Por Fabián Amico
Distintos economistas
han atribuido la creciente formación de activos externos (FAE) en Argentina a
las “inconsistencias” del modelo económico. Otros sectores, más afines al
gobierno, sostienen que la FAE
constituye, en realidad, una forma de desestabilización económica y política,
una suerte de recurso de “última instancia” de los grupos dominantes, los
cuales no cuentan ya con otros medios para enfrentar al gobierno (como un golpe
de Estado). Esta última tesis se apoyaría en el hecho de que aquellos
ahorristas que optaron por el dólar como alternativa de inversión frente a
otras opciones en moneda doméstica (como el plazo fijo en pesos o las acciones)
se habrían equivocado, porque cualquier otra alternativa les hubiera resultado
más redituable. Se intenta sugerir la idea de que no fue una racionalidad
económica la que guió la FAE
en años recientes, sino más bien política (los pequeños y medianos ahorristas habrían
actuado “confundidos” siguiendo el juego de los grandes especuladores que
actuaban contra la política del gobierno). En estas pocas líneas queremos
sugerir una interpretación alternativa.
Gráfico 1 |
De inmediato emergen algunas
comprobaciones. La primera: cuando el gobierno comenzó a intervenir en el
mercado cambiario en octubre pasado, se venía registrando una aceleración en el
ritmo de la FAE. Ciertamente ,
es difícil distinguir aquí cuánto pesan los factores internos y externos, pero
resulta sintomático que muchos economistas –tanto a favor como en contra del
gobierno- hayan atribuido la aceleración de la FAE exclusivamente a factores internos, cuando el fenómeno tiene un
correlato bastante nítido con otros países de la región y del mundo.
Segundo, aquellos que
atribuían el fenómeno a factores internos se encuentran con un problema. Los
que están contra el gobierno no pueden explicar que el mismo fenómeno que ellos
atribuyen aquí a la “mala praxis” de la política económica (o a
“inconsistencias” insalvables del modelo) afecte a países que supuestamente “hicieron
todo bien” en la gestión macroeconómica como Brasil. En mayo último, el balance
cambiario de Brasil registró un saldo negativo de u$s 2.691 millones. Fue la
mayor salida neta de dólares desde noviembre de 2008 en plena crisis
internacional según el BCB, aún cuando el saldo del intercambio comercial fue
superavitario en 3.636 millones. Uno podría imaginar un título catástrofe del
tipo: “En 18 días de mayo se fueron de Brasil US$ 5.200 millones” (pero no hace
falta imaginarlo, ya que el título existe: ver por ejemplo: ACA .
Aquí los críticos del gobierno tienen un problema serio, porque si Brasil “hace
todo bien”, ¿entonces por qué también registra salida de capitales?
(Dicho de paso: la
hipótesis de la “inconsistencia” es sostenida tanto por economistas de sesgo
más ortodoxo como Fanelli como por economistas marxistas como Astarita quien sostiene, a contrapelo de los datos, que “…otros países latinoamericanos
han estado recibiendo capitales a causa de la crisis internacional, por lo que
su problema es el opuesto del argentino: procuran evitar la apreciación de sus
monedas. En Argentina, en cambio, la apuesta de muchos grandes inversores, y
también de ahorristas pequeños y medianos, es que el precio del dólar
finalmente va subir”. Por ello, deduce que “el marco de esta fuga de capitales
es una macroeconomía en la que las señales del desgaste del “modelo” son
inocultables”. Sería bueno que Astarita revise los datos).
Pero en otro sentido
también es un dato problemático para algunos defensores del gobierno. Es cierto,
como escribe Epstein,
que la fuga de capital “es un fenómeno inherentemente político con problemas relacionados
con el estado, las clases sociales y el conflicto. Esto se vuelve evidente
cuando uno considera que la fuga de capital puede ser un arma política poderosa
en contra de las políticas de gobierno que amenacen a la riqueza y las
prerrogativas de los ricos”. Pero es imposible imaginar que los capitales se
fugan de Brasil porque están “descontentos” con la política de Dilma Rousseff.
Más bien, uno debería pensar que existe un fenómeno global de creciente aversión al riesgo en todos los mercados “emergentes”.
Por ejemplo, el índice Bloomberg-JP Morgan Asia Dollar, que compara la
evolución de las diez principales divisas asiáticas a excepción del yen contra
el dólar ha caído hasta su nivel más bajo desde el 15 de diciembre. Estas
tendencia, más que corroborar la hipótesis de la “desestabilización”, es una
demostración más de la fuerza del dólar como moneda hegemónica a nivel
internacional.
Entiéndase bien: no
intentamos sugerir que los factores internos no cuenten. Simplemente debería
considerarse que esos factores internos –que son más permanentes dado que el
gobierno y su política económica son básicamente los mismos desde 2003- no
parecen alcanzar para explicar los episodios principales en la dinámica de la
FAE. Puede que algunos de esos episodios domésticos
(conflicto agropecuario, estatización de las AFJP, expropiación de YPF, etc.)
detonen momentos particulares o anticipen ciertos movimientos. Pero, en la
tendencia general, no parecemos movernos muy distintos de todo el mundo
“emergente”.
