Nikolai Ivanovich Bukharin Yevgeni Alekseyevich Preobrazhensky
Este trabajo analiza el contexto económico y geopolítico del debate sobre la industrialización ocurrido al interior del partido bolchevique entre Preobrazhenski y Bukharin. Un rápido catch up industrial era imprescindible para un país aislado en términos internacionales, en proceso revolucionario, y atrasado en términos económicos. Sin embargo, el proceso de industrialización enfrentaba significativas contradicciones sociales. La entrega de las tierras a los campesinos en el inicio de la revolución generó una caída del excedente agrícola que trababa el proceso de industrialización. En ese contexto, se plantearon dos alternativas: o se aceleraba el desarrollo industrial con el riesgo de declarar una guerra a la mayoría campesina, o se optaba por un crecimiento a “paso de tortuga”, que imposibilitaba el necesario catch up industrial y militar con las potencias más desarrolladas.
Los éxitos iniciales del modelo de industrialización soviético tuvieron un significativo impacto sobre el pensamiento y las políticas desarrollistas de la posguerra. Muchas de estas políticas, por ejemplo, priorizaron el desarrollo industrial en menosprecio del agrícola, hecho que después se debió pagar con problemas estructurales como cuellos de botella en la producción de alimentos con destino a las ciudades e inflación estructural. Otra consecuencia particularmente negativa de la experiencia soviética sobre el pensamiento desarrollista ha sido el ilegítimo traslado de ciertas características propias de economías planificadas al análisis de economías de mercado.
Tal es el caso de las típicas nociones prekeynesianas presentes en buena parte de la literatura desarrollista según las cuales en las economías en desarrollo existiría una “insuficiencia de ahorro” que obligaría a acudir al “ahorro externo” o a alguna otra fuente de financiamiento para la inversión. Lo mismo vale para la presunta existencia de una relación inversa entre el consumo y la inversión, por la cual al reprimirse el primero aumentaría el excedente con destino a la segunda. Estas apreciaciones pasan por alto que en la experiencia soviética estás opciones contradictorias eran efectivamente reales porque la URSS no era una economía de mercado. Allí, tanto en la primera etapa cuando el agro retrocede a condiciones precapitalistas como después de consolidada la planificación central, la oferta de productos no respondía a los criterios de rentabilidad propios del mundo capitalista. Así, la inversión inevitablemente debía reducirse toda vez que aumentaba el consumo y viceversa.
Pero en las economías capitalistas que analiza la literatura desarrollista nada semejante a un agro precapitalista o a una planificación central indica que el consumo y la inversión deban moverse en direcciones opuestas.
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