Un mercado financiero liderado por el Estado
Por Matías De Lucchi
Documento de Trabajo Nº 61 - Septiembre 2014 del CEFID-AR
INDICE
1. Introducción ............................................................................................................. 4
2. Algunos conceptos básicos y antecedentes históricos ............................................. 8
3. Política monetaria .................................................................................................. 13
3.1. El mercado interbancario ................................................................................ 17
3.2. Los mecanismos de esterilización .................................................................. 18
3.2.1. Aumentando los depósitos del Gobierno ................................................. 20
3.2.2. Emitiendo letras de esterilización ............................................................. 21
3.2.3. Aumentando los requerimientos de reservas ........................................... 22
4. Mercado de bonos e impulso fiscal ........................................................................ 26
5. Política financiera y bancos públicos ..................................................................... 29
6. Política cambiaria, controles y flujos de capitales .................................................. 35
7. Conclusiones ......................................................................................................... 40
1. Introducción
Este trabajo se propone indagar e intentar explicar algunos de los aspectos claves de la política monetaria china resaltando el contexto económico e institucional en el cual se enmarca. Por tal motivo, resulta de suma importancia retomar determinados antecedentes históricos de China y analizar, en lo posible, los determinantes de su extraordinario crecimiento. Asimismo, será necesario analizar las características institucionales de la economía china, particularmente, la de su sistema financiero.
Como ninguna otra economía en el mismo periodo, China ha crecido en promedio poco más de 10 por ciento anual durante los últimos treinta años. Además, previamente a las reformas, ya bajo la planificación centralizada de toda la economía la tasa media de crecimiento en el período 1965-1980 fue 6,8 por ciento (solo superada por los países del este asiático que crecieron en promedio 7,3 por ciento). Por esta razón, la
participación del sector industrial en el PIB chino aumentó persistentemente en los últimos 60 años, representando el 10 por ciento en 1952, el 35 por ciento en 1978 y el 48 por ciento en 2006 (Medeiros, 2013).
En la década de 2000, China se transformó en el principal productor y exportador mundial de manufacturas y en un destacado importador, por un lado, de maquinarias y equipamientos de Europa y de los países asiáticos más desarrollados y, por otro lado, de materias primas provenientes de América Latina, África y de los países asiáticos menos desarrollados. Este proceso de trasformación de implicancias globales no solamente ha tenido determinaciones domésticas. Como también se ha observado en otras experiencias asiáticas, el crecimiento chino ha sido parte de un “desarrollo por invitación” de los EEUU en un contexto muy particular (recuérdese que en 1972 se produce en Pekín un encuentro de gran trascendencia pública entre el presidente americano Richard Nixon y el líder chino Mao Tse-Tung). Como sostiene Medeiros (1998), los aumentos de las inversiones norteamericanas en China y de las importaciones norteamericanas de origen chino estaban orientados, por un lado, a profundizar el aislamiento de la ex Unión Soviética y, por otro lado, a contener el déficit comercial norteamericano con Japón y demás “tigres” asiáticos.
También es cierto que luego de la disolución del bloque soviético y el fin de la Guerra Fría, la consolidación del Partido Comunista Chino en su rol dirigente no ha dejado de incomodar en algún aspecto a la hegemonía norteamericana. No obstante, la integración de China al orden mundial ha expresado más un proceso de asociación quenorteamericano)1. Más allá de su extraordinario crecimiento (promedio de 10,1 por ciento entre 1983 y 2013) y velocidad de convergencia, China todavía está lejos de alcanzar un nivel de PIB per cápita (en paridad de poder de compra) propio de una potencia desarrollada (34 por ciento del norteamericano en 2013). Asimismo, el PIB chino (medido en dólares constantes de 2005) alcanza el 22 por ciento del americano en 2013. No obstante, también es cierto que el PIB chino (en paridad de poder de
compra), que en 2013 alcanzaba el 96 por ciento del americano, estaría superando al de EEUU en 2014 (Figuras 1 y 2).
Este trabajo se propone indagar e intentar explicar algunos de los aspectos claves de la política monetaria china resaltando el contexto económico e institucional en el cual se enmarca. Por tal motivo, resulta de suma importancia retomar determinados antecedentes históricos de China y analizar, en lo posible, los determinantes de su extraordinario crecimiento. Asimismo, será necesario analizar las características institucionales de la economía china, particularmente, la de su sistema financiero.
Como ninguna otra economía en el mismo periodo, China ha crecido en promedio poco más de 10 por ciento anual durante los últimos treinta años. Además, previamente a las reformas, ya bajo la planificación centralizada de toda la economía la tasa media de crecimiento en el período 1965-1980 fue 6,8 por ciento (solo superada por los países del este asiático que crecieron en promedio 7,3 por ciento). Por esta razón, la
participación del sector industrial en el PIB chino aumentó persistentemente en los últimos 60 años, representando el 10 por ciento en 1952, el 35 por ciento en 1978 y el 48 por ciento en 2006 (Medeiros, 2013).
