El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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15 jun 2015

Superar el estancamiento



Por Diego Coatz * y Fernando Grasso **

La economía argentina transita un camino de relativa estabilidad. Esto reviste dos activos valiosos respecto de procesos anteriores: el país no vivirá ninguna situación de crisis política y, al haberse contenido las tensiones “explosivas” que se avizoraban en diversos planos, tampoco económica. Sin embargo, en sus fundamentos, el esquema macro y la economía en general aún conservan profundos desafíos que deberán atenderse de manera integral en el futuro más próximo.

La agenda del desarrollo es más compleja, requerirá definiciones estratégicas y esfuerzos de envergadura, entre ellos, cómo seguir industrializando la economía de un modo competitivo e insertado internacionalmente. Esto implica avanzar contundentemente sobre las brechas de productividad y, también, las vinculadas a los factores que determinan las relaciones de precio-calidad. Cualquier proyecto que no incorpore un plan en este sentido podrá mostrar algunos resultados positivos por un tiempo, pero nunca nos conducirá al desarrollo. La industria argentina, que recién en 2011 había recuperado el nivel de producción per cápita del año 1974 a partir de incrementos formidables en el nivel producción, productividad, inversión, salario real y empleo entre el año 2002-2011, ingresó a un terreno de menor desempeño en los últimos años. Desde entonces, los resultados fueron discretos. Aun cuando se observa cierta estabilización en los últimos meses, la actividad describe actualmente una trayectoria de relativo estancamiento. En estos últimos años, el producto industrial se retrajo en algo más de un 1 por ciento, lo que equivale a una caída superior al 4 por ciento medido per cápita.

Producto de la aparición de la restricción externa (escasez de divisas), existen mayores dificultades para expandir la demanda interna a partir de mejoras sustanciales en el poder adquisitivo de los salarios y/o la ampliación de las escalas de consumo que derivan de mayores niveles de empleo, la inclusión social de sectores marginados, la extensión de coberturas previsionales, etc. Por su parte, el menor desempeño de Brasil y la región, especialmente en países que son destino mayoritario de nuestras exportaciones industriales, impacta negativamente sobre la demanda externa y, en algunos casos, se agrava por problemas asociados a la competitividad-precio de nuestra producción. Este escenario se agudiza con la caída en el precio internacional de varios commodities que exportamos, especialmente los del complejo oleaginoso, pero también de productos vinculados a las economías regionales.

En un libro que hemos lanzado recientemente junto a Bernardo Kosacoff (La Argentina estructural) se abordan estas cuestiones con el objetivo de aportar al debate sobre el desarrollo económico y social. Lo que ocurra a partir del año próximo dependerá en gran medida de la capacidad de generación de divisas de un modo genuino, compatible con el sendero de expansión de nuestras capacidades productivas y sin acudir al endeudamiento externo cómo único instrumento. El desarrollo es una experiencia nacional, única e irrepetible. Cada país debe seguir su propio camino según su derrotero histórico y sus posibilidades. Un país como la Argentina debería buscar su especificidad productiva y socioeconómica entre las experiencias de Corea del Sur, algunos países europeos y las transitadas por países abundantes en recursos naturales como Australia, Noruega o Nueva Zelanda (que lo son más que la Argentina en términos relativos). La articulación profunda de los sectores intensivos en recursos naturales y los de mayor valor agregado, intensivos en mano de obra y tecnología, constituye un camino posible. Construir capacidades tecnológicas en sectores industriales pero también en aquellos que no lo son tradicionalmente (biotecnología, servicios como el software y desarrollos vinculados a la electrónica) nos ayudaría a apuntalar el crecimiento de largo plazo.

Pensar una estrategia de este tipo requiere de fuertes consensos internos para dar la discusión en el plano internacional, donde nadie regala espacios para el desarrollo. El rol de las compras públicas, una política comercial activa, inteligente y sofisticada de largo plazo, la creación de una banca de desarrollo y el diseño e implementación de un programa coordinado que articule políticas de infraestructura, industrial, tecnológica y comercial deben ser un punto de partida de esta nueva etapa. Argentina sigue teniendo un conjunto de fortalezas que la ponen un paso adelante en la región: tecnología de punta en diversas ramas industriales, capacidad empresaria y mano de obra calificada, instituciones y empresas públicas capaces de potenciar la actividad y la inversión productiva (YPF, Invap, Arsat, Conea, CNEA, entre otras) y recursos naturales estratégicos que constituyen pilares sobre los cuales trazar un horizonte con más desarrollo.

* Economista jefe - CEU - UIA. Vicepresidente SIDbaires.
** Presidente de SIDbaires.


Original: Página 12

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