transferencia de descarga del tipo de cambio a los salarios nominales y precios del servicio. Por lo tanto, la reducción de los salarios reales y el consumo en consecuencia inducidos, son elementos centrales de la política que se está implementado a partir de 2015.

Por el lado del consumo autónomo el horizonte de expansión tampoco parece muy prometedor. A diferencia del escenario de 2004, a finales de 2014 el saldo de las operaciones como proporción del PIB representó alrededor del 55% del PIB. Ya no es, por lo tanto, un mercado deprimido en el que las innovaciones financieras inducen con cierta facilidad la entrada en masa de nuevos contratistas, generando un impacto significativo en el consumo de bienes durables. Además, las altas tasas de interés y plazos ajustados constituyen un marco de crédito en Brasil tal que incluso si el volumen de PIB no es el más alto, hay un compromiso de los ingresos de las familias con un mayor servicio de la deuda que en el período de fuerte expansión entre 2005 y 2010. Esto implica una menor disposición o incluso capacidad, para la expansión de la deuda privada.


Gráfico 3 compromiso del ingreso de las Familias con el servicio de la deuda


Como era de esperar, los datos sobre la inversión inicial son los peores posibles, ya que no es racional por parte de los capitalistas que aumentaran su capacidad de producción justamente en un tiempo de retracción de la demanda. A la situación política se suma otro elemento negativo en relación a esta variable. Según el informe de perspectivas de inversión (de referencia), "los sectores de Petróleo y Gas y Logística Infraestructura tendrían [el] importante papel de impulsar las inversiones en la economía... En el primer caso, depende de la exploración de petróleo en el pre -sal. En el segundo, la realización de concesiones y asociaciones público-privadas. "(BNDES 2014 p. 2). Obviamente, ambos objetivos están seriamente en jaque, de acuerdo con los asuntos legales que involucran tanto Petrobras como contratistas.

Para responder a las preguntas planteadas al principio, no parece haber espacio racional para considerar que la consecuencia del ajuste actual no sea la profundización de la recesión y la elevación del desempleo. A diferencia de 2003, cuando las exportaciones se aceleraron y había un amplio espacio para el aumento del consumo a través del crédito y la recuperación salarial, hoy todos los componentes de la demanda apuntan a los malos resultados de crecimiento. La política fiscal, lo que podría, al menos, ser parcialmente compensado, viene a profundizarse en esta tendencia.



La repetición de dicho ajuste aumentaría la confianza de los inversores privados, de hecho, se refiere al argumento de que el gobierno cree en la figura del "hada de la confianza", creada por el economista Paul Krugman. El ejemplo de hadas ilustra la confianza irracional, casi mágica, que el ajuste fiscal, supuestamente debido a la voluntad de los empresarios para invertir en el discurso ortodoxo actual. En lugar de un cuento de hadas, el ajuste fiscal es presentado prácticamente como la única arma política económica, podría llevar al país a un revés que aliena la base electoral del gobierno. En última instancia, este proceso puede comprometer la trayectoria del progreso social y democrático experimentado en la primera década de este siglo.
1. En el caso de Brasil la carga tributaria en el período fue pro cíclico. Es decir, creció como proporción del PIB sin aumentar las tasas de impuestos, pero debido a factores relacionados con el propio crecimiento de la economía en su mayor formalización en el mercado laboral. Ver Santos (2010).

Referencias:
Bastos, C. P, Rodrigues, R, Lara, F.M (2015) “As finanças públicas e o impacto fiscal entre 2003 e 2012: 10 anos de governo do Partido dos Trabalhadores” Ensaios FEE, v. 36, n. 1, 2015 (no prelo).
Bresser-Pereira (2015) “O estranho mas inevitável ajuste” em Valor Econômico 10/04/205
BNDES (2014) Perspectivas do Investimento 2015-2018 e Panoramas Setoriais
Lara, F. As condições externas justificam um ajuste recessivo? Carta de Conjuntura FEE, v. 23, n. 11, novembro de 2014. Disponível em:  http://carta.fee.tche.br/article/as-condicoes-externas-justificam-um-ajuste-recessivo/
Santos, C. Um panorama das finanças públicas brasileiras 1995/2009.In. Castro, J.; Santos, C.; Ribeiro, J. (Orgs.). Tributação e equidade no Brasil: um registro da reflexão do IPEA no biênio 2008-2009. Brasília: IPEA, 2010.
Serrano, F e Braga, J (2006) “O mito da contração fiscal expansionista nos EUA durante o governo Clinton”. Economia e Sociedade, Campinas, v. 15, n. 2 (27), p. 213-239, ago. 2006.
Zero, M (2015) “Os riscos relativos do ajuste e o risco absoluto do golpismo”. Brasil Debate. Disponível em: http://brasildebate.com.br/os-riscos-relativos-do-ajuste-e-o-risco-absoluto-do-golpismo/


Original : Carta Maior

29 mar 2015

Dilma, la ortodoxa


 Por Claudio Scaletta

Hay dos maneras seguras para que un artículo sobre economía pierda lectores aceleradamente, precisamente lo que se supone el redactor quiere evitar. La primera es llenarlo de números, la segunda es meterse en cuestiones teóricas. Aquí se incurrirá, aunque sin exagerar, en el segundo vicio, por lo que se demanda por adelantado un poco de paciencia. El tema es Brasil y la pregunta fundamental, en principio extraña, es por qué un país puede elegir voluntariamente crecer por debajo de sus posibilidades. O más concretamente, por qué los sectores empresarios, que también se benefician del momento del auge del ciclo económico, preferirían regresar a momentos de contracción.

