Posteamos una muy buena nota de los colegas De Lucchi y Vernengo sobre la visión dominante entre los economistas argentinos. La nota apareció en la Revista Márgenes nº5, septiembre, de la UNGS.
por Juan Matías De Lucchi y Matías Vernengo*
En alguna medida la crisis cambiaria argentina era esperada. La restricción externa se hizo sentir en el caso argentino desde por lo menos el 2011, y era esperado, a pesar de las promesas de la campaña electoral, que el gobierno de Mauricio Macri utilizara la devaluación del tipo de cambio, y la reducción de retenciones para acelerar la inflación, frenar las negociaciones salariales en las paritarias, y reducir los salarios reales. Además, en el corto plazo, se esperaba que la reducción de los salarios y el ajuste fiscal conllevarían a una caída del producto interno bruto. En otras palabras, la devaluación con sus efectos contractivos e inflacionarios, aunque no fue anunciada, era esperada (Vernengo, 2016a).
También era razonable suponer que una vez que se utilizara el tipo de cambio para dis-ciplinar a los trabajadores, del mismo modo se utilizaría el tipo de cambio para contener a la inflación, e incluso se podría especular que los economistas de Cambiemos, preocupados con el crecimiento económico antes de las elecciones, permitirían un aflojamiento fiscal para acelerar el crecimiento y reducir el desempleo. Sin embargo, nada de esto ocurrió y el tipo de cambio nominal aumentó 350% con, por lo menos, dos episodios de corridas cambiarias en 2016 y 2018, que abrieron nuevamente la discusión sobre un posible default. Esto sugiere que, en parte, el problema de la administración de Cambiemos también está relacionado con las decisiones tomadas por sus economistas, algunos de los cuales estuvie-ron presentes en la previa debacle y default al final de la convertibilidad.
En otras palabras, si bien es cierto que la economía argentina ya enfrentaba un déficit estructural de cuenta corriente, el principal factor de explicación de la crisis cambiaria de 2018 es una letal combinación de errores teóricos y operacionales. En este contexto, el inicio de un temerario patrón de endeudamiento en moneda extranjera, la implementa-ción de una inconsistente política monetaria y cambiaria y, finalmente, el innecesario y desesperado acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (fmi) por parte de un gobier-no desbordado por las circunstancias son los principales errores de praxis que cualquier gobierno que gane las elecciones tendrá que afrontar para estabilizar el tipo de cambio y evitar un incumplimiento de los compromisos externos.
A igual que en tiempos del kirchnerismo, el problema externo y las tensiones cambiarias continúan siendo un fenómeno financiero más que real, considerando también el alto componente especulativo de las liquidaciones de granos. En particular, es importante notar que países con déficit externos similares, e incluso más severos, como Brasil, que ha tenido un déficit en cuenta corriente por un período más prolongado que Argentina, no han sufrido crisis cambiarias, en parte porque fueron capaces de acumular un volumen significativo de reservas internacionales atrayendo flujos de capital, en un contexto en que las tasas de interés en Estados Unidos han estado en niveles históricamente bajos.
El resto del artículo esta divido en tres secciones. La próxima sección analiza las causas de la crisis, en la que se sugiere que los problemas fueron esencialmente financieros, y reforzados por un error de diagnóstico que llevó al creciente endeudamiento externo. La sección subsecuente describe la crisis cambiaria y sus consecuencias de largo plazo. Una breve conclusión cierra el artículo, sugiriendo que la mala praxis asociada al diagnóstico monetarista de los problemas argentinos pone en peligro la posibilidad de la retomada del crecimiento, y aumenta las chances de un default. La persistencia y el retorno del monetarismo como doctrina social, como lo habían identificado Bhaduri y Steindl (1983) para los países avanzados, no es, sin embargo, un mero error, sino la defensa ideológica de una serie de políticas que benefician a ciertos intereses en la Argentina
*New School for Social Research y Bucknell University, respectivamente.
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