Asimismo, a despecho
de la hipótesis de la “mala praxis” y de la teoría de la “desestabilización”,
surge que ni siquiera los diferenciales de rendimientos entre monedas domésticas
y los activos externos ayuda mucho para explicar este fenómeno global. Por caso, como muestran Serrano y Summa ,
Brasil ofrece un gran diferencial de intereses entre las tasas locales y las
internacionales (más la prima de riesgo país), mientras en Argentina ese
diferencial es prácticamente nulo.
¿Qué dirán en este punto los que sostienen
que la FAE es
debida a la falta de alternativas de ahorro en pesos? ¿No era brasil acaso el
paradigma a seguir en la construcción de una “moneda doméstica exitosa”?
Sin embargo, estos
mismos fenómenos ayudan a explicar por qué la eliminación total de la “fuga de
divisas” es sumamente difícil y también revela alguna pista en torno a la
“racionalidad” de la FAE. En verdad,
el cambio significativo de Argentina en los años 2000 no consistió tanto en la
supresión de esta tendencia a la FAE ,
sino en si tal fenómeno introduce o no una tendencia la fragilidad financiera externa.
De hecho, la magnitud
de la fuga de capitales de los últimos años solo es comparable a la observada
en fases críticas como en la crisis de 2001. Sin embargo su efecto
macroeconómico fue sustancialmente diferente, resultando mucho menos nocivo que
en el pasado. Mientras en tiempos de la “tablita” y de la convertibilidad la
salida de capitales se alimentaba con endeudamiento externo (y era por ende
insostenible), en los últimos años las ventas netas de divisas del BCRA al
sector privado fueron mínimas, mientras que el grueso de la fuga fue financiada
con dólares del saldo comercial. Pese a esta tormenta, la sociedad argentina
pasó por el shock externo casi sin enterarse y el gobierno pudo evitar el
ajuste contractivo y contar con espacios para realizar políticas anticíclicas.
En verdad, la tendencia
a la formación de activos externos en un país periférico tiene razones
estructurales que nada tienen que ver con la “cultura”. Como afirma Patnaik,
existe una fragilidad intrínseca de las monedas “periféricas” como medio seguro
de mantener la riqueza, algo que siempre se confirma por la dirección final de
los movimientos de capitales y/o por la posición de la balanza de pagos. Según
Patnaik, en un mundo financiero desregulado, hay una tendencia crónica del
capital para alejarse de las monedas periféricas (contracara de la fuerza del
dólar), y por lo tanto, hay una tendencia a que tales monedas se deprecien. Y
esta tendencia no siempre puede ser eliminada por la política monetaria.
Por supuesto, el
fortalecimiento de la cuenta corriente externa y una gran espalda de reservas
permite intervenciones más eficientes para controlar el mercado cambiario, evitar
los overshooting y minimizar los
potenciales impactos inflacionarios.
En un contexto tal, la mera exhibición de
grandes reservas otorga un gran poder al BCRA para orientar el mercado, incluso
sin requerir grandes intervenciones vendedoras. Es verdad que los actuales
niveles de reservas distan mucho de ser exiguos, pero la exasperada
sobreactuación oficial en el mercado cambiario quizás convenció a mucha gente
de que la situación era más endeble de lo que en verdad es. Sea como sea, en
este punto lo esencial ya no pasa solo ni principalmente por minimizar los
agujeros, sino por agrandar la canilla, ya que a diferencia del presente, la
potencial escasez (de dólares) en el futuro no se podrá regular ni administrar indefinidamente,
excepto con estancamiento y desempleo.
3 comentarios:
Estoy de acuerdo con que la formación de activos externos responde a rasgos estructurales de las economías "periféricas". Lo que me parece es que estos motivos extructurales exceden los términos de intercambio, y responden a las condiciones de creación de valor de una economía como la argentina.
Desarrollo un poco acá http://puntoddesequilibrio.blogspot.com.ar/2010/11/el-circulo-vicioso-del-capitalismo_08.html
es interesante el tema de la fuga de capitales y la FAE en argentina, pero da la impresion de que no resolvemos nada con este articulo no? yo me quede igual que antes, me perdi algo o que?
Creo que seguimos poniendo por delante la economia financiera y monetaria respecto de los recursos REALES. Argentina tiene RECURSOS REALES para alimentar y dar una buena vida a todos sus habitantes y más, sin necesidad de importar o exportar nada (incluyendo papeles verdes que no tienen ningun valor real). Entonces algo falla... y el fallo es economico tanto como politico
Interesante, sobre todo para acusar las explicaciones unidireccionales del periódico del lunes, cuando el gobierno trastabilla (desde mi punto de vista) en regulaciones poco relevantes (las que operan sobre los individuos en su carácter de consumidores) ya era demasiado tarde, el veranito de la fuga ya nos había acalorado. ¿Parte de ello por la apreciación real? que se vino dando desde 2008 pero aceleradamente en la recuperación, ¿parte de ello en las tendencias del BP? Claro que de cualquier manera, esto no pude explicar de por sí, la fuga. Si puede explicar la dolarización de activos pero no necesariamente la fuga de capitales.
Saludos,
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