Continuando la PARTE 1 Joaquín Sostoa y Rubén Alderete siguen analizando el fenómeno inflacionario. En esta segunda parte, presentan algunas críticas que los economistas heterodoxos hicieron a la teoría neoclásica y proponen una visión alternativa.
Durante la primera parte, describíamos la explicación de la escuela neoclásica, y en específico del «Nuevo Consenso Macroeconómico» (NCM), para el fenómeno de la inflación. Básicamente, decíamos que para los economistas la inflación es producto de un exceso de demanda agregada sobre la oferta agregada, y que uno de los supuestos más fuertes para validar dicha explicación es la tendencia natural del mercado al pleno empleo, lo que, en última instancia, requiere del principio de sustitución factorial.
En esta segunda y última parte, nos enfocaremos en la crítica a esta teoría, principalmente por parte de los economistas clásicos. También plantearemos una hipótesis alternativa para entender la estabilidad de precios en Paraguay, es decir, desde una óptica no neoclásica.
La crítica sraffiana.
El principio de sustitución factorial que se describió en la primera parte fue (y sigue siendo) objeto de críticas por parte de economistas heterodoxos inspirados en la obra de Piero Sraffa. Los sraffianos dilucidaron serios problemas teóricos sobre las nociones de sustitución entre el capital y otros factores de producción. Incluso ponen en duda la existencia del efecto sustitución entre factores productivos cuando el capital es uno de ellos.
Para que la sustitución entre factores productivos funcione, debe poder especificarse de manera precisa las dotaciones de los mismos. Además, debe poder demostrarse que si el precio de un factor (por ejemplo, el trabajo) cae en relación con otro factor (por ejemplo, el capital), habrá una tendencia a utilizar aquel factor cuyo precio ha disminuido (en este caso, el trabajo), manteniendo el otro factor constante (en este caso, el capital). Dicho mecanismo funciona correctamente para los factores primarios (tierra y trabajo), pero al introducir el capital al análisis como factor productivo, aparecen los problemas.
Los inconvenientes surgen de considerar dos características que diferencian al capital de otros factores productivos. La primera diferencia radica en que los bienes de capital son producidos. La segunda diferencia se encuentra en la remuneración de este factor. El trabajo y la tierra son factores cuyas remuneraciones pueden mantenerse diferentes por largos periodos de tiempo. Sin embargo, en lo que respecta al capital, hay que considerar que las tasas de retorno de los diferentes bienes de capital utilizados en los diversos sectores económicos tenderán a ser uniformes. Esto se debe a las modificaciones en la composición del capital realizada por los inversores en busca de mayor rentabilidad.
Estas diferencias implican que las dotaciones de capital estarían variando en el corto plazo. Surgen así dos problemas teóricos para el principio de sustitución factorial. En primer lugar, se vuelve difícil especificar la dotación de capital de forma coherente. Los bienes de capital físicos existentes varían tan frecuentemente que sus tasas de retorno (que indican la escasez relativa de los mismos) no son persistentes en el tiempo, en especial por el efecto de la competencia y la tendencia a la igualación de las diferentes tasas de retorno.
Con relación al punto anterior, esa falta de persistencia implica que, en los mercados de los demás factores productivos, los bienes de capital utilizados para producir junto con un tipo particular de trabajo también cambiarían rápidamente. Esto lleva al segundo problema: dado que la escasez relativa de un factor solo se determina en relación con la escasez relativa de otro factor, la escasez relativa de los factores de producción (no sólo del capital) deviene indeterminada. Las soluciones propuestas por el marginalismo a este problema no resultaron eficaces. Wicksell y Walras trataron de especificar, cada uno de manera distinta, a la dotación de capital. Sin embargo, sus esfuerzos se vieron frustrados por contradicciones lógicas (Fabio Petri escribió una crítica a estas visiones que recomendamos consultar).
Una alternativa: los costos y la inflación.
La obra de Sraffa cuestiona profundamente el análisis marginalista de la distribución del ingreso. Los salarios reales no pueden determinarse por la intersección o el equilibrio de una curva de oferta y demanda de trabajo. En otras palabras, el discurso de “a cada cual lo suyo” queda sin bases teóricas sólidas. Esta última teoría requiere, para su determinación, la especificación de la dotación de capital, asunto que no puede resolverse sin contradecir los postulados de la misma teoría neoclásica. Los salarios más bien se fijan teniendo en cuenta un salario de subsistencia determinado por un conjunto de factores históricos e institucionales. Estos factores también determinan el poder de negociación relativo de la clase trabajadora para poder conseguir aumentos en sus salarios reales. No existe, de esta manera, un salario “natural” o una jerarquía “natural” de salarios.
