Por Alfredo Zaiat
Las
luces de alarma se encendieron en las usinas de difusión de catástrofes
inminentes: el gasto público ha crecido en el primer semestre a un ritmo
de casi el 50 por ciento anual. Es el gatillo para que el elenco
estable de economistas mediáticos comenzara a disparar sobre el riesgo
del déficit fiscal que, atendido con emisión monetaria, actuaría como el
principal motor de la inflación. Atemorizan con que gasto público,
déficit e inflación son causas de la recesión, lo que exigiría disminuir
subsidios a las tarifas de servicios públicos y reducir la expansión
fiscal en las cuentas referidas al empleo público, salarios y cobertura
previsional. Es el recorrido conocido del programa de ajuste ortodoxo,
alentado también por heterodoxos conservadores.
Pese al fracaso de esa receta en términos de crecimiento y equidad, a
fines de los noventa en Argentina y ahora en una Europa estancada desde
hace siete años, los hombres de negocios dedicados a la
comercialización de información económica proponen la disminución del
gasto público como vía para impulsar la economía. Sólo la habilidad para
agitar el mar de confusiones en la comprensión de los fenómenos
económicos, con la complicidad de variados interlocutores políticos,
empresarios y mediáticos, ha permitido el retorno con intensidad de ese
discurso regresivo en términos sociales.
El antídoto más eficaz para neutralizar la revancha ortodoxa es que
Domingo Cavallo continúe con su prédica pública. Es el mejor
representante de los economistas del esta- blishment, siendo uno de los
pocos locales con reconocimiento del poder económico internacional.
Ninguno de sus pichones de cabotaje le llega a los talones, pero éstos
tienen la ventaja de moverse en un espacio difuso porque no tuvieron la
visibilidad y fracasos de Cavallo, y por ese motivo se presentan como
portadores de soluciones con sus respectivas carpetas del ajuste. La
irrupción pública de Cavallo actúa como oportuno recordatorio de cuáles
son las medidas y las consecuencias para la mayoría vulnerable ante la
obsesión de la ortodoxia por el déficit fiscal. Más que huevos, es más
efectiva la cesión de micrófonos a Cavallo porque permite develar cuál
es el objetivo de los sectores conservadores para la economía argentina.
El ya no será el protagonista, pero el equipo de economistas que gira
en el turno mañana, tarde y noche por los medios propone y tiene el
deseo de ejecutar, con más o menos matices, lo mismo que en su momento
hizo Cavallo.
Con una economía estancada, como informó esta semana el Indec, la
propuesta ortodoxa es frenar el ritmo de crecimiento del gasto público.
Es lo que hoy se conoce como políticas de austeridad, las que se están
aplicando en Europa en crisis: reducir el gasto público e implementar
reformas laborales para bajar el salario real, para de ese modo mejorar
la competitividad de las empresas, con la meta de disminuir el déficit
fiscal. El resultado europeo ha sido un fuerte aumento del desempleo. El
ajuste fiscal en una economía en recesión termina agudizando la caída,
como enseña la experiencia argentina con sus varios planes de ajuste
pasados y el más extremo de déficit cero de fines de la década del
noventa instrumentado por Cavallo.
La actual fase recesiva del ciclo económico argentino no es más
pronunciada precisamente por la estrategia oficial de expandir el gasto
público. El menor dinamismo de la economía brasileña que está impactando
negativamente en las exportaciones a ese país –en especial, las del
complejo automotor–, la caída en otras ramas industriales (química,
plásticos, metalmecánica), el retroceso en la construcción y la
postergación de decisiones de inversión por efecto de la inestabilidad
cambiaria de principios de año son factores relevantes para explicar el
flojo desempeño de la economía. El aumento del gasto público y un mayor
déficit fiscal están actuando como una necesaria herramienta
contracíclica.
La discusión sobre la política fiscal en el espacio público expone
los límites del saber económico convencional. Sus dos pilares
argumentales son que los déficits son malos y que una economía es más
sana cuando tiene las cuentas en equilibrio y, aún mejor, cuando
contabiliza saldos positivos. Además sostiene que la acumulación de
deuda afecta el crecimiento de largo plazo. Otro elemento que colabora
para la confusión general es la introducción del componente político por
parte de la secta de economistas que mira con prepotencia y falsa
neutralidad al resto de los mortales, incluyendo a candidatos
presidenciales. Dicen que los gobiernos en general son irresponsables
con el gasto porque a los políticos sólo les interesa ser reelegidos.
Afirman que tras esa meta tienen la tendencia a impulsar una política
expansiva para bajar el desempleo y el crecimiento alto. Si bien existen
experiencias locales y del exterior de administraciones tanto
conservadoras como progresistas que se de-sarrollaron con déficit
fiscal, las críticas habituales se dirigen exclusivamente hacia los
políticos considerados “populistas”. Pese a que existen antecedentes de
proyectos políticos conservadores con dese-quilibrios fiscales, el
elenco de economistas del establishment, acompañados de organismos
financieros internacionales como el FMI, sólo dirigen el reclamo
obsesivo por contabilizar un superávit fiscal primario permanente hacia
los excesos del populismo con el gasto público.