Lo más interesante es que el caso no es exclusivo del vecino, sino un clásico de todas las economías que eligen el camino del ajuste estructural en contextos en los que todavía existen márgenes para políticas expansivas. Quizá sea provinciano mirar el mundo solamente desde los problemas propios. A esta altura nadie que siga las variables de la economía local desconoce que la escasez relativa de divisas es la principal fuente del freno del PIB. Por eso es inevitable volver a preguntarse por qué un gobierno como el brasileño, que no tiene esta restricción, no elige crecer, no al 8 por ciento, lo que siempre genera tensiones, pero sí por lo menos al 3 o 4 por ciento. Las reservas de Brasil son de más de 370 mil millones de dólares y multiplican por más de diez a las de Argentina, aunque ponderando por tamaño del PIB serían el equivalente a 3,5 veces. El país tampoco tiene problemas para financiar su cuenta corriente, su deuda pública está lejos de cualquier descontrol y continúa el ingreso de capitales.

Hay más. Dilma y su partido ganaron las últimas elecciones haciendo publicidad en contra de la ortodoxia económica. En la campaña hasta hubo un spot publicitario que atacaba el fetiche neoliberal de la independencia del Banco Central. Sin embargo, una vez reelecta, la presidenta profundizó la receta ortodoxa, se frenaron los aumentos salariales, se profundizó el ajuste fiscal, se aumentaron tarifas y se provocó una fuerte devaluación. En los anteriores períodos de gobierno del PT, el gran enemigo de la economía había sido la inflación, la que no se originaba en ningún déficit, sino en el persistente aumento de los salarios mínimos por encima de la productividad, algo que ninguna economía puede soportar por mucho tiempo. Pero en los últimos meses, tras la devaluación, la inflación se volvió cambiaria y se disparó sin que las clases dirigentes se muestren ya tan preocupadas por el fenómeno. La razón es simple: los salarios ya no crecen y la economía acumula meses de contracción.

La cuestión se vuelve entonces más urgente: ¿por qué un gobierno elige voluntariamente la contracción? En la historia del pensamiento económico la pregunta no es nueva ni original. El primero en formularla taxativamente fue el gran economista polaco Michal Kalecki en su artículo de 1943 “Aspectos políticos del pleno empleo”. El texto tiene apenas 8 páginas, se encuentra en Internet y no tiene desperdicio. Como es propio de los clásicos, su actualidad es absoluta, pero la fecha de redacción merece un comentario. Después de la Gran Depresión y bien avanzada la Segunda Guerra Mundial, quedaba muy claro para la economía política que el pleno empleo era alcanzable aplicando las medidas sugeridas por el estado de la ciencia. Dicho de otra manera, se sabía, precisamente por las doctrinas desarrolladas por Kalecki y Keynes, que la intervención pública a través del gasto y la inversión estatal podían llevar a la economía al pleno empleo. La pregunta que entonces se formula Kalecki es por qué una porción de la clase empresaria, que también se beneficia del crecimiento, y sus ideólogos, a los que denomina “expertos económicos”, así, entre comillas, se resisten a la expansión. La respuesta del economista polaco se divide en tres niveles:

- La resistencia a que el Estado intervenga en un problema considerado como propio por los empresarios, como es la creación de empleo.

- La resistencia a que el Estado dirija el gasto, sea a través de la inversión pública o de los subsidios al consumo.

- La “resistencia a los cambios sociales y políticos resultantes del mantenimiento del pleno empleo”.

Los dos primeros puntos son discusiones conocidas, básicamente a los empresarios no les gusta ni que el Estado intervenga en sus negocios ni que los desposeídos de medios de producción reciban ingresos que no provengan del “sudor de sus frente”. El tercer punto es el mejor aporte de Kalecki. El mantenimiento en el tiempo del pleno empleo, o niveles cercanos a él, provoca profundas transformaciones sociales y políticas. Primero, el desempleo deja de cumplir su papel disciplinador deteriorando la autoridad del empleador. Luego, aumenta el poder de negociación de los trabajadores (en rigor Kalecki no habla en 1943 de “poder de negociación”, sino de “conciencia de clase”) y junto con este poder, las demandas por aumentos salariales y mejores condiciones de trabajo (¿Nunca menos?). Los empresarios pueden defenderse de los aumentos salariales aumentando precios, lo que provoca inflación, los rentistas no. 

Pero queda una cuestión: Kalecki no cree que la gran motivación empresaria sea estrictamente la ganancia: “Los dirigentes empresariales aprecian más la ‘disciplina en las fábricas’ y la ‘estabilidad política’ que las ganancias. Su instinto de clase les dice que el pleno empleo duradero es poco conveniente (...) y que el desempleo forma parte integral del sistema capitalista ‘normal’”.

 La conclusión es que los empresarios pueden estar de acuerdo con políticas expansivas para salir de las crisis, es decir, para evitar que las crisis económicas se transformen en políticas, pero que estas políticas no pueden mantenerse en el tiempo también por razones de estabilidad política. Los ciclos no son económicos, sino económico-políticos. Una digresión local: los tres puntos o resistencias sirven también para entender por qué empresarios beneficiados por más de una década de crecimiento poblaron las mesas de 50 mil pesos el cubierto que financiarán al partido del ajuste.

Regresando al ejemplo de Brasil, las volteretas discursivas del PT aplicando ellos mismos el programa contractivo que demandan los empresarios generaron una tremenda pérdida de legitimidad de un gobierno que se reivindicaba popular. En uno de los países menos igualitarios de América latina, la mejora de las condiciones de vida, ingresos y derechos de los trabajadores que caracterizaron los primeros años irritaron a las clases dominantes tradicionales que profundizaron su odio al PT. Las clases altas fueron seguidas por el grueso de los sectores medios, quienes suelen sentirse amenazados frente el ascenso de los sectores populares. Hasta aquí la secuencia parece tradicional. 

