Contrariando una vez más la mayoría de los
pronósticos, el dólar volvió fortalecerse tanto en relación a las
commodities como en comparación con el resto de las monedas nacionales.
La fuerte recuperación de la economía y la notoria reducción del empleo estadounidenses hacen prever que la FED comenzará a subir las tasas de interés aumentando el premio de los activos norteamericanos. Esto sucede al mismo tiempo que en Europa y Japón las autoridades monetarias decidieron aumentar los estímulos, buscando amortiguar las tendencias deflacionarias que sufren desde hace años. A modo de ejemplo, los títulos a 10 años hoy rinden aproximadamente un 2% en EE UU y menos del 0,5% en Japón y Alemania. A este panorama se agregan los cambios observados en el mercado internacional del petróleo. Tanto la producción como las exportaciones norteamericanas de hidrocarburos están creciendo notablemente, hecho que empujó a la baja el precio internacional del crudo y tendió a revertir el déficit comercial del país, el cual también mejora con la apreciación del dólar, ya que las importaciones se abaratan debido a que la mayoría de los bienes que se transan en los mercados internacionales se cotizan en dicha moneda. Así, la reducción del déficit de cuenta corriente norteamericano también hace prever una menor abundancia de dólares para la economía mundial.
Un dólar fuerte equivale una devaluación del resto del mundo y a un reflujo de capitales hacia Estados Unidos, con el consiguiente impacto en materia de inflación y sostenibilidad externa, en especial en los países periféricos.
Los más afectados por el momento son los países productores de petróleo, como Rusia, Venezuela, Irán e incluso Brasil, que sufrieron fuertes devaluaciones en los últimos meses. Por el momento es difícil adivinar por cuanto tiempo el petróleo se mantendrá en estos niveles, ya que peligran numerosos proyectos de inversión, como el propio fracking liderado por EEUU, el Presal brasileño, etc., lo que haría prever una reducción de la oferta a futuro.
Pero si se tiene en cuenta que la mayoría de las materias primas también registraron caídas en sus cotizaciones, es poco probable que algún país de la región salga indemne a estos cambios. De cualquier modo, la acumulación de reservas internacionales y el fuerte desendeudamiento en dólares alcanzado por casi todos estos países en la última década, tornan improbable una crisis de deuda como la padecida durante los años ochenta.
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