El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

Entrada destacada

Teorías del valor y la distribución una comparacion entre clásicos y neoclásicos

Fabio PETRI   Esta obra, traducida por UNM Editora, ha sido originalmente editada en Italia con el título: “Teorie del valore e del...

18 dic 2009

Matias Vernengo en la Argentina: La Crisis Mundial y Keynes en América Latina



Organizado conjuntamente por el Cefid-Ar y la Revista Circus, el Doctor Matías Vernengo, profesor titular de la Universidad de Rio de Janeiro, ofreció una disertación sobre la crisis económica en EEUU y su impacto en América Latina.

Desde un enfoque basado en la distribución clásica de Sraffa y la demanda efectiva de Keynes a largo plazo, Vernengo dio un relevamiento de las políticas fiscales seguidas por distintos países de América Latina, mostrando que no existen grandes diferencias en las posiciones de los distintos países, en punto a los déficits primarios como herramienta de crecimiento.

Se explicó que la restricción externa es la única importante para nuestros países, y que desde la óptica de Keynes, lo importante reside en las variables fiscales de acuerdo a su funcionalidad con respecto a la obtención del pleno empleo. El paper que se presentó, es el último realizado con A. Camara: "All is quiet in the fiscal front: Fiscal policy for the global economic crisis"

http://sites.google.com/site/matiasvernengo/
"Para la economía convencional sólo se puede hacer política monetaria y no fiscal en el largo plazo"


3-"El límite duro de la capacidad de hacer política fiscal es la cuenta corriente de la balanza de pagos a largo plazo" "En toda AL, mas o menos el 3% del producto se paga en gastos por intereses...en Brasil esta el bolsa-familia y el bolsa-interés"











13 sept 2009

Por qué Krugman no me convence

Una respuesta Sraffiana



Por Sergio Cesaratto

Traduccion de Alberto Supelano


Tomado de Blog del Departamento de Economía Política de la Universidad de Siena


En una discusión anterior en este blog, Massimo D’Antoni me pidió que explicara por qué me indignaba tanto con Krugman, Stiglitz y hoc genus omne (y toda esa gente). El hecho de que se haya publicado la referencia al artículo de Krugman en el NYT me da la oportunidad para dar una respuesta.



Mientras tanto, las viñetas adjuntas al artículo eran mejores que el texto, en particular la que se refería a Blanchard, Lucas y Bernanke; además quizá alguien habría debido justificarse en el blog con los estudiantes porque hace años se impuso (sic) también a los docentes que no pertenecían al coro la adopción del texto tóxico de Blanchard en vez de los muchos textos italianos de macro bastante más claros y objetivos.



Me parece, en primer lugar, que la acusación de Krugman a los economistas por “utilizar demasiadas matemáticas” es bastante banal. Me recuerda mucho a aquella salida elusiva que se atribuye a Salieri en Amadeus, la película de Forman sobre Mozart. Salieri, enfrentado al requerimiento del emperador austriaco de que justificara la crítica de una obra de Mozart, respondió: “Demasiadas notas”. Una respuesta banal ¿no es cierto? Recuerdo que, desafortunadamente, un economista por cuyo papel civil e intelectual tengo un enorme respeto, Federico Caffè, también acusó a Sraffa de ser “demasiado abstracto”. ¿Qué significa demasiadas matemáticas o demasiada abstracción? Lo que se debe examinar es la substancia, no la cantidad de matemáticas, la relevancia empírica y la coherencia lógico-económica de las teorías. La relevancia y la coherencia no se miden en hectogramos o kilos de matemáticas. Los problemas importantes de la teoría sraffiana requieren una buena cantidad de matemáticas. Cuando yo era estudiante, el examen de economía matemática era un examen sobre los modelos de Leontief y Sraffa.



El punto es que la economía neoclásica que práctica Krugman es lógicamente incoherente “sea cual sea la cantidad de matemáticas que se utilice”.



Y, además, ¡desde qué púlpito escribe Krugman! No es la Nueva Geografía Económica de Krugman sólo un ejercicio en el que unas pocas ideas triviales se traducen en modelos matemáticos más o menos complejos totalmente inútiles para quien desee entender seriamente los procesos de crecimiento? Pero, de nuevo, no me molesto con las matemáticas, sino con la esencia, poca o ninguna, de esta basura, y me voy a leer a Braudel, a Wallerstein o a los mercantilistas (gente lista ésta) como lo hago ahora. Como también se sabe, Krugman es un firme defensor de los teoremas neoclásicos del comercio internacional (que Steedman y Sergio Parrinello, personas que conocen bien las matemáticas, han demostrado que son falsos).



