Por Florencia Medici * y Eduardo Crespo **
El gobierno de Cambiemos recibió una herencia inflacionaria pero
falló al sostener que se trataba meramente de un fenómeno monetario. Al
error de diagnóstico (y de soluciones) le sumó la dilapidación de los
recursos para hacer frente a la estructural restricción externa, lo que
dejará al próximo gobierno la más pesada de todas las herencias: una
crisis social, económica y política.
Cambiemos recibió como herencia una restricción externa al
crecimiento y un nivel de inflación elevado en términos internacionales
por puja distributiva. Con respecto a la última, desde 2007 la
recuperación del poder sindical y de las paritarias libres explicó en
buena medida no sólo la mejora salarial sino también la inflación
persistente. Dado que los gobiernos kirchneristas no lograron alcanzar
los acuerdos necesarios para moderar la puja, la forma de mantener la
inflación a niveles altos pero estables fue fijando anclas nominales,
como el congelamiento de tarifas de servicios públicos o la apreciación
real del tipo de cambio.
En relación a la escasez de dólares, desde 2013 fue evidente que las
cuentas externas comenzaban a convertirse nuevamente en la restricción
al crecimiento: el agotamiento del superávit comercial dejaba al desnudo
la baja dinámica de las exportaciones, la dificultad de conseguir
financiamiento externo, los abultados déficit generados por el turismo,
el déficit energético y de parte de la industria, y la elevada fuga de
capitales.
Cambiemos, en lugar de afrontar estas restricciones, adoptó medidas
que inevitablemente las agravaron. Desde el inicio acudió al recurso
descontrolado del endeudamiento en moneda extranjera e incentivó el
ingreso de capitales especulativos que rápidamente comenzó a mostrar sus
limitaciones. Así, al factor estructural se sumó la incompetencia
profesional y la puja de poderosos sectores económicos. En ese contexto,
se eliminaron regulaciones a la cuenta capital y comercial. A su vez,
la caótica política monetaria del Banco Central fue otro factor clave
para el descalabro.
Con respecto a la herencia inflacionaria, el gobierno hizo todo lo
posible por frenar la puja tratando de poner techo a las paritarias, con
despidos masivos e incluso apelando a la fuerza policial. Pero los
integrantes de la nueva administración asumieron que el alza de precios
era un fenómeno monetario y que no debían temerse consecuencias
inflacionarias por el incremento de tarifas o las devaluaciones. Este
error de diagnóstico no precisa de explicaciones porque la realidad es
más que evidente.
Está claro que si la herencia era pesada, los herederos no
comprendieron las razones. ¿Cuál es, entonces, la herencia que recibirá
el próximo gobierno? En los últimos meses todos los indicadores
económicos se deterioraron de forma alarmante: se produjo una mega
devaluación de la moneda, aceleración inflacionaria, pérdidas de empleo y
estancamiento de la actividad económica.
Por consiguiente, si la pérdida de reservas no cesa en un contexto de
creciente incertidumbre y dificultad para continuar financiando los
elevados compromisos en dólares, nos encaminamos a una reestructuración
de la deuda externa, aceleración inflacionaria y, como correlato, un
agravamiento de la situación social y política. Los nuevos herederos
también recibirán el problema estructural de restricción externa e
inflación, sumado al crecido monto de intereses en dólares por la deuda
adquirida. Pero la capacidad de utilizar el endeudamiento externo y los
dólares provenientes de flujos financieros internacionales no estará
entre los activos disponibles, porque el actual gobierno lo ha
dilapidado y ha llevado a la economía a un estado de elevada
vulnerabilidad financiera.
Los próximos herederos tendrán que, en primer lugar, atender la
situación social. Para esto es importante dejar a un lado el
archi-repetido argumento fiscalista: la restricción es en dólares, no en
pesos. Argentina tiene la capacidad de sostener el gasto público para
ampliar la base previsional, la AUH, el financiamiento de nuevas
universidades y del desarrollo científico, puesto que estos gastos no
derivan en una elevada demanda de divisas.
* Directora del OMET de la Universidad Nacional de Moreno.
** Profesor de la Universidad Nacional de Moreno y la Universidad Federal de Río de Janeiro.
Original: pagina 12
Original: pagina 12
2 comentarios:
Muy claro y consizo....nada más cierto.Felicitaciones.
Genial!
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