Eduardo Crespo:
“No creo que pueda haber una integración regional exitosa con un Brasil en recesión y neoliberal”
El economista y
profesor de la Universidad Federal de Río de Janeiro, Eduardo Crespo,
realiza un balance sobre la situación política y económica de Brasil a
seis meses del comienzo del segundo mandato de Dilma Rousseff. Además
analiza los derechos laborales en el país, la corrupción alrededor de
Petrobras, la reciente gira de la presidenta por Estados Unidos, y las
perspectivas de integración para la región.
¿Qué balance podrías hacer de la política económica implementada
por el gobierno de Dilma Rousseff en estos seis meses que lleva su
segundo mandato?
La política económica de Dilma Rousseff en su segundo mandato se
caracteriza esencialmente por un giro conservador y neoliberal; y por un
retorno en el plano discursivo a la jerga de los años noventa, con el
estilo de Margaret Thatcher de que “no hay otra alternativa y no se
puede hacer otra cosa”. Esta forma se opone a su mandato de campaña
donde, incluso, llegó a acusar a la otra candidata Marina Silva de ser
la representante del Banco Itaú —porque algunos de sus asesores
pertenecían a esta entidad—. En este sentido una de las primeras medidas
que tomó Rousseff fue nombrar personal del Banco Bradesco a cargo del
Ministerio de Economía, quienes están implementando ajustes a todo
nivel: en el plano fiscal, subas de las tasas de interés, una
interrupción de líneas de crédito de todo tipo (destinados a la
producción y al plan de vivienda Minha Casa Minha Vida), recortes de
derechos laborales, la interrupción de contratos, suspensión de obras,
entre otras.
La situación descripta coincide con un plano bastante complicado para
el gobierno, que rompió su alianza política y la derecha lo que está
poniendo entre las cuerdas con denuncias de corrupción—principalmente en
el parlamento hay graves acusaciones que comprometen a altos
funcionarios—. Todos los indicadores disponibles hasta la fecha
demuestran que la situación ha empeorado porque hay: un aumento del
desempleo, una caída de los niveles de producción, y una aceleración de
la inflación (porque al mismo tiempo se devaluó el real).
Los indicadores son muy malos. El gobierno en el poco tiempo que
lleva de su segundo mandato tiene un nivel de popularidad según
encuestas —que pueden ser discutibles—, que rondan el 10% de
aprobación. Es una situación difícil y además coincide con un alto grado
de movilidad de sectores radicales de derecha con consignas golpistas. A
esta altura diría que sería un logro que el gobierno termine su segundo
mandato en estas condiciones.
Este año ha tenido fuerte impacto en los medios de comunicación
el proyecto de ley de “tercerización laboral”. ¿Qué resonancia ha tenido
este tema en Brasil y cuáles son las perspectivas a futuro?
En Brasil hay un gran debate, lo que no sabemos todavía es qué va a
hacer el ejecutivo con esa ley aprobada en el parlamento. No hay que
olvidarse que los gobiernos del Partido de los Trabajadores (PT) todos
fueron una coalición principalmente con el Partido del Movimiento
Democrático Brasileño (PMDB), un partido mucho más a la derecha que el
PT. Esa alianza hoy está rota y es desde el parlamento desde donde se
están promoviendo estas iniciativas.
El ex presidente Lula da Silva pidió que Rousseff vetara la ley, pero
en las actuales circunstancias no sabemos si lo va a hacer porque
realmente la concesión sería total a casi todo nivel. Así que es algo
que está en suspenso, pero de todos modos hay retrocesos de las
condiciones y los derechos laborales. En este sentido, buena parte de
las universidades están de paro porque hubo un importante recorte
presupuestario que compromete servicios básicos como higiene, suspensión
de servicios tercerizados y becas para estudiantes de menores recursos o
extranjeros, y muchas otras transferencias sociales que se han
suspendido de la noche a la mañana. Entonces hay suspensión de derechos
laborales por donde uno los quiera ver, más allá de la ley que apunta a
la tercerización.
Con respecto a la ley hay una fuerte presión de los medios de
comunicación y de sectores conservadores del empresariado, que quieren
que se apruebe. Pero esa ley es lo de menos en las actuales
circunstancias porque los salarios ya están cayendo ahora, hay una
devaluación unida a un ajuste fiscal, una suspensión de derechos y de
transferencias, y un aumento del desempleo. El cuadro es completamente
negativo.