Si la distribución del ingreso es resultante de un conflicto por la apropiación una mayor parte del excedente, tal como lo postulaban los economistas clásicos, puede considerarse a la inflación la mayor parte del tiempo como un fenómeno ligado a los costos debido a una puja distributiva no resuelta. Tal es el caso de países como Argentina y Brasil, por ejemplo. La inflación, en este sentido, debe ser considerada un asunto en gran parte de carácter político.
Esta visión alternativa de la inflación, que desafía las concepciones más tradicionales del marginalismo, encuentra respaldo empírico en una investigación publicada en la CEPAL sobre los determinantes de la inflación en América Latina. En dicho trabajo se detallan importantes resultados para el manejo de la inflación en los países de la región. El principal de estos resultados es que en la mayoría de los países la brecha del producto (inflación por exceso de demanda) no resulta significativa para explicar la inflación. Dichas explicaciones, más bien, deben buscarse por el lado de los costos.
En este sentido, en el caso de Paraguay, los principales factores que propician la inflación son el tipo de cambio y las variaciones de precios de las materias primas, tal como se observa en el gráfico. Los precios de las materias explican un porcentaje sustancial de los movimientos en los precios internos a través del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y su componente alimenticio. Por lo tanto, los shocks de costos no pueden ser considerados aleatorios, más bien deben ser considerados persistentes, dado que son los factores que aceleran el proceso inflacionario.
El tipo de cambio, por su parte, tiene efectos en el nivel de precios a través del conocido efecto traspaso (pass-through). Este efecto hace que los costos de una devaluación sean traspasados, de manera completa o incompleta, al índice de precios. Es también por estas razones que las devaluaciones resultan contractivas para economías en las que el tipo de cambio tenga un efecto de traspaso importante. La subida generalizada de los precios que sigue a la depreciación del tipo de cambio tiene efectos perversos sobre los salarios reales y, por ende, sobre el nivel de la demanda agregada.
En lo que respecta a la puja distributiva, captada por los costos laborales unitarios, se observa que en nuestro país es un factor que no incide en la aceleración de la inflación. Esto se explica en gran medida por la escasa formación sindical, la alta informalidad laboral y la precariedad del trabajo. La ausencia de conflicto distributivo resulta ser un factor clave para explicar las bajas tasas de inflación experimentadas en los últimos años, dado que, al estar mermado el poder de negociación relativo de la clase trabajadora, las variaciones salariales no tienen mayor influencia en los costos. En este sentido, debe considerarse que Paraguay es uno de los países con menor porcentaje de densidad sindical y de negociaciones salariales de América Latina. Estos resultados pueden indicarnos que la reducción de la dinámica inflacionaria está asociada en gran medida al debilitamiento de la institucionalidad laboral y la retracción de la participación asalariada en el ingreso.
Por su parte, también cabe considerar al componente inercial de la inflación. La inflación inercial es aquella que está explicada simplemente por la inflación pasada. Por ejemplo, si este año la inflación fuera de un 2%, el año siguiente se esperaría como mínimo un 2% de inflación, y se modificarían los precios en esa dirección. Pese a esta lógica, los resultados obtenidos en el estudio de Trajtenberg, Valdecantos & al.(2015) indican la poca relevancia de la inercia como factor que influya en la inflación. En efecto, en ausencia de una puja distributiva es razonable esperar que los factores que hacen que la inercia inflacionaria sea relevante (como las indexaciones salariales) se encuentren ausentes.
La adopción de las política anti-inflacionarias, en síntesis, deben estar alejadas de las visiones convencionales, pues estas no explican realmente el origen de la inflación. Si se quiere controlar la inflación, debe analizarse la manera en que las políticas de gasto público y de variaciones de las tasas de interés afectan a los costos. Reducir las explicaciones inflacionarias a cualquier exceso de gasto es evitar discutir quién carga realmente con los costos de la inflación, y es una manera de justificar ajustes fiscales que no hacen más que reducir el crecimiento económico y, por ende, el bienestar general.
Enlaces a trabajos referidos en el artículo: https://circusrevista.com.ar/wp-content/uploads/petri.74-105.pdf https://circusrevista.com.ar/wp-content/uploads/03-Fiorito.-La-inflaci%C3%B3n-en-tiempos-macristas-22-51b.pdf http://www.centrosraffa.org/public/eb7f3d34-b65c-467c-b22b-4a0e0275a81d.pdf https://repositorio.cepal.org/handle/11362/39990 https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/39990/S1500839_es.pdf?sequence=1&isAllowed=y https://i2.wp.com/centraldeideas.blog/wp-content/uploads/2020/09/Diapositiva2-2.png?ssl=1 http://www.relats.org/documentos/ORGOrsattiDensidadesALC.pdf
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