En la década de 2000, China se transformó en el principal productor y exportador mundial de manufacturas y en un destacado importador, por un lado, de maquinarias y equipamientos de Europa y de los países asiáticos más desarrollados y, por otro lado, de materias primas provenientes de América Latina, África y de los países asiáticos menos desarrollados. Este proceso de trasformación de implicancias globales no solamente ha tenido determinaciones domésticas. Como también se ha observado en otras experiencias asiáticas, el crecimiento chino ha sido parte de un “desarrollo por invitación” de los EEUU en un contexto muy particular (recuérdese que en 1972 se produce en Pekín un encuentro de gran trascendencia pública entre el presidente americano Richard Nixon y el líder chino Mao Tse-Tung). Como sostiene Medeiros (1998), los aumentos de las inversiones norteamericanas en China y de las importaciones norteamericanas de origen chino estaban orientados, por un lado, a profundizar el aislamiento de la ex Unión Soviética y, por otro lado, a contener el déficit comercial norteamericano con Japón y demás “tigres” asiáticos.
También es cierto que luego de la disolución del bloque soviético y el fin de la Guerra Fría, la consolidación del Partido Comunista Chino en su rol dirigente no ha dejado de incomodar en algún aspecto a la hegemonía norteamericana. No obstante, la integración de China al orden mundial ha expresado más un proceso de asociación quenorteamericano)1. Más allá de su extraordinario crecimiento (promedio de 10,1 por ciento entre 1983 y 2013) y velocidad de convergencia, China todavía está lejos de alcanzar un nivel de PIB per cápita (en paridad de poder de compra) propio de una potencia desarrollada (34 por ciento del norteamericano en 2013). Asimismo, el PIB chino (medido en dólares constantes de 2005) alcanza el 22 por ciento del americano en 2013. No obstante, también es cierto que el PIB chino (en paridad de poder de
compra), que en 2013 alcanzaba el 96 por ciento del americano, estaría superando al de EEUU en 2014 (Figuras 1 y 2).
Figura 1 y 2: Tasas de crecimiento de China y EEUU y sus respectivos promedios.
PIB (PPP), PIB per cápita (PPP) y PIB (precios constantes de 2005) de China como
porcentaje de los respectivos indicadores de EEUU.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Mundial
PIB (PPP), PIB per cápita (PPP) y PIB (precios constantes de 2005) de China como
porcentaje de los respectivos indicadores de EEUU.
Fuente: Elaboración propia en base a datos del Banco Mundial
Además, no solo el patrón dólar flexible internacional no se encuentra bajo amenaza (Medeiros y Serrano, 1999, 2003), sino que ni siguiera China posee hoy una moneda internacional equiparable al euro, el yen, la libra esterlina, el franco suizo o los dólares canadienses y australianos. Esta situación coloca a China en una situación de potencial vulnerabilidad financiera relativa si eventualmente tuviese que incurrir en déficits de cuenta corriente. No obstante, el renminbi (“moneda del pueblo”) va en camino a convertirse en una moneda internacional. Solo para tener una dimensión de sus perspectivas, además de los swaps cambiarios que China viene firmando con sus socios comerciales, o sea con todo el mundo (incluso con Argentina), recientemente el Gobierno británico ha emitido por primera vez un bono denominado en yuanes a fin de
reforzar las reservas internacionales de yuanes del Banco de Inglaterra. Según Yide Quio de la Shanghai Development Research Foundation, el renminbi alcanzaría el gradode moneda internacional en quince o veinte años ya que se trataría de un objetivo estratégico del Gobierno chino (http://ineteconomics.org).
El “socialismo con características chinas”, como se autodenomina oficialmente, o mejor dicho, la economía de mercado liderada por el Estado como preferimos denominar en este trabajo, ha sin duda transformado la economía mundial. Esta es la razón por la cual el proceso chino se encuentra en permanente debate2. Muchos analistas, generalmente con cierta impronta ideológica, sostienen que el caso chino demostraría una vez más la superioridad organizativa del mercado privado sobre los proyectos colectivistas. Otros sostienen, con mayor realismo, que lo que en realidad triunfó en China es su Estado a través de sus grandes empresas públicas. De las 500 empresas más grandes de China, 316 se encuentran bajo el control mayoritario del
Estado. Asimismo, éstas explican el 82,8 por ciento del total los ingresos, 90,4 por ciento del total de los activos y 81,8 por ciento del total de las ganancias de esas 500 empresas. Por otro lado, entre las 10 empresas estatales más rentables de China se incluyen tres petroleras y cinco bancos (www.chinascope.org).
China ha construido un gran conjunto de empresas públicas gigantes. Siguiendo su slogan “aferrarse a la grande, dejar de lado la pequeña”, desde las reformas de los 90s el Gobierno ha venido privatizando las pequeñas empresas públicas y concentrando sus esfuerzos en transformar las grandes empresas en corporaciones de propiedad mayoritaria estatal con capacidad operativa internacional3. A partir de allí, China ha desarrollado un gran sistema de “compre nacional” a través de sus empresas públicas.
