Por Matías De Lucchi (1)
Silvio Guaita (2)
Nahuel Guaita (3)
1.
Introducción
Desde
agosto de 2007 hasta septiembre-octubre de 2011, la Formación de Activos
Externos (FAE) del sector privado no financiero adquirió en promedio un nivel
significativo que se fue mostrando cada vez más preocupante con los
decrecimientos de los superávits de cuenta corriente y la caída en las reservas
internacionales. Desde entonces, la
cuestión de la “fuga de capitales” ha sido debatida intensamente en Argentina, (ver ACA)
o dicho de otro modo, ha vuelto nuevamente a ser un fenómeno de discusión. Sin embargo,
a pesar de la experiencia que Argentina tiene en esta materia, todavía no se vislumbra
ningún tipo de consenso sobre las causas de la FAE, ni siquiera entre los
economistas argentinos heterodoxos.
En
general, predominan dos tipos de explicaciones con implicancias políticas
opuestas. En primer lugar, se encuentra la explicación que hace hincapié en la
apreciación del tipo de cambio real. Según esta visión, la apreciación
cambiaria habría ingresado a un umbral de incompatibilidad con la estabilidad
del sector externo. Las altas tasas de crecimiento económico que se
experimentaron en la última década habrían creado un exceso de demanda que el
Gobierno nunca quiso corregir. El “populismo” fiscal habría generado inflación,
y por ende apreciación cambiaria. Además, la tasa de interés real negativa agravaría
la “escasez de ahorro” y por lo tanto la “falta de inversión”. En otras
palabras, la FAE estaría expresando las expectativas racionales de los agentes
que, a partir del supuesto de la PPP, estarían convencidos de que la maxi
devaluación es inevitable. Dicho de otro modo, el dólar estaría “barato” con
respecto a un tipo de cambio de “equilibrio”.
De esta manera, la solución a la salida de capitales pasaría por un ajuste
fiscal y una fuerte devaluación que corrija los “desequilibrios
macroeconómicos”.
En
la vereda de enfrente se encuentran las explicaciones sociológicas y políticas.
Por alguna razón histórica desconocida, los argentinos tenedores de riqueza líquida
habrían desarrollado un compromiso cultural con la moneda y la economía
norteamericana en detrimento del desarrollo argentino. En este sentido, como sería
natural que resistan a la política cambiaria de un Gobierno nacional y popular,
la salida pasaría por el reforzamiento de los controles cambiarios y la
punición económica.
2.
Un
enfoque alternativo
Sin
embargo, desde un enfoque clásico-keynesiano ambas explicaciones generan varios
interrogantes. En primer lugar, aún en un contexto de economía abierta y con
movilidad de capitales no hay motivos para suponer que el Gobierno pueda perder
el control de la política monetaria (y cambiaria) mientras cuente con márgenes
de maniobra externa. Por lo tanto, la negación de la “trinidad imposible”
sugiere que los agentes no forman expectativas racionales ni la economía tiende a un tipo de cambio natural o de equilibrio.
En
realidad, el largo plazo responde a la “sucesión de cortos plazos” donde los
agentes forman expectativas largamente adaptativas. A su vez, en condiciones de
solvencia externa, el Banco Central posee los mecanismos para influenciar dichas
expectativas si interviniese persistentemente para fijar la tasa de interés y
el tipo de cambio nominales. Asimismo,
aún en un contexto de gran incertidumbre sobre la evolución del tipo de cambio spot, el Banco Central puede determinar las
expectativas de devaluación a través de su intervención directa en el mercado forward.
Por
otro lado, es difícil pensar que los tenedores de riqueza liquida actúen
persistentemente y colectivamente en función de intereses directamente
políticos y no financieros. Por supuesto, en determinadas situaciones de
debilidad cambiaria, grandes agentes financieros podrían apostar conspirativamente
a una devaluación. Pero esta situación no podría prosperar por mucho tiempo
sino se consuma la devaluación misma, pues las pérdidas por apostar
persistentemente en el sentido errado imponen ciertos límites asociados a la
rentabilidad normal.
Por
estos motivos, es necesario desarrollar una línea de investigación alternativa
para entender la determinación de los flujos de capitales de corto plazo en una
economía abierta y que no emite moneda internacional. En este sentido, la FAE
puede ser largamente explicada por el diferencial negativo entre los
rendimientos nominales financieros locales y los internacionales en un marco
donde la movilidad de capitales no es perfecta y no existen activos de
sustitución perfecta. Por este motivo, mientras los activos “internacionales”
(eufemismo para el dólar o títulos públicos norteamericanos) son “libres de
riesgo”, a los activos locales se le imponen una prima de “riesgo país”
(eufemismo para riesgo de default)
Para
nuestros fines analíticos macroeconómicos, el diferencial de rendimientos se
puede construir restándole a la tasa básica de interés local (i) la sumatoria
de la tasa básica de interés internacional (i*), la prima de riesgo país (ρ) y
la tasa de devaluación esperada en el mercado spot (Sе).
Esto
significa que cuando el diferencial es negativo (positivo) se esperará una
salida (entrada) neta de capitales. De este diferencial, quizás, lo más
importante es comprender los determinantes de las expectativas de devaluación.