Pero vamos a Keynes. Tanto los economistas de agua salada como los de agua dulce, para utilizar la clasificación de Krugman, son neoclásicos. Creen que la economía tiende al pleno empleo si no hay rigideces. Los nuevos economistas keynesianos creían explicar el desempleo en términos de rigideces, más o menos plausibles (¿recuerdan los costos del menú?). Keynes rechazó claramente la idea de que el desempleo se debía a las rigideces. El punto central de la Teoría General concierne a la relación entre ahorro e inversión, a la idea de que es la abundancia relativa de ahorro con respecto a las decisiones de inversión de los empresarios la que genera las depresiones. Krugman no hace ninguna referencia en este sentido, como tampoco la ha hecho el resto de toda esa gente en sus escritos de los últimos meses. Ahora sabemos que no hay una curva decreciente de demanda de un “factor de producción” llamado “capital”, ¿no es cierto? Keynes tenía toda la razón.



Lo que nos suministra Krugman es sólo una referencia al comportamiento irracional de los mercados financieros: Si sólo hubiese un comportamiento un poco menos estúpido y más “racionalidad” se tendría asegurada la estabilidad del capitalismo. Pero ¿cómo? No hace ninguna mencion al papel de las burbujas en el sostenimiento –de manera estúpida, es cierto– de la demanda agregada en la economía estadounidense (pero aquí remito a mi ensayo Ahora todos somos keynesianos, si parva licet componere magnis, si no les parece desproporcionada la comparación). No hace ninguna mención a la obra de centenares de economistas verdaderamente keynesianos, Minsky a la cabeza, en este sentido. No hace ninguna mención a las consecuencias de los cambios en la distribución del ingreso en detrimento del trabajo sobre la demanda. Estarán de acuerdo conmigo en que para Krugman y compañía éste sería otro planeta. Distribución del ingreso y demanda efectiva: ¿acaso somos comunistas?



Que esta gente, a la que no doy ni siquiera el beneficio de la buena fe, todavía tenga el coraje de presentarse en público es verdaderamente irritante. Por otra parte, se sabe que el Nobel lo otorga el Banco de Suecia y el Sr. Lindbeck, un nuevo keynesiano de los peores, no la Academia Real de Ciencias, y con la oposición de la familia Nobel (los únicos premios nunca dados por la academia a economistas, los asignó a Keynes y luego a Sraffa).



En suma, (a) las matemáticas nada tienen que ver y no quiero convertir mi caso en la venganza de la frustración porque otros saben más matemáticas. El problema es si las matemáticas se aplican o no en análisis relevantes y económicamente coherentes (lamentablemente, muchos heterodoxos también consideran que el asunto es de "demasiadas notas", como los Post-Autistas); (b) el problema de la crisis no es la irracionalidad de los mercados financieros (que Keynes no trajo a colación a este respecto), sino el problema de la demanda efectiva en el capitalismo (Rosa Luxemburgo y Kalecki son más interesantes al respecto, no lo creen?).



¿Por qué no abandonamos todos a la vez la teoría neoclásica en todas sus versiones y comenzamos seriamente a refundar la economía política? Nuestra universidad podría tomar valerosamente esta decisión: enseñarla, pero señalando que no la considera la más relevante. Qué tontería que los heterodoxos de los dos departamentos de economía de Siena se hayan dividido, ¡la línea divisoria debería ser muy diferente, entre los apologistas nutridos por la falsa ciencia y la economía política! Se trataría de enseñar un plan de estudios muy riguroso, con muchas matemáticas, pero también con mucha historia, análisis de políticas, problemas de género, etc. Tiene razón quien de buena fe denuncia que si la economía se convierte sólo en un gimnasio de matemáticas y de modelitos de esoteria econométrica por obra de quienes no saben absolutamente nada de economía se transforma en una ciencia tan árida como lo es en realidad, y esto también es válido para algunos sraffianos. Como dijo Marshall, las matemáticas pueden servir para comprobar la coherencia lógica del razonamiento, pero este nace en términos verbales y al final se debe expresar en términos verbales (de modo que incluso los no matemáticos puedan apreciar la coherencia y la relevancia). El plan de estudios pondría así en los márgenes (sic) a lo que parecería entonces a los estudiantes una teoría extraña totalmente irrelevante para explicar la realidad: la teoría marginalista. Tendríamos que empezar desde el próximo concurso: por ejemplo, pidamos trabajos sobre Kaldor y demos un puntaje igual a cero a las publicaciones que consistan en modelos irrelevantes, independientemente de la revista. ¿Por qué no iniciamos en Siena una reacción más seria y radical que la de Krugman, la cual francamente es deprimente?