También han tenido fuerte visibilidad internacional las denuncias
de corrupción en la empresa Petrobras. En las elecciones del 2014
algunos medios de comunicación vinculaban directamente a Dilma Rousseff y
a Lula da Silva como cómplices de esta situación. Fue el caso de la
revista Veja que antes del ballotage de octubre publicó una tapa con la
foto de Dilma y Lula con la frase “ellos sabían todo”, referida a la red
de corrupción de la petrolera. ¿Cuáles han sido las principales medidas
que se tomaron en relación a este tema?
Petrobras evidentemente empezó a funcionar como una especie de caja
para el financiamiento de la política (algo que no era habitual en
Brasil). Por lo menos esto es lo que se llega a entender a partir de la
información de los medios de comunicación, que en Brasil son mucho menos
confiables que en la Argentina. Ahí están comprometidos altos
funcionarios de los gobiernos de Dilma (tanto el actual como el
anterior) y de Lula.
Petrobras es una empresa fundamental en Brasil que explica
aproximadamente el diez por ciento de las inversiones, pero en este
momento está paralizada por todo el proceso de investigación que se está
realizando. Los planes de proyección y de expansión en base al
yacimiento Presal y todos estos nuevos descubrimientos petroleros que
estaban proyectados para los próximos años, están suspendidos por lo
menos hasta el año 2017.
En el plano político hay mucho riesgo que esta situación termine
comprometiendo a altas figuras políticas de los gobiernos del PT, que
incluso podría llevar a la realización de un juicio político a la
presidenta. Si bien mucha gente dice que no hay base jurídica para tal
situación, políticamente no sé hasta dónde pueden llegar.
Es decir, el caso Petrobras instaura una crisis política y económica.
Quienes usufructúan este proceso son los medios de comunicación y
sectores conservadores de derecha que están tratando de aprovechar las
circunstancias.
En estos días Dilma Rousseff realizó una gira por Estados Unidos y
se reunió con el presidente Barack Obama. ¿Qué podrías decir sobre la
relación bilateral que existe actualmente entre los dos países?
Es una incógnita lo que se está negociando y hasta dónde van a llegar
estos acuerdos. Las relaciones con Estados Unidos eran bastante tensas
por las escuchas y las filtraciones de información que realizaba el
gobierno norteamericano para observar los pasos del gobierno brasileño.
Básicamente tenían todo pinchado en Brasil, incluida a la presidenta y
los principales ministros. De modo que esto generó una situación de
tensión con Estados Unidos.
Dadas las actuales condiciones no me resulta nada sorprendente que
Brasil termine haciendo algún tipo de acuerdo que vaya en la dirección
de un tratado de libre comercio con Estados Unidos. La concesión a nivel
económico es total y no creo que la política exterior vaya en una
dirección muy distinta. La mayor parte de los sectores empresariales y
financieros, que tienen una gran influencia en Brasil, apuntan a tener
un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos.
Las perspectivas para la integración latinoamericana me parecen
bastante complicadas. No digo que a partir de la gira por Estados Unidos
se vaya a desmoronar el Mercosur, ni nada por el estilo. Pero me parece
que en las actuales condiciones marca una dirección tanto económica
como exterior brasilera.
Con respecto a la integración regional, ¿cuáles serían las perspectivas a futuro para fortalecerla?
Para mi son muy oscuras las perspectivas de integración. No creo que
pueda haber una integración regional exitosa, con un Brasil en recesión y
neoliberal. Es decir, la integración por vía neoliberal es algo que
estamos observando en Europa y que va al fracaso.
Si Brasil no retoma una vía popular y desarrollista dudo que la
integración regional vaya a avanzar mucho. Todo lo contrario, creo que
va a retroceder.
En términos macroeconómicos, si el principal país de la región está
creciendo a tasas bajísimas y con recesión ello perjudica a sus socios:
por las exportaciones principalmente. Además no creo que haya ninguna
iniciativa para promover algún tipo de infraestructura común —como puede
ser la inauguración de un tren que comunique a San Pablo con Buenos
Aires— con un esquema político y económico de característica neoliberal.
Original: Nodal Economía
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