Tirole no es sinónimo de keynesianismo, sino de una
síntesis entre políticas neoliberales y cierto tipo de regulación
estatal de la actividad económica.
Por Roberto Lampa y Andrés Lazzarini *
Hace
menos de un mes, una parte significativa de la opinión pública y de los
medios económicos que no comulgan explícitamente con la llamada escuela
marginalista o neoclásica recibió con cierta expectativa que el Nobel de
Economía 2014 haya sido otorgado al economista francés y profesor de la
Toulouse School of Economics Jean Tirole.
De acuerdo con el comité de expertos encargado de elegir al ganador
del Nobel, el premio a Tirole se debe “because he has clarified how to
understand and regulate industries with a few powerful firms”, es decir,
por haber contribuido al mejor entendimiento de los mecanismos que
operan en mercados no competitivos y las regulaciones de los mismos.
El Premio Nobel a este economista aparecería, entonces, como un
reconocimiento por parte de la disciplina de que los mercados
normalmente no serían competitivos y que, por ende, hay que regularlos.
Sin embargo, no es ésta la postura que ha caracterizado la entera
producción científica de Tirole.
Licenciado en Ingeniería y doctor del MIT, Jean Tirole es el
director de la prestigiosa fundación Jean-Jacques Laffont, que
representa el centro de formación más importante de la escuela
“dirigista” francesa. Este enfoque, hegemónico en la Academia de
Francia, no es sinónimo de keynesianismo, sino de una síntesis entre
políticas neoliberales y cierto tipo de regulación estatal de la
actividad económica.
De hecho, Jean Tirole es uno de los principales exponentes de lo que
se conoce en la disciplina como la Nueva Organización Industrial (NOI)
surgida en los años ’70 y ’80. Su libro de 1988, The Theory of
Industrial Organization, es el manual indiscutido para cualquier
estudiante avanzado en esos temas. A diferencia de la llamada Vieja
Organización Industrial (VOI) de los años ’50 y ’60, del cual Sylos
Labini fue uno de sus principales teóricos, la NOI se aparta de aquélla
por haber introducido Teoría de los Juegos al estudio de mercados
oligopólicos no competitivos.
En un sentido amplio, los mercados competitivos son aquellos en los
cuales no existen barreras a la entrada de nuevas firmas, de manera tal
que la libre competencia garantizaría retornos uniformes en todos los
sectores. La observación de las economías de mercado ha dado como
resultado que no se verifican retornos uniformes a lo largo del tiempo;
la VOI precisamente surgió como un reconocimiento de esta realidad
empírica (en el caso de Sylos Labini, este autor desarrolla parte de los
resultados teóricos alcanzados por Sraffa en 1925 y 1926, donde queda
desechada en términos lógicos la posibilidad de construir curvas de
oferta marshallianas sobre la base de los rendimientos variables).
Para las teorías de la organización industrial tradicionales, el
objetivo es tratar de demostrar que los distintos retornos entre los
sectores (y en el interior de cada mercado) se deben a la estructura de
los mercados y al comportamiento de las firmas que generan barreras al
ingreso de nuevas firmas. En su análisis de mercados oligopólicos, Sylos
Labini demuestra que, siguiendo el principio de full cost pricing, en
dichos mercados las grandes empresas líderes, que gozan de una mayor
eficiencia dada por mejores técnicas respecto de las no líderes,
tenderán a fijar un precio ligeramente por debajo del precio que excluye
a las empresas menos eficientes del mercado, debido al sencillo hecho
de que las firmas más eficientes no estarían interesadas en iniciar
“guerra de precios”, puesto que los costos podrían exceder los
beneficios. Así las empresas más eficientes seguirían obteniendo
ganancias por encima de las normales, resultante de las diferentes
tecnologías usadas por ellas.
El objetivo de Sylos Labini era tratar de dar cuenta de una realidad
empírica (mercados no competitivos) fundando su teoría en causas
objetivas, en este caso en la existencia de discontinuidades
tecnológicas como origen de la barrera a la entrada y por ende la
coexistencia de grandes, medianas y pequeñas firmas: por ende, la
solución consistía en reformas estructurales hechas por el Estado, con
el objetivo de reformar profundamente los mercados mismos.
Sin embargo, en paralelo con estos enfoques fue tomando forma la
explicación de los mercados no competitivos por razones no tanto
objetivas o estructurales (como se apuntaba anteriormente) sino por
razones de comportamiento de las firmas, las cuales deberían planear
distintas estrategias anticipatorias de aquellas de potenciales rivales.