Existe otra forma de analizar las cuentas públicas, aunque los
fundamentalistas fiscales, con un elevado componente autoritario, no
admiten que haya otras escuelas del pensamiento económico. Hacen un
culto a la ignorancia porque no admiten la existencia de otras visiones,
aunque sea para refutarlas. Matías Vernengo, profesor de Bucknell
University y de la maestría en Desarrollo Económico de la Unsam, explica
que “los autores de las llamadas finanzas funcionales, que son una
extensión de las ideas de Keynes hacia la política fiscal, objetan que
déficit y gastos sean siempre negativos y políticamente motivados, y
sugieren que los déficit fiscales deben ser juzgados por su función en
la economía. Gastos y déficit que sirven para aumentar el crecimiento
económico en un escenario de tasas de interés bajas no sólo serían
sostenibles sino que también serían esenciales para lograr ese
objetivo”.
Como se sabe, la reducción del gasto público tiene un impacto
negativo sobre la demanda agregada y el cobro de impuestos, lo que
reduce los ingresos tributarios y agudiza entonces el desequilibrio
fiscal. En el marco de una desaceleración económica, proponer medidas de
austeridad fiscal y acelerar el ritmo de devaluación, o aplicar una
brusca devaluación para subir la paridad a 10 u 11 pesos como propuso el
titular de la Unión Industrial, Héctor Méndez, sólo profundizaría la
fase recesiva.
El investigador del Cefid-Ar Fabián Amico escribió en El Economista
“El BCRA y la inflación”, donde precisa cuál es la relación empírica
entre déficit fiscal e inflación, secuencia que la ortodoxia plantea
como indiscutible. Sin embargo, Amico explica que, en el caso argentino,
entre 1961 y 2004 se registraron 35 años con déficit fiscal primario y
sólo 9 años con superávit primario (6 en la convertibilidad y 3 después
del 2002). “Pero la correlación entre déficit fiscal e inflación, sin
embargo, es prácticamente inexistente (-0.148).” Luego señala que, en
los ‘80, los intentos por reducir el déficit fiscal agravaban las cosas
porque la recesión derrumbaba los ingresos y producía déficit fiscal
endógenamente. Concluye que la crisis fiscal no es causa sino
consecuencia de la crisis externa y de la inflación, por ende, no es
posible estabilizar la economía sin estabilizar el tipo de cambio. “Al
revés del monetarismo, no es la inflación sino la devaluación la que
está al inicio de la cadena causal, la que a su vez genera inflación y
crea la emisión monetaria endógenamente”, afirma Amico.
Ante tantas insistentes observaciones provenientes de la ortodoxia
cuestionando la dimensión del gasto público y alertando sobre la
magnitud del desequilibrio de las cuentas, el elogio del déficit fiscal
es una provocación necesaria para evitar caer en el círculo vicioso del
ajuste al que quieren conducir los profetas de las crisis.
Original: Pagina 12
6 comentarios:
¿Sólo 6 años de superávit primario durante la Convertibilidad? yo creía que solamente en el 1995 hubo déficit.
Pero es un detalle, una pregunta: ustedes que son tan afectos a las matrices insumo producto ¿no creen que sostener el nivel de actividad a través del gasto agrava la restricción externa?
Para pensar.
estimado,
Como los paises capitalistas no estan ni tienden al pleno empleo de factores, el crecimiento es dirigido por la demanda. Causalmente por la demanda autonoma del producto efectivo. Variables como el gasto e inversion publica, el consumo autonomo, las construcciones de viviendas, las exportaciones, forman parte de estas variables autonomas. La unica que se tiene control es el gasto e inversion publica y parte del consumo autonomo via transferencias sociales. De ninguna manera las exportaciones.
Ademas, ningun pais crece "hacia afuera" o via exportaciones, dado que los que crecen son los mercados domesticos, siempre que se tengan divisas.
El unico motivo de no posibilidad de crecimiento de manera general, es la restriccion externa. Y esta no tiene una relacion general y automatica de aparicion, debido a que depende lo que se haga con las importaciones y con la cuenta de capital.
De tal manera que esta mal planteada la pregunta. Y de hecho si lo hemos pensado. En el blog hemos publicado mucho al respecto.
slds.
ahi van post de restriccion externa y un comentario interesante de Zaiat en el segundo post, en que abona lo que decimos sobre el diferencial de tasas de interes nominales, que serian causantes de la fuga de divisas y no tanto un tema cultural.
http://grupolujan-circus.blogspot.com.ar/search/label/restricci%C3%B3n%20externa
Bárbaro, entiendo: no formulé bien la pregunta.... creí que se entendía, me refería al aquí y ahora de la economía argentina.
En cuanto al crecimiento liderado por las exportaciones... está claro que para cualquier economía más o menos como la argentina, considerando solamente el peso del sector de los servicios o de la construcción y desde un punto de vista contable las "exportaciones" quizá no sean determinantes para explicar el crecimiento, pero claramente son la condición necesaria para sostenerlo.
Carlos,
Efectivamente, las exportaciones son A LARGO PLAZO condición de la obtención de divisas. Como demanda, no son importantes en casi ningún país. En el nuestro son un 10% aprox.
A CORTO PLAZO también depende el ingreso neto de divisas de la cuenta de capital para buscar la transición.
Podes ver acá un post del 2012 : https://grupolujan-circus.blogspot.com/b/post-preview?token=nQaoCkgBAAA.fCfASsRYWyjcDoFgkM-iAA.ufWMHY-lrGpQBQiVPntHWw&postId=446628429981732635&type=POST
Publicar un comentario