 Pero la particularidad brasileña fue que el ajuste estructural lo comenzó y lo profundizó el PT, lo que descolocó a las bases más militantes del partido. Dilma logró el prodigio de irritar a todos. Si a eso se le agrega que los ajustes siempre aseguran recesiones y que, además, se descubren redes de financiamiento de la política al interior de firmas controladas por el Estado y se impulsan políticas de alianzas con partidos sin ideología, tanto en el Ejecutivo como en el Legislativo, la pérdida de legitimidad se vuelve total. A no confundirse, Dilma no es Evo ni es Cristina.

Original: Pagina 12



28 feb 2015

John Eatwell: 'in combating austerity: pure theory matters'.


We received from  Professor Franklin Serrano:

A recent talk by Cambridge Lord John Eatwell explaining the insufficiency of critiques based on purely empirical evidence or theoretical market imperfections (or frictions) of the neoclassical view of the market mechanism (which is the basis for auterity policies ). spoiler: in the end he says we must put kalecki´s version of the principle of effective demand and sraffa´s work on relative prices and distribution together : 'in combating austerity: pure theory matters'. St Catharine's Political Economy Seminar, 21 January 2015.

Una reciente exposición por parte de Lord John Eatwell explica la insuficiencia de las críticas en base a pruebas puramente empíricas o imperfecciones teóricas de mercado (o fricciones) de la visión neoclásica del mecanismo de mercado (que es la base para las políticas de austeridad). Spoiler: al final él dice que debemos poner la version de kalecki del principio de la demanda efectiva junto al trabajo de Sraffa de los precios relativos y la distribución: 'en la lucha contra la austeridad: las cuestiones de teoría pura importan ". Economía Política Seminario de St Catharine 21 de enero de 2015.


7 feb 2015

El efecto Zorba

Por Claudio Scaletta




Luego de un lustro de hiperajuste recesivo, el más grande registrado en Occidente, el pueblo griego le dijo basta al austericidio. Syriza, cuyas siglas significan Coalición de la Izquierda Radical, llegó al poder y ya gobierna el país de la mano de su joven y carismático líder Alexis Tsipras. Si bien el origen de la agrupación fue un desprendimiento del viejo Partido Comunista Griego, que derivó luego en variantes más moderadas de “eurocomunismo”, no se trata estrictamente de una izquierda radical como se la entiende en la política latinoamericana, sino de una forma de lo que, también aquí, se denomina “populismo”. Los rótulos, sin embargo, son una limitación a la hora de comprender un fenómeno que podría transformar el statu quo de la política económica europea y mundial.

Parece mucho, pero lo que hoy manifiesta el caso griego es la disputa entre dos modelos de de- sarrollo: el ajuste permanente que privilegia el equilibrio contractivo de las cuentas públicas, cuya contrapartida siempre fue la concentración del ingreso, y la desarticulación del Estado benefactor, versus un enfoque centrado en la inclusión social y la redistribución progresiva del ingreso, con énfasis en el estímulo a la demanda agregada como conductora del crecimiento sostenido. Sepultadas las ruinas del llamado socialismo real y avanzado el siglo XXI, la verdadera dicotomía de la economía política dejó a un lado la contradicción entre capitalismo y revolución para trasladarse a la puja intracapitalista entre ortodoxia excluyente y heterodoxia incluyente de raíz keynesiana-kaleckiana.

El desafío griego es entonces doble: político, a la hegemonía de la Unión Europea con centro en Alemania, bajo una evidente asimetría de poder, y económico, a los modelos de ajuste estructural impulsados por el ganador de época: el poder financiero representado en Europa por las decisiones de la “troika” FMI, Banco Central Europeo (BCE) y Comisión Europea (CE). El partido que se disputa en Grecia, en el estadio del laboratorio de la historia, concentra la atención tanto de quienes conducen la política mundial, como de los científicos sociales. Observar desde la platea será también una experiencia fascinante, más cuando los desafíos griegos se parecen mucho a los que enfrentó, enfrenta y seguirá enfrentando la economía argentina en particular y de Latinoamérica en general.
Pasemos, pues, al laboratorio.

La entrada al euro

Grecia ingresó al euro en 2003. Por entonces Italia ya tenían indicadores de deuda y déficit bastante deteriorados y quedaban pocas excusas para seguir dejando fuera a Grecia. Años después, en 2009, se descubriría que los parámetros de Maastricht para ingresar en la Eurozona se habían cumplido gracias a la contabilidad creativa de Goldman Sachs.
Entre 2003 y 2009, el principal gasto de Grecia fue el militar. Durante muchos años el país fue el principal comprador de armas de Alemania, y el tercero de Francia. Se estima que estos gastos explican unos 150 mil millones de dólares de la deuda pública. A fines de 2009, asumió Yorgos Papandreu de la mano del Pasok, el Partido Socialista Panhelénico, y se transparentó que la crisis era peor de lo que se creía. Aunque el contagio no fue inmediato, en Europa comenzaban a sentirse los efectos de la crisis estadounidense de 2008 vía el estallido de la burbuja inmobiliaria en Irlanda. A fines de 2009, el panorama emergente en Grecia después de seis años dentro del euro era el de un país altamente endeudado en una moneda que no emitía. Las acreencias no eran sólo del sector público, también del privado, tanto empresas como bancos habían aprovechado la “plata dulce” que fluyó con la entrada al sistema monetario europeo. Los acreedores eran fundamentalmente bancos alemanes y franceses, que participaron también del auge de una pequeña burbuja inmobiliaria. Todavía hoy el 45 por ciento de las hipotecas tienen distintos grados de irregularidad.