Por ejemplo, Modigliani fue uno de los primeros teóricos en remover los
fundamentos objetivos del enfoque de Sylos Labini a favor de otro más
bien subjetivo enraizado en el comportamiento racional de las firmas. En
otras palabras, se introduce la teoría de los juegos para explicar el
comportamiento de mercados no competitivos.
Simplificando, podemos decir que Tirole profundiza y desarrolla
enormemente esta línea de investigación. Sin embargo, introducir la game
theory en la organización industrial no representa en sí mismo una
ruptura heterodoxa, sino, más sencillamente, un intento de encontrar
condiciones formales para mostrar analíticamente que algún equilibrio
podría existir. Detrás de todo está todavía la idea de que la
intervención sólo estaría justificada ante “fallas de mercado”, y que si
los mercados no son competitivos, esto se debe a una cuestión subjetiva
(de behaviour de los agentes económicos) y no estructural. En este
sentido, Tirole insistió mucho sobre la estructura jurídica de los
contratos que ligan las empresas en el mercado y la importancia, por
parte del Estado, de crear un rubro de incentivos y disincentivos para
las empresas mismas, mostrándose escéptico sobre las reformas
estructurales de los mercados mismos.
Por eso, a propósito del Nobel a Tirole, Paul Krugman dijo: “En la
ausencia de un modelo general de oligopolio, las contribuciones de la
Nueva Organizacion Industrial al menos nos permitieron contar unas
cuantas historietas: fue liberador pero no es suficiente”.
Por la misma razón, un destacado economista heterodoxo francés como
Jean Gadrey acusó en varias circunstancias a Tirole de ser el inspirador
de las privatizaciones de los noventa (implementadas sobre todo por el
gobierno socialista Jospin), ya que en ese entonces la liquidación de
empresas estatales estaba acompañada por la introducción de una
legislación reguladora de la competencia.
En tiempos más recientes, Tirole mantuvo esta misma postura frente a
la crisis de 2008, proponiendo (en el artículo Leçons d’une crise) una
nueva regulación del sector financiero que desincentivara las conductas
predatorias (pero que no restringiera la libre circulación de los
capitales) y la creación de una unión bancaria entre los países miembros
del Euro.
Asimismo, en 2009 Tirole fue autor de una importante investigación
sobre el clima para el Conseil d’Analyse Économique francés (2009), en
la cual tomaba posición en contra de la introducción de normas técnicas
anti-contaminación para las empresas y proponía la creación de un
mercado único donde las mismas empresas pudieran intercambiar derechos a
contaminar.
En segundo lugar, la cercanía de Tirole con el mainstream económico
es todavía más fuerte si consideramos sus contribuciones sobre el
mercado de trabajo.
En un estudio de 2003, junto al economista jefe del FMI Olivier
Blanchard (“Contours of employment protection reform”), proponía al
gobierno francés una reforma laboral que permitiera la absoluta libertad
de despidos para las empresas, a condición de pagarle una indemnización
al trabajador despedido. A su juicio, el pago de dicha indemnización
hubiese transformado el despido mismo en una puesta en libertad del
trabajador, por lo cual habría resultado aceptable.
A distancia de una década, Tirole ha reiterado esta postura con
fuerza: después que se conoció su victoria del Premio Nobel, en una
breve entrevista concedida el lunes 13 de octubre a France Info, Tirole
admitió que en el país existe “un clima totalmente deteriorado” a la
hora de que los jóvenes se incorporen al mercado de trabajo. Concluyendo
sin dar lugar a dudas que: “Francia necesita modernizarse para dar más
oportunidades a los jóvenes (...). Hay que modificar el mercado de
trabajo para ayudar a los jóvenes”.
No sorprende, entonces, la reacción entusiasta en Twitter del primer
ministro socialista Manuel Valls (muy cuestionado por su ortodoxia
neoliberal) apenas se conoció la noticia del Nobel a Tirole. Lo que sí
sorprende, con tristeza, es el festejo de algunos pensadores en el campo
de la economía heterodoxa.
* Profesores de la Maestría en Desarrollo Económico, Unsam.
Original: Pagina 12
1 comentario:
He advertido en un error en la traducción de una cita: "el pago de dicha indemnización hubiese transformado el despido mismo en una “misa en libertad” del trabajador".
Supongo que el original francés sería "mise en liberté" ( puesta en libertad ). Parece que lo ha confundido con "messe en liberté" ( misa en libertad)· Por tanto la traducción correcta sería : "el pago de dicha indemnización hubiese transformado el despido mismo en una puesta en libertad del trabajador".
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