Cesaratto Sergio - 01 de febrero 2011
En un duro discurso en una reunión celebrada en el Lingotto, en días anteriores, Walter Veltroni, enfrenta algunos problemas económicos en los que vale la pena reflexionar.
El eje principal de la propuesta de Veltroni es "hacer como Alemania", o "Agenda 2020 para Italia," a imitación del gobierno Schröder-Fischer (1998-2002), quien sentó las bases del éxito alemán hasta la crisis, pero al parecer también después. Este modelo, como es conocido, tuvo como base de la moderación salarial y la flexibilidad, de acuerdo con los sindicatos, para el uso de la fuerza de trabajo. Ahora fue acompañado por el apoyo de las actividades de innovación tecnológica. Esta política ha permitido la reactivación del modelo alemán basado en la disciplina interna, la calidad tecnológica el desarrollo de las exportaciones - un imperativo que implica la compresión de los consumos domésticos.
Este modelo, que hemos llamado en otro lugar "ordo-mercantilista", de hecho se vió favorecido por la creación simultánea de la Unión Monetaria Europea (UEM). También debe tenerse en cuenta que Alemania ha reaccionado con una sincronización perfecta a la oportunidad que se le sirvió en bandeja de plata por sus competidores para relanzar el modelo basado en las exportaciones que había sido empañada como consecuencia de la reunificación alemana. [1] No existe alguna duda de que ese punto de una combinación de refuerzo y debilitamiento estructural, del centro y la periferia de Europa respectivamente es la piedra angular de la actual crisis en la región.
Con un realismo aparente Veltroni sostiene que "entrando en el euro, Italia se ha comprometido a reducir la deuda pública y ha renunciado para siempre a utilizar la devaluación de la moneda, por lo que una forma de rigor y la disciplina de nuestro tiempo a mejorar la competitividad parece ser "the only game in town" a disposición de nuestro país, al igual que Alemania de hecho. Nada nuevo en el PD (Olivo, DS), en realidad, el infame "menos de los padres hacia los hijos" de Nicola Rossi. Fue muy claro para los dirigentes de este partido, que el euro se ha diseñado específicamente para importar la disciplina alemana. El reto, sin embargo, debe ser recogido, y no alcanza con criticar.
La crisis italiana es grave, y por supuesto, exacerbada por un sistema de gestión de la política económica de pura resistencia, por decirlo así. El país estancado por al menos dos décadas, se ha derrumbado con la crisis, y el persistente y gran déficit por cuenta corriente y nos llevará inexorablemente a entrar en poco tiempo en el grupo de países con elevada deuda externa. Esta crisis es parte de la crisis europea. Hay tres maneras de salir de la misma: (a) romper con el euro, (b) hacer como Alemania, (c) construir una Europa keynesiana. Supongamos que queremos evitar el salto en la oscuridad de la primera elección.
La segunda estrategia, la de Veltroni, no está libre de las ilusiones. En primer lugar, Alemania siempre será mejor en su juego, y aunque no hay duda de que tenemos mucho que aprender e imitar de ese país - una sociedad con un mínimo de disciplina y sentido del deber es un mensaje muy de izquierda en Italia - se debe tener cuidado de que esto no se convierta en una "carnicería social", un juego simple en el fondo es reducir los derechos y logros, en especial los trabajadores y los jóvenes. Esta ruta también tiene la naturaleza de lo que los economistas llaman "deflación competitiva", una competencia entre los países sobre la base de la moderación salarial, un sustituto de las devaluaciones competitivas, un juego de suma cero.
Parte de este sombrío panorama es el inquietante objetivo de Veltroni para reducir el ratio de deuda pública al 80% del PIB (actualmente alrededor de 120%) para el año 2020 a través, en particular, un corte en el crecimiento del gasto público (y, pero alternativamente, a través de un impuesto especial sobre las grandes propiedades). Pero es el crecimiento del PIB que debemos confiar a la reducción de esa relación, ya menos de una improbable reactivación masiva de las exportaciones por una fuerte deflación de los salarios, la reducción del gasto afectará negativamente al PIB y sobre los ingresos fiscales que agravarán la deuda, la dificultad de Sísifo que Grecia está experimentando.
Una serie de dosis de la tercera estrategia aparecen como necesarias. Esto parece, sin embargo, también poco realista, justamente Alemania se opone a ser como una economía dominante, la locomotora, un papel que siempre ha rechazado como una infracción de su propio modelo (que es ir a remolque del keynesianismo de los otros).
El hecho es que sin un contexto de crecimiento Europeo - que es lo contrario de "deflación competitiva" - es difícil introducir en Italia, no tanto el modelo de Schroeder (digamos que no importa), pero sí de ganar un conjunto de normas, derechos y prosperidad.
Se reconoce que la crisis en Europa le hizo a Alemania tragar medidas eran impensables hace un año (del BCE que compra bonos del Estado para apoyar los valores gubernamentales de los países en default virtual de pago, la progresiva europeización de su deuda), aunque el calendario de la política alemana continúa agravando la situación de la deuda de esos países. Que los pasos en avance anticipan ser más decisivos en Alemania resulta dudoso, dado que su Tribunal Constitucional ha dictaminado la inconstitucionalidad del gobierno fiscal europeo.
La batalla política en Europa, sin embargo, no se da por la persuasión o peor aún, por la retórica europea. Tremonti ha hecho bien en alzar su voz contra los alemanes diciendo que lo que Europa está tratando de salvar no sólo a los países endeudados, sino a los bancos acreedores alemanes. ¿Entonces Veltroni no cree necesaria una moción unitaria del Parlamento, porque el BCE no se atrevería a elevar las tasas de interés en respuesta al resurgimiento de la inflación?
¿O cree que viola la independencia del Banco Central Europeo (es decir, su papel como perro guardián del hecho de que los salarios alemanes deben crecer con el fin de equilibrar la competitividad de Europa?). Las propuestas de la deuda Veltroni parecen dar una mano a la línea dura que los alemanes quieren imponer en la periferia europea (consulte en relación con la Carta de los economistas). En su lugar, ¿queremos decirles en voz alta que ya basta?
Original: Economia e Politica
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