AUSTERIDAD Y RESCATES

Por esta época, se iniciaron políticas de austeridad draconianes. Había razones muy reales para impulsarlas. El déficit fiscal alcanzaba un increíble 15 por ciento del Producto y el balance comercial era desastroso. Las exportaciones eran de apenas unos 20.000 millones de dólares y las importaciones de alrededor de 60.000 millones. El gap externo se financiaba con entrada de capitales.
Las fuentes de ingreso de divisas de la economía griega son el turismo y el transporte marítimo. Existe algo de agricultura y un pequeño sector industrial, en parte de alta tecnología, aunque con costos altos.

La deuda externa de entonces rondaba el 130 por ciento del PIB, y muchos analistas advertían que era impagable. En el mismo 2010 llegó, no sin demoras, el primer programa de rescate por alrededor de 110 mil millones de euros. La estrategia de la troika fue alargar la crisis para darles tiempo a los bancos alemanes y franceses a que descarguen sus papeles griegos. El camino fue prestarle al sector público a través de distintos fondos e instrumentos financiados por el sector público europeo y que con este dinero Grecia les pague a los bancos. Pero los fondos no alcanzaron y fue necesario recurrir a un nuevo rescate, esta vez por alrededor de 150 mil millones de euros adicionales.

Reestructuraciones

A pesar de los dos rescates, las obligaciones siguieron sin poder pagarse, por lo que Grecia impulsó dos renegociaciones voluntarias de su deuda con acreedores privados. La primera fue en 2011 y significó una quita del 50 por ciento. La segunda, en 2012, sobre el 50 por ciento que quedaba recortó otro 75 por ciento. Como los bancos extranjeros ya habían abandonado su exposición, los principales afectados fueron los fondos de pensión y los bancos griegos. Mientras tanto, a los acreedores públicos se les siguió pagando el ciento por ciento. Hoy los principales acreedores son el BCE y el fondo de estabilización. Aunque la quita fue más grande que la de Argentina, fue sólo con los privados. En tanto se sumaron dos préstamos por algo más 260.000 millones de euros más papeles en torno de los 30.000 millones que compró el BCE, unos 290.000 millones adicionales.
Al presente, la deuda pública ronda el 175 por ciento del PIB. Los fondos de los rescates se destinaron a pagar capital e intereses de deuda, recapitalizar bancos, y una parte menor, el 11 por ciento, a financiar gasto público. Los principales vencimientos ocurrirán este año, por unos 20 mil millones. Comienzan ya a fines de febrero. Aunque en 2014 se consiguió un superávit primario, el excedente no alcanza para pagar los próximos vencimientos. La situación es de déficit financiero.
Aunque en 2009 era imposible negar la necesidad de un ajuste, el problema fue cómo se instrumentó. La austeridad podría haber sido mucho menor si también se hubiese involucrado a la totalidad de los acreedores, es decir, si se hubiese ensayado una reestructuración con quita y no sólo una transferencia de los pasivos desde los privados a los Estados, privilegiando el rescate de los bancos alemanes y franceses.

Escarmiento

Si la troika pretendía un escarmiento para el mal alumno, los resultados globales de las políticas de austeridad iniciadas en 2009 muestran que lo consiguió. El ajuste fue del 10 por ciento del PIB en cuatro años, el mayor registrado en el mundo occidental. Previsiblemente, se provocó un parate tremendo en la economía: el Producto cayó 25 puntos. El desempleo total subió al 27 por ciento y el juvenil superó el 50. Unos 200.000 jóvenes, mayormente con alta capacitación, abandonaron el país, mientras las oligarquías fugaron capitales. En tres años el costo salarial griego cayó más del 20 por ciento. Las jubilaciones y pensiones se redujeron el 45 por ciento. Entre la población infantil la pobreza superó el 40 por ciento, mientras que uno de cada tres griegos es pobre. También reaparecieron enfermedades que habían sido erradicadas, subió la mortalidad infantil y se multiplicaron las muertes por falta de tratamientos de sida.

A perpetuidad

Si bien los pagos de deuda, a pesar del volumen global del endeudamiento, no son tan grandes debido a los relativos bajos intereses, son suficientes para seguir en déficit a pesar del impresionante ajuste. La proyección, entonces, era seguir aumentando el superávit primario en un marco de descalabro social y recesión. Además se necesitaría un tercer rescate, lo que aceleraría las demoradas privatizaciones y se daría una nueva vuelta de tuerca sobre el mercado de trabajo, con más despidos. Vale recordar que antes del segundo rescate se estableció un ambicioso programa de privatizaciones que se suponía recaudaría 50.000 millones de euros, pero nunca se instrumentó a fondo. De hecho, apenas asumió, el nuevo gobierno frenó dos procesos muy cuestionados, el del puerto del Pireo, en Atenas, el más importante de Grecia, y el de la compañía eléctrica.

Crisis política

Antonis Samaras, el líder de Nueva Democracia, un partido de centroderecha apoyado por Angela Merkel, asumió en 2012 en medio de la crisis política que provocó la caída de Papandreu. Su ascenso se produjo en medio de una campaña de miedo a lo que podría pasar si el país salía de la Eurozona. Todavía hoy los griegos no quieren salir del euro. Dicho en términos argentinos, la situación es similar a la de fines de la convertibilidad. Pero el punto es que Grecia está en el 2001 desde 2010. Samaras advirtió pronto que necesitaría un tercer rescate, algo extremadamente impopular. Esta percepción fue la que estuvo por detrás del adelantamiento de las elecciones. El ex primer ministro sabía que perdería y que ganaría Syriza. Su apuesta seguramente era que Syriza hiciera una coalición con Pasok u otro partido pro euro como To Potami, que decía que iba a moderar a Syriza. De haberse producido alguna de estas alianzas se hubiese generado una coalición inestable que seguramente impediría una negociación dura con el BCE, es decir, hubiese conducido a un fracaso y seguramente a nuevas elecciones, con el peso de este fracaso a cuestas.

