Entrevista a Fabián Amico, Economista y coeditor de Revista Circus
En diálogo con El Economista, Fabián Amico, uno de los animadores de la
heterodoxa Revista Circus, analiza el futuro de la economía vernácula y
ofrece una mirada pesimista sobre el principal socio comercial del país.
Los famosos brotes verdes jamás llegaron. La lectura
mayoritaria entre sus colegas es que el pronóstico sigue intacto y ya
llegarán. ¿Coincide?
No puede crecer la economía cuando hay ajuste fiscal, caen los
salarios y el consumo y no crecen las exportaciones. Es imposible.
También es ridículo pensar que va a crecer la inversión si no crece
ningún componente de la demanda. Los empresarios mismos dicen que están
contentos con el Gobierno, pero que no van a invertir porque la
actividad está paralizada. Si, además, se plancha la obra pública, como
están diciendo algunos medios, la recesión se va a profundizar.
Mencionaba que los drivers de crecimiento están todos apagados. ¿El consumo es el que más afecta a la economía?
Efectivamente. Es el componente más grande del PIB. Adentro del
consumo privado hay dos grandes componentes. Por un lado, está el
vinculado a los salarios y el empleo, que está cayendo porque se retrajo
tanto el empleo como el salario, que recién está recuperando algo
ahora. Es decir, la masa salarial real, pese a lo que ocurre con el
salario real, puede estar cayendo todavía por la suba interanual del
desempleo. El otro componente son las jubilaciones, pensiones y planes
sociales que, según cifras oficiales, están cayendo en términos reales.
Además, no hay crédito para el consumo porque las tasas son altas. Así,
la inversión, el otro gran componente del PIB, no crece y, para peor,
las exportaciones están cayendo. La única salida a la recesión es una
muy enérgica política fiscal. No hay, técnicamente, otro camino.
¿Y el consumo?
Ahora se vienen los estímulos clásicos de fin de año y en algunos
meses más llegarán los nuevos salarios y el salario real volvería a
crecer… El salario puede ser expansivo en la medida en que la inflación
baje. Pero a insistio en la cuestión de la masa salarial, es decir,
salarios por empleo. Si hay una mejora en el salario pero sube el
desempleo, la masa salarial puede caer.
El Indec dijo que el desempleo cayó en el 3° trimestre…
Pero interanualmente creció. La tendencia del desempleo es levemente
creciente. Los empresarios no van a despedir gente a los seis meses de
iniciado el ciclo recesivo porque incorporar gente a una planta implica
costos y preparaciones para ese empleado. Se llama “labor hoarding”. Si
se consolida el ciclo recesivo, el desempleo aumentará más. La
expectativa de la masa salarial es muy incierta.
La inflación bajó notablemente con respecto al primer
semestre, pero sigue en 1,5% o 2%, un nivel no muy distinto al promedio
del kirchnerismo. La intención del Gobierno es seguir bajándola y llegar a 5% en 2019. ¿Cómo ve esa batalla?
El tema central de la inflación de Argentina en los 2000 fueron los
movimientos del tipo de cambio, la puja por la distribución del ingreso y
los precios internacionales de la commodities, que hoy están cayendo y
están ayudando en el frente inflacionario aunque no en los números
comerciales. La inflación acumulada de más de 40% en el último año
estuvo provocada por la desvalorización del cambio y las tarifas. Si el
tipo de cambio nominal desacelera su crecimiento y las tarifas también,
la inflación se va a frenar. No creo que sea menos de 20% en un lapso
breve porque estamos arriba de 40%. Hay que ver qué pasa con las Lebac y
las tarifas.
¿Ve complicado el 5% en 2019 entonces?
Argentina tiene una característica: que no está relacionada con el
kirchnerismo ni con el macrismo, y es un nivel de puja sindical y
conflicto distributivo que, a menos que se introduzcan niveles de
desempleo muy altos, no van a generar inflación baja. El IPC por abajo
del 5% de la convertibilidad tuvo como contracara la flexibilización
laboral, impedir el ajuste salarial y desempleo de 20%. Si no se repite
ese esquema la inflación nunca será 5%.
¿Está atrasado el tipo de cambio y eso afecta el crecimiento?
Las estimaciones empíricas muestran que el tipo de cambio está
correlacionado negativamente con el PIB. Las devaluaciones son
contractivas por el efecto en el salario real y, además, el tipo de
cambio está poco relacionado con el comercio exterior porque los flujos
comerciales están más integrados. No importa tanto como se dice. La
clave es el nivel de actividad de nuestros socios comerciales.
¿Cómo complica la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca la estrategia financiera del Gobierno?
Puede ser una complicación si se torna cierto algo que todavía no
está confirmado. Los bonos de largo plazo de EE.UU. ya subieron y
Argentina se va a encarecer. Hay que ver qué ocurre con la tasa de corto
plazo, que es determinante en los flujos de capitales. Ese sería el
escenario complicado. Igual, y aun con las tasas de antes, la situación
de Argentina lucía complicada igual y el problema ya estaba ahí. Estamos
mejorando la cuenta capital a través del endeudamiento público en
dólares. Financiamos el déficit de cuenta corriente con deuda pública en
dólares, que también se usa para financiar gasto corriente fiscal en
pesos. No es sostenible.
Usted está en Brasil. ¿Cómo ve la situación allí y veremos las tan ansiadas mejoras en 2017?
Lo que está pasando hoy en Brasil, nunca había pasado. Recordemos que
ellos son, en términos económicos, más estables y menos dramáticos que
nosotros. Es un elefante que se mueve lentamente. El efecto social de
esta oscilación es tremendo. La política económica está consolidando el
ajuste y busca congelar el gasto por veinte años, y eso afectará el
crecimiento. La situación es mucho peor que en Argentina. Hay que ser
realistas: no podemos esperar nada de Brasil para los próximos cinco
años. Solo malas noticias.
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