Desde nuestro enfoque, asumimos que las expectativas sobre el tipo de cambio spot están determinadas por la
trayectoria pasada del tipo de cambio. Por lo tanto, con márgenes suficientes
de maniobra externa, el Banco Central puede determinar las expectativas del
sector privado simplemente interviniendo persistentemente en el mercado spot. Sin embargo, en economías de alta
volatilidad como la Argentina es posible que el periodo de ajuste de las
expectativas privadas a la política cambiaria en el mercado spot pueda no ser el deseado por el
Banco Central. En este sentido, el Banco Central puede reforzar su política
cambiaria interviniendo también en el mercado forward, o sea fijando no solo tipo de cambio spot sino también el futuro. De esta manera, la tasa implícita en
el mercado de futuros es un proxy de
las expectativas de devaluación de todo el sector privado. Así, el diferencial
queda determinado de la siguiente manera:
Por
supuesto que existen otras variables a tomar en cuenta como impuestos a los
flujos de capitales entre otros costos de transacción. Pero como nuestro
objetivo no apunta al análisis del diferencial entre dos activos en particular,
evitamos hacer supuestos que, para nuestros fines, no alteran sustancialmente
el fenómeno macroeconómico analizado.
Conclusión
La corroboración empírica de este enfoque para una explicación alternativa a la fuga de capitales en Argentina plantea desafíos concretos en torno a la política monetaria y cambiaria. En otras palabras, en un contexto donde el saldo de cuenta corriente no es lo suficiente para cubrir la salida de capitales, sin al mismo tiempo perder reservas internacionales, de lo que se trata es de corregir el diferencial de rendimientos. A su vez, en un contexto de desdoblamiento cambiario de hecho, los desafíos son mayores.
En este contexto, una alternativa razonable pasaría por formalizar el desdoblamiento cambiario creando un mercado legal spot y forward de divisas para fines financieros y turísticos. De esta manera, el Banco Central podría intervenir directamente fijando el tipo de cambio financiero y al mismo tiempo liberar las controles cuantitativos de divisas. Es importante entender que no habría motivos para esperar un “overshooting” en el mercado del dólar financiero por el simple hecho de legalizarlo. Pero aun esperándose un escenario así, el Banco Central tendría las reservas internacionales (y eventualmente el financiamiento contingente) para fijar el tipo de cambio financiero y contener su devaluación (y por ende las expectativas de devaluación). Siguiendo este razonamiento, es posible una reunificación cambiaria al cabo de determinado periodo si el tipo de cambio financiero nominal se mantiene elevado y estable mientras el dólar comercial avanza a través de mini devaluaciones para intentar corregir la apreciación.
Asimismo, dependiendo de la composición en la corrección del diferencial, la tasa de interés también podría ser alterada con compensaciones de políticas financieras si su impacto sobre el crédito al consumo (y crédito hipotecario, casi inexistente) fuese significativo.
En fin, más allá de las combinaciones de política monetaria, de lo que se trata es de avanzar hacia un diagnóstico que no tenga que ver con supuestos neoclásicos ni con conspiraciones infundadas, sino con el entendimiento de las determinaciones de los flujos de capital de corto plazo en una economía periférica.
Para seguir leyendo el resto del trabajo y corroboración empírica, ver ACA
[1] MS en Economía (IE-UFRJ),
investigador, docente de la Maestría en Desarrollo Económico (UNSAM)
[2] Lic. en Economía (UBA) e
investigador.
[3] Lic. en Economía (UBA) e
investigador
8 comentarios:
excelenteeeeeeeeeeee!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Ahá ¿entonces la salida de dólares no era una cuestión cultural de la burguesía apátrida argentina? ¿la gente común no atesora moneda extranjera solamente por ver películas de Hollywood?
Interesante, avísenle a Kachilof.
Yo no entiendo nada... citas al principio las ideas de los "devaluacionistas" (como llamó Panigo a Fanelli y Frenkel en el AEDA) como si no estuvieras de acuerdo y luego propones un desdoblamiento hasta que el dólar comercial "corrija la apreciación"? La única diferencia radica en devaluar de un saque digamos 40% o hacerlo en cómodas cuotas?
En definitiva parecería que terminas afirmando lo que negás al principio: "...el dólar estaría “barato” con respecto a un tipo de cambio de “equilibrio”..."
'Anónimo', la cuestión no pasa por devaluar vs no devaluar. El problema es la brecha entre el blue y el oficial. Si no se elimina dicha brecha va a resultar difícil avanzar en cualquier asunto. Si se pudiera ajustar el blue al oficial sería maravilloso, pongamos, reducirlo de 10 a 6. Pero te pediría que nos expliques cómo hacerlo. Saludos
Por supuesto que no se puede! Tendrías que convencer a todos los agentes de que el dólar a 6 es un valor más que lógico y convencerlos de que la inflación va a ser baja en los próximos años (para no caer en la barbaridad de Aníbal Fernandez de decir que "el que apostó al peso perdió" JUSTO antes del cepo). Pero el dólar blue no existiría si se hubiese mantenido un TCRCE, entonces resulta que la inflación era más problemática de lo que se suponía. Usar el tipo de cambio como ancla nominal era insostenible. O se devaluaba como se está haciendo ahora o surgiría el "blue".
Fe de erratas: Donde dice "el que apostó al peso" debería decir "el que apostó al dólar".
Saludos
TCRCE... Si es competitivo, ponele la firma, no es estable. Y sinceramente no veo cúal la relación entre una cosa y la otra. Brasil tiene un TCRCE? Tiene blue? Sufre una crisis cambiaria? El problema argentino no es comercial. Es financiero. Y en eso el gobierno, concuerdo, fue un desastre.
Saludos
Más claro imposible este artículo está muy bueno , y pienso de igual manera si se hubiera mantenido los precios del dólar con buenas medidas los argentinos estuviéramos quizás como la primera economía de Latinoamérica en Chile lo lograron pero teniendo conciencia
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