Pero algo salió mal. Nadie imaginaba que los Griegos Independientes, con los que se alió Syriza, un partido antieuropeo y antiausteridad, aunque también antiinmigrantes, vinculado con la iglesia ortodoxa y nutrido por la derecha sindical, conseguiría diputados. El panorama inesperado fue que con bajas concesiones, básicamente el Ministerio de Defensa y algunas segundas líneas, Syriza consiguió una alianza muy estable que a sus 149 diputados, a sólo dos de la mayoría absoluta, sumó otros 13. Un dato poco conocido es que antes de aliarse con Griegos Independientes, Tsipras tentó al Partido Comunista, que consiguió 15 diputados, de los que no obtuvo respuesta.

Original: Pagina 12

24 oct 2014

SOSTENIBILIDAD E IMPLICANCIAS DEL “DESACOPLE” ENTRE EL CENTRO Y LA PERIFERIA EN EL CONTEXTO LATINOAMERICANO


Por Fabián Amico

Documento de Trabajo Nº 57 Mayo de 2014


Introducción

En los años 2000 cobró forma un hecho inusual en la historia económica moderna: el PIB de los países en desarrollo creció a tasas significativamente más elevadas que las de los países desarrollados. Además, a diferencia de lo ocurrido en la denominada “edad de oro” de capitalismo occidental, etapa en la cual el centro y la periferia crecieron a tasas similares, en los años 2000 se verificó también una brecha positiva a favor de los países en desarrollo en la evolución del PIB per cápita, algo que no había ocurrido en los últimos sesenta años.1

El fenómeno actual no puede ser considerado como un episodio coyuntural o cíclico (como enseguida resultará evidente en el trabajo) y merece ser analizado en profundidad puesto que muestra una marcada persistencia.2 El presente trabajo tiene por objetivo principal analizar las razones, implicancias y sustentabilidad del actual proceso de “desacople” (decoupling) entre el centro y la periferia poniendo el foco en América Latina como región.

Ciertamente esta tendencia tuvo mucho que ver con un cambio en las condiciones globales, entre las cuales se destaca el vertiginoso crecimiento chino, su papel central en la determinación de los términos de intercambio entre bienes industriales y materias primas, y las bajas tasas de interés en Estados Unidos. La hipótesis de este trabajo es que estas condiciones internacionales, junto con los cambios en la política económica de algunos países periféricos tras las crisis de los años 90, posibilitaron el fenómeno conocido como “desacople” (decoupling) en los años 2000 en las tasas de crecimiento de la periferia y el mundo desarrollado.

Asimismo, un análisis más detallado pondrá en evidencia que no existe nada de automático en este fenómeno del “desacople”. El “efecto China”, su robusto crecimiento, no se traduce “automáticamente” en tasas altas y sostenidas de crecimiento para el resto de la periferia, y depende –en una buena medida- de políticas autónomas de la propia periferia.

El trabajo está organizado del siguiente modo. La sección I discute la importancia del “desacople” según la visión que expusiera Lewis hace más de treinta años. La sección II indaga sobre las características del “desacople” en los años 2000. La sección III discute los factores que hicieron factible este “desacople”, haciendo centro en la tendencia de los precios de las commodities, el rol del tipo de cambio en los términos de intercambio de la periferia y el de los flujos de capitales, analizando la sostenibilidad y probable persistencia de estos factores.

La sección IV discute los mecanismos de transmisión en el comercio Sur-Sur y los vínculos posibles entre la exportación de commodities y el desarrollo industrial, focalizando el análisis en la sustentabilidad externa del proceso.

La principal conclusión del trabajo es que, pese a que los factores que hicieron posible el desacople (los términos de intercambio, el crecimiento chino y las bajas tasas de interés en el centro) pueden considerarse persistentes, los mismos mecanismos que crean condiciones favorables para el comercio de los países periféricos también imponen dificultades para la reanudación de su industrialización. La creciente centralidad de la economía de China y su creciente impacto en los términos de intercambio, y en los parámetros de la competitividad internacional, cambian drásticamente las condiciones básicas en las que se deben concebir las estrategias de desarrollo de estos países. En este contexto, las experiencias recientes de crecimiento en la periferia (particularmente en América Latina), si bien no enfrentan los mismos problemas de vulnerabilidad externa que en el pasado, encuentran ya crecientes dificultades para continuar estos procesos sin cambiar el patrón hasta hoy predominante de crecimiento económico. Esos cambios no pueden ser inducidos meramente por el comercio y sin duda solo serán el resultado de políticas internas más abarcativas y profundas.

3 feb 2013

Massimo Pivetti: Las Políticas Económicas de Austeridad




Austeridad, intereses nacionales y la retirada del Estado





"Mit der Dummheit
kämpfen Götter selbst
vergebens "(Schiller)
("'Contra la estupidez
hasta los mismos dioses

  luchan en vano ")

           




   
Massimo Pivetti

1. En el capitalismo avanzado, especialmente en Europa, hace como treinta años atrás, había todavía una conciencia generalizada de que ni los intereses de una nación ni su progreso social podrían ser obtenidos si al poder del dinero no puede hacerle frente el Estado. Esta toma de conciencia se ha ido perdiendo en los últimos treinta años, derivando un deterioro neto de las condiciones de vida de la mayoría de la población.
Diecisiete países europeos han renunciado a su soberanía monetaria, es decir, el principal poder entre los poderes económicos públicos. A pesar de la presencia de desempleo masivo en el interior de muchos de ellos y de las capacidades de producción ampliamente ociosas, la producción de bienes y servicios esenciales para el bienestar público no aumenta, sino que por el contrario fue efectivamente contraída, porque "no hay dinero".