Según Nolan (2012):
reforzar las reservas internacionales de yuanes del Banco de Inglaterra. Según Yide Quio de la Shanghai Development Research Foundation, el renminbi alcanzaría el gradode moneda internacional en quince o veinte años ya que se trataría de un objetivo estratégico del Gobierno chino (http://ineteconomics.org).
El “socialismo con características chinas”, como se autodenomina oficialmente, o mejor dicho, la economía de mercado liderada por el Estado como preferimos denominar en este trabajo, ha sin duda transformado la economía mundial. Esta es la razón por la cual el proceso chino se encuentra en permanente debate2. Muchos analistas, generalmente con cierta impronta ideológica, sostienen que el caso chino demostraría una vez más la superioridad organizativa del mercado privado sobre los proyectos colectivistas. Otros sostienen, con mayor realismo, que lo que en realidad triunfó en China es su Estado a través de sus grandes empresas públicas. De las 500 empresas más grandes de China, 316 se encuentran bajo el control mayoritario del
Estado. Asimismo, éstas explican el 82,8 por ciento del total los ingresos, 90,4 por ciento del total de los activos y 81,8 por ciento del total de las ganancias de esas 500 empresas. Por otro lado, entre las 10 empresas estatales más rentables de China se incluyen tres petroleras y cinco bancos (www.chinascope.org).
China ha construido un gran conjunto de empresas públicas gigantes. Siguiendo su slogan “aferrarse a la grande, dejar de lado la pequeña”, desde las reformas de los 90s el Gobierno ha venido privatizando las pequeñas empresas públicas y concentrando sus esfuerzos en transformar las grandes empresas en corporaciones de propiedad mayoritaria estatal con capacidad operativa internacional3. A partir de allí, China ha desarrollado un gran sistema de “compre nacional” a través de sus empresas públicas.
Según Nolan (2012):
“Estas pueden trabajar juntas como un solo equipo, compartiendo conocimiento,A pesar de haber enfrentado las últimas crisis internacionales (1997 y 2008) en un proceso de integración global creciente, China ha demostrado solidez en su ritmo de crecimiento. Sin embargo, en cierta forma, el desarrollo chino no presenta aspectos esencialmente novedosos ya que de alguna manera replica características de la planificación económica occidental de posguerra (ver Casparrino et al, 2011). Según
apoyándose unas a otras y comprándose entre ellas sus productos. Estas pueden
cooperar en el desarrollo de nuevas tecnologías para satisfacer las necesidades de
China de un desarrollo sustentable en transporte, edificios, generación y distribución
de energía, y servicios de yacimientos petrolíferos (…) La expansión de la economía
china ha estado basada en tasas de inversión extremadamente altas, las cuales han
creado una intensa demanda por los productos de las industrias estratégicas del
país. Ello ha implicado que los ingresos y las ganancias de las grandes empresas
nacionales hayan crecido rápidamente (Nolan, 2012, p. 60, traducción del autor)
Nolan (2012):
“El cuerpo principal de las grandes empresas nacionales [chinas] consiste en ‘industrias estratégicas’. Estas fueron en general las mismas industrias en las cuales muchos países de altos ingresos habían establecido sus propias grandes empresas estatales después de la Segunda Guerra Mundial. Aunque las empresas estatales occidentales fueron mayormente privatizadas después de los 70s, muchas de estas ya habían adquirido una escala significativa y el progreso técnico necesario que sentó las bases para su éxito internacional después de la privatización (Nolan, 2012, p. 59, traducción del autor).
En el mismo sentido, Arceo (2011) sostiene que:
“la innovación tecnológica autóctona es considerada por el gobierno chino una
necesidad ineludible para alcanzar el desarrollo, y expande sistemáticamente
‘centros de innovación’ en los que se articulan investigadores y empresarios a fin de
transferir rápido y eficientemente los resultados de la investigación a la actividad
económica” (Arceo, 2011, p. 190)
Sin embargo, desde otras miradas se alerta sobre la posibilidad de una crisis financiera que se estaría desarrollando sobre la base de un proceso de sobreinversión insustentable. Curiosamente, el sector más controlado por el Estado, el sector bancario, ha sido el flanco predilecto de la mayoría de las críticas occidentales y de los anuncios catastrofistas. Como veremos, estas advertencias parecen ser bastante alarmistas considerando la presencia económica del Estado chino y la denominación monetaria local de los contratos internos.
En la segunda sección se analizaran algunos conceptos claves con relación a determinados antecedentes históricos de la economía china contemporánea. En la tercera sección se explorará la política monetaria y los diferentes mecanismos de esterilización o compensación ante la acumulación de reservas internacionales. En la cuarta sección se presentará brevemente el mercado de bonos y algunos aspectos del impulso fiscal. En la quinta sección se analizará la política financiera sobre los bancos públicos y el conjunto del sector bancario. En la sexta sección, se estudiará el régimen cambiario y la determinación de los flujos de capitales, especialmente de corto plazo.
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