por Claudio Scaletta
La información del avance de un acuerdo con China para aumentar las exportaciones de carne porcina fue tomada como bandera por la rama sectaria de las corrientes ecologistas. Frente a la esterilidad del debate generado resulta de vital importancia romper la construcción de la falsa dicotomía entre desarrollo y cuidado ambiental. Estar a favor del desarrollo no significa estar en contra del cuidado del medio ambiente, y estar a favor del cuidado del medio ambiente no debería ser la negación del desarrollo. Semejante contradicción no es una creación del ecologismo, sino de su rama sectaria, una corriente de banderas brumosas con profusa difusión gracias al potente respaldo de la “geopolítica”, palabra que refiere a las relaciones del poder internacional real y que suele utilizarse para evitar el uso de la más estigmatizada “imperialismo”. La hipótesis de este artículo, que intentará ser demostrada, es que bajo la apariencia de una buena causa las sectas ecologistas son una corriente de pensamiento reaccionario funcional al imperialismo. Se trata de un debate cuya magnitud excede largamente a lo que puede desarrollarse en un breve artículo, por lo que se propone un esfuerzo de síntesis.
En una economía como la argentina existe un dato básico no incorporado al sentido común de la población: aumentar salarios, o pensando en el conjunto de la economía: aumentar la masa salarial, demanda dólares. Si se quiere avanzar en la inclusión social se necesita aumentar la provisión de divisas. La razón es que, dada la estructura productiva local, cuando aumenta el consumo aumenta la demanda de bienes y servicios que, o bien tienen una alta composición de insumos importados o son directamente importados, por ejemplo vehículos, electrodomésticos, electrónicos, viajes al exterior, etc. Sin embargo, mientras el nivel de importaciones depende del ciclo interno, es decir de la evolución del PIB, el nivel de exportaciones depende de la demanda del resto del mundo. Dada la estructura productiva local, cuando la economía crece, a partir de cierto punto las importaciones crecen mucho más rápido que las exportaciones lo que conduce a la escasez de divisas y, en consecuencia, a la inestabilidad macroeconómica. Por ello, los economistas de distintas corrientes suelen coincidir en la necesidad de aumentar las exportaciones, aunque no lo hagan en el para qué y cómo lograrlo. Sin meterse en esta discusión existe un consenso en que para crecer y desarrollarse se necesitan divisas y que para hacerse de divisas una de las vías más genuinas es aumentar las exportaciones y/o sustituir importaciones.
Original: ACA
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