Los Estados de la eurozona ya no tienen un banco central que pueda crear dinero y jugar contra ellos, no sólo en los bancos, el papel fundamental de prestamista de última instancia. La consecuencia es que muchos de ellos ya no pueden financiarse si no es con tasas de interés que generan casi inevitablemente el aumento continuo de la deuda en relación al Producto Interno Bruto (PIB), y drásticos recortes en los salarios públicos, pensiones, la educación, la investigación y la cultura, a los servicios públicos básicos.
El régimen de completa libertad para los movimientos internacionales de capital que acompañó a la renuncia de la soberanía monetaria también ha dado lugar a un cambio en la carga fiscal de los ingresos de capital, sobre los salarios y a la imposición indirecta. Con la liberalización financiera, de hecho, la necesidad de retener y atraer capital ha hecho que el sistema fiscal más generoso hacia el ahorro y la riqueza privada, lo que reduce significativamente la progresividad global.

Así, se redujo el tamaño del gasto social, aunque la incidencia de los impuestos y contribuciones sobre ingresos medios-bajos continuó creciendo. La liberalización financiera y la soberanía por lo tanto, la política monetaria ha terminado también conducir a la pérdida de gran parte de la soberanía fiscal, a saber, la libertad de cada país para determinar el nivel y la composición de su gasto público, así como las formas de tributación.
2- Un ejemplo significativo de la situación que se ha determinado como resultado Europa es proporcionada por el caso italiano. En la presentación en el Parlamento en diciembre pasado, la maniobra llamada " Salva Italia" - un movimiento fuertemente regresivo porque en gran medida consistió en una carga para los empleados y jubilados - el nuevo jefe de Gobierno declaró que la adopción de las medidas contenidas en la maniobra eran una condición necesaria para evitar un inminente "fracaso" del país, , y que sin esas medidas muy rápidamente no se podrían pagar más las pensiones, o ni poder hacer que continúen circulando el transporte ya que en dos meses hasta los sueldos y salarios de los empleados públicos no podrían pagarse.

Aprobar rápido, sin retrasar los hilos de una maniobra extremadamente antipopular, no hubo vacilación por parte del gobierno para sembrar la alarma y temor en la población. Esas declaraciones se han situado en el borde de la delincuencia, si no fuera por la situación absurda que ha objetivamente surgido en una serie de países europeos, entre ellos Italia, con la renuncia a la soberanía monetaria y una buena parte de que las exenciones fiscales, entre ambas no compensadas por las potencias democráticas de intervención supranacional.

Como es sabido, a medidas similares a las de nuestro " Salva Italia" están siendo utilizadas en otros países europeos. Se puede decir que se está aplicando actualmente en Europa una especie de austeridad fiscal concertada, para que junto al desastre de las finanzas privadas y a la recesión se esta respondiendo con políticas simultaneas de austeridad publica de las que hemos llegado a defender incluso su ingreso en la constitución. (Vale la pena observar qué tal una buena medida de la subordinación general a la cultura económica dominante es proporcionada por las reacciones timidísimas más a menudo que el silencio, de los Constitucionalistas italianos en los meses previos a la aprobación por inmensa mayoría en el Senado, con tal de excluir el recurso al referéndum de confirmación del nuevo articulo 81 de la constitución que impone el balance de las cuentas públicas).

La tesis insistentemente rebatida, según el cual rigor y austeridad, constituirían el fundamento de una estrategia de retorno al crecimiento, en tanto con la vuelta a las finanzas sanas, para reestablecer “el estado de confianza” de los mercados, no se sostiene sobre ninguna base analítica sólida. De hecho, porque el creer eso, es un mero acto de fe. El bajar la tasa de interés como se verificó en los primeros meses del año en curso, fue un hecho positivo, pero la reducción de su desviación de las tasas de los bonos del gobierno alemán con el mismo vencimiento tiene muy poco que ver con las medidas de la " Salva Italia", sino que ha de atribuirse a la indirecta (y muy lucrativa para los bancos) política de apoyo a los precios de los bonos del gobierno llevada a cabo por el BCE: tres años con los préstamos concedidos al 1% a los bancos por un total de alrededor de € 1000 mil millones, con la expectativa razonable de que con rendimientos 5-6 veces mayores la impulsó a emplear buena parte en la compra de bonos del Estado europeos. Sin embargo, el director del BCE considera que hay que "dar tiempo al tiempo, este dinero finalmente fluirá en la economía ", independientemente de las estrictas políticas y "Reorganización" de las finanzas públicas que él considera esenciales.

En realidad, las cosas son exactamente lo contrario. La política de rigor y austeridad seguirá teniendo fuertes efectos recesivos, independientemente de la liquidez que el BCE está dispuesto a seguir poniendo a disposición de los bancos. Por cuanto más generosa sea la medida del BCE decida seguir en contra de ellos, las medidas de la " Salva Italia" y las medidas similares adoptadas por la mayoría de los gobiernos europeos están simplemente destinadas a agravar la recesión. Eso hará que se aumente el desempleo aún más y la inseguridad laboral, debilitándose aún más la fuerza de contrato de empleo y la desigualdad de ingresos se ensanchará, siendo mayores las caídas en el consumo, la demanda agregada y el producto.
También el objetivo de “resaneamiento” de las finanzas publicas reduciendo la relación de deuda pública / pbi está destinado a perderse, porque cuanto se hace de día con el rigor y la austeridad tiende a deshacerse a la noche a través de su impacto negativo sobre la producción y el empleo. Los mercados financieros mismos que ahora parecen estar dándose cuenta, parece que les gusta menos y menos los altares de sacrificio pero que en todas partes y al mismo tiempo siguen siendo erigidos en su honor.

