El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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9 jul 2011

Izquierda y Economía Vulgar: Marx no tiene la culpa.


Por Fabián Amico*

…el economista vulgar cree que hace un gran descubrimiento cuando contra la revelación de la conexión interna proclama orgullosamente que las cosas tienen una apariencia completamente distinta” (Carta de Marx a Ludwig Kugelman, julio de 1868).

Este texto responde a algunas de las críticas realizadas por Rolando Astarita en seis extensas notas en su blog (sucesivamente, RA1, RA2, RA3, RA4, RA5 y RA6, ver referencias). Astarita no se priva de realizar acusaciones morales, ni de desplegar una cadena de variados calificativos (“reformista armonicista” y otros) hasta la propuesta –no se sabe bien a quién dirigida- de que “tenemos que desterrarlo de las filas de la izquierda” y que por eso él ha dedicado su tiempo a “desnudar” mi lógica.
Sin embargo, los airados textos de Astarita presentan serios errores conceptuales (tanto en su análisis de los precios como de las cantidades o crecimiento) que condicionan todo su enfoque. No vamos a discutir aquí la extensa serie de non sequitur en que incurre Astarita. Por ejemplo, al sugerir que si el capitalismo funcionara realmente como dicen los economistas de inspiración keynesiana y/o sraffiana, entonces eso sería equivalente a afirmar que podrían “suprimirse todas las calamidades del capitalismo”, por caso, “emitiendo mucho papel el Estado puede curar crisis, desocupación y todas las demás miserias generadas por el capitalismo” (sic). O analogamente cuando sugiere que “el economista que tiene mal digeridas algunas vagas ideas sobre dinero exógeno y helicópteros, exclama indignado “Marx anticipaba a Friedman…!!!”. También recurre a falacias ad hominem, sugiriendo que si uno sostiene una hipótesis keynesiana-sraffiana, entonces uno sería “reformista” o cosas quizás peores.
Es difícil prejuzgar sobre la medida en que los lectores se podrían dejar impresionar por tales acusaciones, o que si éstas podrían obturar las posibilidades del pensamiento crítico. Por caso, incluso si quienes defienden una visión inspirada en Sraffa, Kalecki o Keynes fueran merecedores de graves acusaciones morales o políticas -como Astarita sugiere-, desde el punto del vista del argumento eso importa un comino: si el argumento es válido, es válido independientemente de quién lo sostiene, y sigue siendo válido por más que él desacredite a quien lo sostiene. Un lector atento sabrá leer los razonamientos que subyacen a la larga serie de non sequitur y de falacias ad hominen que prodigan los textos de Astarita. Por ende, este texto se focalizará en algunas ideas sobre el dinero y crecimiento que subyacen a los calificativos morales y a las extensas citas de Marx.

Por lo expuesto en este texto, llegamos a la principal conclusión: la economía marxista, tal como es entendida por Astarita, no es más que una variedad extrema de lo que Marx llamó economía vulgar. La interpretación formulada por Astarita, a pesar de la profusión de citas, refleja una concepción estrecha de los logros analíticos de Marx. De hecho, las principales ideas esbozadas por Astarita sobre dinero, tasa de interés, deuda pública y crecimiento tienen una base lógica y empírica extremadamente débil, y lejos de brindar una renovación y recreación de las ideas centrales de Marx, equivalen a un ejercicio de pura economía vulgar.
Marx entendía que en la economía vulgar las apariencias superficiales son confundidas con la subyacente realidad social. En la confusión de estas apariencias, además, el marco teórico básico (subyacente) de Marx se pierde de vista. Dicho marco teórico, por ejemplo, concibe los precios como centros de gravitación de largo plazo regulados, junto con la tasa de ganancia, por las condiciones técnicas de producción y por el salario real. Las ganancias emergen como un residuo, o excedente, cuya magnitud depende del grado en el cual los trabajadores generan más producto del que ellos y el proceso de producción consumen. Este enfoque del excedente puede ser desarrollado sin referencia a las problemáticas categorías de valor presentes en Marx, como lo hace Sraffa, sin socavar su explicación básica de cómo funciona el capitalismo.

Por caso, la economía política clásica y Marx vieron la competencia como el mecanismo central de coordinación dentro del capitalismo. En ausencia de impedimentos a la movilidad de los recursos, los flujos intersectoriales de capitales empujan los precios de mercado y el producto hacia sus niveles normales de largo plazo, tal que la tasa de ganancia “normal” tenderá a igualarse en todas las ramas. El conjunto de precios, producto y salario real consistente con el establecimiento de una tasa uniforme de ganancia refleja así fuerzas sistemáticas y dominantes operando sobre los precios y la distribución.
A su vez, un rasgo distintivo del análisis clásico-marxista de la distribución es el rol central asignado a la oposición de los intereses de clases (en particular entre trabajadores y capitalistas, aunque también, con rentistas terratenientes).

En este contexto, la participación en el ingreso agregado de los propietarios del capital y de la tierra representa un excedente obtenido después de deducir del producto social los bienes de consumo necesarios para el sostenimiento y reproducción de la clase trabajadora, y las mercancías utilizadas en el proceso de producción (incluyendo la depreciación del capital). La tasa de ganancia depende de la magnitud de este excedente (o en todo caso, de la parte de este excedente que va a los capitalistas) en relación a la cantidad de capital utilizada en la producción. Ciertamente, y esto es una diferencia fundamental con la economía convencional, todo este conjunto de variables aparece influenciada decisivamente por factores históricos, políticos e institucionales.

Este aspecto fundamental queda definitivamente perdido en los textos de Astarita, donde parece no existir lugar para las determinaciones políticas (exógenas). Pero como tales aspectos son decisivos en Marx, el enfoque de Astarita refuerza su carácter doctrinario en términos de lo que Marx llamó economía vulgar, es decir, un cuerpo de proposiciones que confunde “las apariencias superficiales con las relaciones sociales fundamentales” que sustentan al capitalismo.

Astarita, ciertamente, ha perdido de vista la “conexión interna” que posibilita el crecimiento de las economías capitalistas (la demanda efectiva) y ha sucumbido de hecho a las posiciones monetaristas, aferrándose a la teoría del dinero-mercancía con la que -se creía- se regía el mundo hace más de 100 años. Nada de esto, por cierto, puede ser culpa de Marx.

Todo el enfoque de Astarita solo pone de relieve que, en los tiempos que corren, el marxismo vulgar se encuentra lamentablemente en una situación particularmente vulgar y que, pese a las crisis de las visiones dominantes en economía, no consigue salir de esa situación de alarmante vulgaridad, que a estas alturas parece irrecuperable. Por esa razón, pese a sus renovadas ínfulas, cada día tiene menos impacto sobre la formación de los economistas más jóvenes y sobre el mundo real.



Ver texto completo aca


Algunas de las citas de la nota en Circus 4



*Director de la Revista Circus e investigador de UNLU.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Les paso la respuesta de Astarita, http://rolandoastarita.wordpress.com/2011/08/08/teoria-monetaria-en-marx-y-la-critica-de-un-critico/
Creo que Amico nos debe una explicación a sus citas.