Un mercado potente, pero con iliquidez
Por Daniel Schteingart *
¿Qué situación socioeconómica dejan doce años de kirchnerismo al
entrante gobierno de Mauricio Macri?
En primer lugar, hoy existe un
mercado interno potente, gracias a la combinación de varios factores,
entre los que podemos destacar: a) fuerte aumento del empleo, con 5,8
millones de puestos de trabajo generados desde 2002 y 4,8 millones
respecto a 1998, pico de PBI de la convertibilidad; b) importante
aumento del salario real, que hoy es 80 por ciento mayor al de 2002 y 47
por ciento superior al de 1998, y c) el aumento de los ingresos reales
de los hogares de menores ingresos, por medio no sólo del aumento del
empleo y del crecimiento del poder adquisitivo del salario, sino también
por medio de políticas como la inclusión jubilatoria y la AUH, entre
otras. Todo ello ha redundado en que el poder adquisitivo del 40 por
ciento de menores ingresos sea hoy 176 por ciento más alto que en 2002 y
55 por ciento más elevado que en 1998. El correlato de ello es una baja
importante (aunque a todas luces insuficiente) de la pobreza. En 1998,
el 26 por ciento de los argentinos era pobre y en 2002 el 58 por ciento.
Según el último informe de Cifra-CTA, en el primer semestre de 2015 la
pobreza fue del 19,7 por ciento.
Esta gran mejora del poder adquisitivo de los sectores más
vulnerables (que permitió ensanchar enormemente el mercado interno)
comenzó a desinflarse a partir de 2011 y, sobre todo, desde 2013. A
pesar de que en 2015 ha habido una mejora de los ingresos reales de
buena parte de la población, la importante caída de 2014 (en la cual la
devaluación de enero de dicho año mucho tuvo que ver) ha hecho que hoy
el poder adquisitivo del 40 por ciento de menores ingresos sea levemente
inferior al de 2013 y que la pobreza sea 1,7 punto más elevada.
La principal razón de este amesetamiento del bienestar de los
sectores más postergados obedece al resurgimiento de la restricción
externa desde 2011, que ha frenado la economía. Según el Indec, la
economía creció apenas 4 por ciento entre 2011 y 2015, lo que en
términos per cápita implica un 0 por ciento; estimaciones privadas
marcan incluso una caída per cápita del 4 por ciento. Sin crecimiento es
difícil que el salario real y el empleo privado crezcan.
Doce años de kirchnerismo dejan también 228.000 empresas nuevas en
diversos sectores productivos respecto a 2002, y 180.000 si comparamos
contra 1998. La fuerte generación de puestos de trabajo obedece en buena
medida a ello. Vale apuntar que el momento de mayor dinamismo
empresarial fue entre 2003 y 2008, y que desde 2011 la creación de
empresas ha sido virtualmente nula.
Así como doce años de kirchnerismo dejan a Macri la sociedad menos
segmentada socioeconómicamente de los últimos 20 años, también existen
problemas por resolver. El principal de ellos es la escasez de dólares
del BCRA, cuyas reservas líquidas son prácticamente nulas. Aquí existe
margen para la recomposición, por la repatriación de capitales fugados
(que se estiman en más de 200.000 millones de dólares) o por el acceso
al financiamiento externo. Respecto a esto último, vale mencionar que la
deuda pública nominada en dólares y en manos del sector privado es del
7,2 por ciento del PBI, de las más bajas del mundo, por lo que la
situación argentina actual es de fuerte solvencia, pero de gran
iliquidez. No sólo el Estado tiene bajos ratios de deuda: también ocurre
lo mismo en las familias, las empresas y los bancos, lo cual contrasta
con la situación de fines de la convertibilidad.
Otras cuestiones que deja el gobierno saliente tienen que ver con
tensiones en los precios relativos, un déficit fiscal de más del 4 por
ciento del PBI y una apreciación del tipo de cambio real que está en
niveles similares a los de los 90 (aunque, dada la existencia de las
trabas a la importación, a una mayor fortaleza del mercado interno y al
bajo endeudamiento de las empresas, ello no implica la quiebra de
empresas como sí ocurría hace quince años). Habrá que esperar para ver
si las respuestas del próximo gobierno a estas cuestiones terminan
generando daños significativos en la solidez del mercado interno. No es
lo mismo tomar deuda para ampliar la plataforma productiva que para
financiar fuga de capitales o una apertura a las importaciones que
desplacen la oferta local. Tampoco es lo mismo devaluar drásticamente la
moneda para recomponer competitividad que no hacerlo o hacerlo
gradualmente (y compensando a los sectores más afectados por la
apreciación cambiaria por medio de incentivos fiscales). No es
indistinto corregir ciertos desajustes de precios relativos de un
plumazo (sobre todo, los que tienen que ver con la energía residencial) y
con ajuste devaluatorio que hacerlo de a poco. Por último, si hoy
existe déficit fiscal, ello se debe en parte a que la economía
prácticamente no ha crecido en los últimos cuatro años (afectando la
recaudación). Para que las cuentas públicas mejoren es necesario volver a
crecer más que hacer un ajuste que deprima la economía (y la
recaudación).
* Magister en Sociología Económica (Idaes-Unsam).
original: pagina 12.
2 comentarios:
Argentina, con el tipo de cambio que mantuvo hasta ahora, ha vivido por encima de sus posiblidades macroeconomicas. La continuación de este rumbo nos llevaría hacia un estrangulamiento de la balanza de pagos inexorable. Una devaluación importante es inevitable. La situacion no es tan diametralmente opuesta a la que tuvimos antes de la crisis del 2001, con la diferencia que por suerte no aparecerá un Cavallo congelando el sistema bancario. Si el ajuste se hubiera hecho antes, el aterrizaje habria sido mucho mas blando...
Mutatis Mutandis,
por què ud solo permite cambiar en su "hipotesis" solo la variable tipo de cambio? No existe un tipo de cambio de equilibrio, nada en las diversas comparaciones de entradas y salidas de dolares fuera de convertibilidad, dan algo asi. Si ud planteara cambios en la sustitucion de importaciones, y se financiara en la transicion con deuda, puede tener sostenibilidad. Que no se ha hecho no es noticia, pero ud lo plantea como si solo la devaluacion soluciona el problema.
Es más, no sólo no soluciona el problema, sino que puede hasta ser prociclico y llevar a una mayor inflacion, en tanto los salarios reales recuperarán su valor previo con o sin paritarias. Ergo tendra mayor inflaciòn y/o mayores tasas de interes.
Por lo que se vislumbra, la devaluacion ni siquiera va a aportar un mayor flujo de exportaciones dada la inelasticidad precio (0.07 aprox.) por lo que sólo lleva a una devaluación el vínculo de los gobiernos conservadores, en bajar salarios, y llevados al destrozo, intentar abrir importaciones para generar un desempleo que finalmente logre vencer la puja. Lo han hecho siempre, con militares y con peronismo (Menem)...no veo porque no ahora, a pesar de todas las pieles de oveja feliz.
Pero decir que la devaluación es inevitable es un disparate marginalista, en tanto la cuenta de capital estuvo cerrada, por haberse atado a un discurso anti deuda que claro, chocaba la calesita. Se puede abrir y financiarse como cualquier otro pais, sin gran devaluacion e intentando sustituir importaciones, la unica forma genuina de solucionar el tema de balanza de pagos. Las exportaciones son porfiadamente exogenas a nuestros deseos, (aunque algo se puede hacer).
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