3. Pero, ¿cómo hemos llegado a esta situación absurda? ¿No había y no hay formas alternativas para hacer frente a la crisis y la recesión? Y si existen, ¿por qué no son abordadas? Una respuesta satisfactoria a la primera de estas tres preguntas requeriría sólo un volumen completo. Hay que analizar toda la experiencia del capitalismo avanzado en los últimos treinta años, a contar desde el abandono del objetivo del pleno empleo en favor de la lucha contra la inflación en los años setenta a finales de los años ochenta. Entonces se debe considerar, en lo que respecta a Europa, los cambios incurridos durante la construcción del proyecto de unificación económica y monetaria y los cambios instituciones relacionadas con el Tratado de Maastricht, el establecimiento de la moneda única y acuerdos y tratados posteriores, la influencia de esta teoría en la restauración teórica mientras se intervino en la economía, y, por último pero no menos importante, debe ser discutido el estado de confusión de la izquierda europea frente a la "modernidad" neoliberal. Es un análisis demasiado largo y complejo para ser tratado en este
trabajo. Centrémonos ahora en las cuestiones segunda y tercera.

Con el estallido de la crisis y el inicio de la recesión se esperaba que se iniciara de inmediato en Europa una coordinación de políticas económicas expansivas, con subordinación de las políticas monetarias al orden expansivo de las políticas balanceadas. Al contrario, siguió haciendo la imposición de importantes superávits primarios (Excedente de los ingresos sobre los gastos, neto del pago de intereses de la deuda pública) y la reducción por cada país de sus relaciones deuda pública / PIB. Dicha reducción se ha convertido en una verdadera obsesión. En ningún caso se tiene en cuenta el hecho de que ni la teoría económica ni la experiencia concreta ayuda establecer un límite más allá del cual la relación se convertiría en insostenible: ¿sería un 220% en Japón, un 120% en Italia, o el 70% de España (que como se sabe está en condiciones económico financieras de seguro peores que las de Japón)? De manera similar,  muy poco se cuenta el hecho de que el verdadero quid de la presencia de una deuda pública interna consiste en sus efectos redistributivos- de las transferencias de ingresos de los que pagan impuestos en honor a los servicios de los que pertenecen a la misma generación, y que reciben los intereses pagados por el Estado. Esta redistribución de la renta disponible tiene un efecto negativo sobre la demanda a niveles agregados de la actividad y la cohesión social, y es para contener estos efectos que debe considerarse importante ser capaz de asegurar que, incluso en una situación en la que la deuda es (o ha llegado a ser) principalmente interna, su volumen en relación con el PIB no siga creciendo en el tiempo.

Teniendo en cuenta el hecho de que hoy, entonces las políticas de reducción de la deuda pública sólo pueden agravar la recesión, lo lógico sería apostar a estabilizar la relación deuda / PIB, y no a eliminarla. Esta estabilización de curso requiere que la tasa de crecimiento de la deuda se mantenga igual a la tasa de crecimiento del PIB. Todo economista sabe que esto es compatible con los déficits primarios - cuanto mayor es  en relación con el PIB de cada país, mayor es el nivel de su deuda / PIB - siempre, a través de la política monetaria, el tipo de interés es mantiene por debajo de la tasa de crecimiento del PIB.

En principio, por tanto, la coordinación en la eurozona de un sentido expansivo de las políticas económicas no sería difícil de lograr. Haría falta una verdadera política monetaria única, es decir, la persecución de los tipos de interés oficiales del BCE de política uniformemente baja para todos los países miembros, acompañado de política de balance expansivo por cada uno de ellos, es decir, de los déficit primarios dirigidos a apoyar  sus tasas de crecimiento. En la práctica, el BCE actuando como prestamista de última instancia también contra los Estados miembros, procedería a la compra de bonos gubernamentales de los países miembros de la eurozona en la medida necesaria para mantener cada uno de ellos la tasa de interés al nivel de la alemana a cambio de su compromiso de mantener estable la relación deuda pública / PIB.

Por supuesto, con esta combinación de políticas fiscales expansivas y políticas de apoyo monetario para dirigir el curso de los bonos del Estado por parte del BCE, cada país puede confiar en los beneficios adicionales producidos sobre su propia economía por la orientación expansiva de la política económica y también por otros. Se mantendría en marcha un círculo virtuoso de crecimiento de la producción, en lugar de un ciclo de contracción provocada por el uso de políticas simultáneas de austeridad.

4. Tratamos de entender por qué nada que se aproxime a lo que se ha prospectado está a la vista, por lo que es probable que tarde o temprano algunos países no tendrán otra alternativa que tratar de recuperar su soberanía nacional en asuntos monetarios y fiscales.

El principal obstáculo técnico institucional de la combinación de una política monetaria y políticas fiscales como las antes mencionadas es la independencia política del BCE - "el banco central más independiente del mundo”. Esta independencia se debe tirar a las ortigas con el fin de tener en la Europa de hoy una política de moneda barata, es decir, de interés uniformemente bajas para todos los países de la eurozona. Pero debe tenerse en cuenta que la nación guía de la Unión es Alemania, el país europeo más fuerte económicamente, pero totalmente inadecuado, histórica y culturalmente, para desempeñar esa función.
Alemania monta guardia justo independencia política del BCE y no está dispuesta a permitir soluciones que permitan a los socios, déficits en cuenta corriente de la balanza de pagos y  financiar las tasas de interés persistentemente bajas.

A pesar de esto es precisamente lo que se requeriría del camino que Alemania tiene elegido desde hace tiempo para sí misma y que se basa en: crecer a través las exportaciones, mientras que limitan su demanda interna. Esto es obviamente un camino que no es transitable por todos los países de la Unión, de conformidad con cada una de que puede ser la de esforzarse por seguir la  nación guía en el camino a la creciente flexibilidad de su mercado laboral (uno de los principales países europeos Europa continental, Alemania es que en los últimos treinta años ha experimentado la mayor reducción en la incidencia de la negociación colectiva en la determinación de los salarios, con el resultado de que en el estallido de la crisis de la incidencia de los bajos salarios en el empleo total había alcanzado casi el nivel de EE.UU. y superó el Reino Unido). Sin embargo, el papel dominante de Alemania no parece suficiente para explicar cómo alguna vez, al contrario de lo que todavía era razonable esperar, y la crisis no  se ha producido en Europa o en cualquier lugar en cualquier revisión doctrinal en las directrices de la política económica.

Después de todo, la hegemonía alemana en Europa no puede sola ser considerada para explicar cómo es que nunca, de frente a la crisis, se haya revisado doctrinalmente o volviera atrás sobre los caminos de política económica implementada. Después de todo, la hegemonía Alemania no parece dar pie a consentir que tiene en un puño al conjunto para decidir sobre el bienestar y la cohesión  de las naciones europeas. Como es el caso de los Estados Unidos revela
manera clara, que una hegemonía real y persistente debe basarse no sólo en las armas (incluyendo que Alemania no las dispone aun en la medida adecuada al rol que está jugando) sino en la continúa la expansión del mercado interno del país que la ejerce -una expansión de su mercado interno suficientemente sostenida y que le permita en el tiempo poder elaborar y / o
permitir el crecimiento de la otras naciones. Por lo tanto, otra cosa bien distinta que las exportaciones netas! Desde este punto de vista se puede decir que el caso de Alemania como nación guía es casi risible: es un poco como si la Italia que hemos conocido en el pasado, con el crecimiento impulsado por las exportaciones netas de bienes y servicios y las devaluaciones competitivas, hubiera aspirado a convertirse en potencia hegemónica en Europa.

5. Pero si en el papel de nación guía desempeñado por Alemania, no hay nada irresistible e inevitable, la pregunta que surge es por qué las otras naciones europeas de hecho, siguen permitiendo que pueda desempeñar ese papel - lo que se requiere para tratar de encontrar otras explicaciones para la obstinación de las políticas económicas de austeridad, frente a la profundización de la recesión en Europa.

 La principal explicación que se me ocurre es la importancia de lo que está en juego en la elección de la política económica a seguir. Lo que está en juego es el cambio en la condiciones de poder y distribución ocurrido durante los últimos treinta años a favor del capital y los negocios. Tal cambio no podría haber sido hecho en Europa sin el uso sistemático de las políticas deflacionarias, que se llevó a cabo refugiándose en  la situación de "irresponsabilidad política" que los gobiernos y los parlamentos de cada país, llevaron a cabo como resultado de la renuncia de los aspectos fundamentales de la soberanía nacional.

Como se ve claramente en Europa entre finales de los años sesenta y los años setenta, el crecimiento sostenido y un alto nivel de empleo terminan generando tensión de distribución a través de mayor poder de negociación de los trabajadores, mientras que las políticas de ingresos capaces de controlar estas tensiones políticas que involucran la presencia de un estado de bienestar generalizado y caro, apoyadas y sólo posible gracias en gran parte a los impuestos sobre la base de criterios de fuerte progresividad. Pero gracias a los cambios institucionales que han acompañado la unificación monetaria, la renuncia por parte de los gobiernos europeos a mantener alto los niveles de empleo y las políticas redistributivas fueron vistos como restricciones técnico objetivo impuestas - como el resultado de una pérdida de la soberanía nacional resultante de circunstancias inevitables. La presencia generalizada de una ilusión de inevitabilidad de esta situación de “irresponsabilidad” es ciertamente el factor que ha consentido a los distintos gobiernos europeos de tener siempre menos en cuenta las repercusiones sociales y políticas de un decurso marcadamente deflacionista y de clase.

Mas alla de la cortina de humo de los argumentos técnicos desarrollados por los economistas y la retorica europeísta, es difícil no pensar que en el fondo todos saben muy bien, a la luz de la experiencia histórica, que el pleno empleo y la tutela efectiva de los principales derechos sociales comportan una conspicua intervención del Estado en la producción y distribución del ingreso. Todos saben entre tanto que la construcción del Estado social europeo en el curso de los primeros treinta años que siguieron a la segunda guerra mundial hubiese sido imposible sin ingentes gastos públicos, financiacimiento vía una progresiva tasación fiscal, y , en ciertas fase, vía el aumento de la deuda pública, que de otra manera hubiese sido imposible sin el control de los movimientos internacionales de capital y de las tasas de intereses internas, sin la subordinación de la política monetaria a la política económica general de los gobiernos y sin políticas industriales y comerciales capaces de alentar persistentemente el vinculo de la balanza de pagos al crecimiento de la ocupación. En suma, todos en el fondo saben que reformismo y socialdemocracia son inconcebibles si se saca la soberanía de los Estados Nación en el campo económico, y eso no es sustituido por nuevas formas de poder político supranacionales capaces de regular los procesos productivos y distributivos en función del crecimiento de un conjunto de economías y de la contención de las desigualdades en su interior.

Ahora, es justamente esta doble ausencia del Estado Nación y de un poder político supranacional que fue realizado con la constitución de la Unión europea y del Eurosistema; y es justo esta doble ausencia que entonces hoy se busca obstinadamente de preservar de frente a la recesión.
Se trata indudablemente de un camino poco convencional, que también contiene en su interior un elemento de torpeza, en parte alimentado por el hecho de continuar no encontrando, por lo menos  fuera de Francia y de Grecia, alguna verdadera oposición política. Este elemento de torpeza sustancialmente consiste en suponer que la estabilidad social no esta corriendo algún serio peligro, o en que perdieron de vista que en Europa siempre ha sido precisamente el fruto de esas políticas redistributivas de las cuales se está duramente liberando.

capitulo 1 de Oltre l´Austeritá