18 ago 2009

Viejos errores con ropaje moderno




Por Fabián Amico y Alejandro Fiorito *


Ciertas lecturas llevan a evocar irremediablemente las posiciones de Juan B. Justo, referente emblemático del socialismo, que en su tiempo hizo del librecambio y la defensa de la moneda sana dos de sus banderas fundamentales. Para aquellos socialistas, el proteccionismo perjudicaba a los trabajadores por los altos impuestos que tenían los bienes de consumo. Algo del eco de Juan B. Justo resuena en el artículo de Juan Graña (“Ortodoxias nuevas y viejas ”, Cash, 9 de agosto de 2009). Embanderado en una posición progresista, el enfoque de Graña se basa, sin embargo, en causalidades y directrices puramente ortodoxas, que se reiteran históricamente al ritmo de lo que Diamand caracterizó como la dinámica pendular argentina.

Graña despotrica contra la política de tipo de cambio alto porque tiene por contraparte salarios reales bajos, y alude al fracaso de tal estrategia en los años recientes. Asimismo, cuestiona certeramente algunos núcleos del planteo devaluacionista. Frente al argumento de que la devaluación permitiría “ganar tiempo” para en el “entre tanto” aumentar la productividad, dice que “ese “tiempo” no provoca nada por sí mismo, y es sólo mediante políticas industriales que se logran objetivos”, y observa que en los años recientes no hubo ningún tipo de cambio estructural, al tiempo que reclama discutir tales políticas en lugar de debatir una nueva devaluación. Señala, a su vez, que pocos “incentivos” a la inversión se generan si cada vez que se reducen las altas ganancias empresarias producto de la recuperación del salario real, hay compensaciones vía devaluación. “¿Qué necesidad hay de reinvertir ganancias –dice curiosamente- si la riqueza y supervivencia en la competencia no depende de que se haga?”.

Propone, por ende, líneas alternativas, “políticas que premien los incrementos genuinos de productividad logrados a través de la innovación y ampliación de la escala productiva, al tiempo que se impulsa a las empresas a seguir ese camino por medio de la competencia”. Y agrega hacerlo “ya sea mediante los necesarios incrementos salariales rezagados desde hace años, o la reducción de los márgenes de protección efectiva ya ocasionados por el proceso inflacionario…”. Concluye que “se trata lisa y llanamente de no repetir la historia”.

Uno no puede sino coincidir en varios aspectos a excepción de algunos puntos esenciales. Graña supone que una caída de los niveles de protección provocará un aumento de la competitividad de la industria y estimulará la inversión. A riesgo de repetir la historia, olvida que ese experimento ya se realizó en Argentina en 1976, mediante la baja de aranceles, la liberalización del comercio y el persistente retraso cambiario. Dicha política apuntó en verdad al “disciplinamiento” de los trabajadores, previa “puesta en caja” de los sectores industriales juzgados “ineficientes” (básicamente, toda la industria aparecida después de 1930), Vía sobrevaluación cambiaria, se generó una inédita suba de importaciones, sustituyendo trabajo doméstico por extranjero, se revirtió el balance comercial y se propició un auge del turismo de las clases medias… al extranjero. Lejos de implicar un incremento de la inversión industrial y una suba de la productividad, con tal política se destruyó gran parte de la industria surgida desde los años 30, se redujo sustancialmente la productividad y se cortó el proceso incipiente de creciente peso de las exportaciones industriales, que en 1974 habían llegado a igualar las exportaciones tradicionales agrarias.

Un segundo experimento, similar al que reclama Graña en punto a reducción de la protección, se dió en los años 90. Entonces se eliminaron las retenciones, se bajaron los aranceles y el tipo de cambio de ancló en un nivel muy bajo. Los salarios de los que lograron conservar el empleo eran más altos que los actuales. Pero la base de esa suba era un modelo de crecimiento liderado por la deuda, y colapsó cuando se acabaron los préstamos. Gracias a esas políticas, la economía se primarizó bajo la impronta del retraso cambiario, dejando fuera de combate a vastos sectores industriales y llevando la tasa de desocupación por encima del 20%, algo insólito en el país.

Subyace en Graña una idea (muy poco radical o socialista), según la cual el mercado, funcionando sin interferencias, parecería ser el más eficiente “asignador” de los recursos, generando per sé competitividad y productividad. Como el liberalismo ortodoxo, piensa que la introducción de aranceles a las importaciones creó un muro protector de la competencia externa que alentó la instalación y supervivencia de una industria “ineficiente”. Y quizá que las empresas usan ese margen de protección para subir sus márgenes de ganancia vía precios.

Pero no fue eso lo que ocurrió en la historia argentina. La imposición de aranceles protectores a la industria permitió a las empresas absorber, con rentabilidad, costos laborales mayores. Precios y salarios industriales subieron con respecto a los precios agropecuarios. A su vez, el incremento de los salarios en relación a los precios agropecuarios dio a los asalariados una capacidad adicional de compra en el mercado de bienes industriales. El hecho que desde 2002 los salarios hayan permanecido en un nivel históricamente deprimido, no implica que la reducción de los márgenes de protección hará que suban, sino al contrario. El nivel del salario depende de las fuerzas relativas de los grupos sociales que disputan el excedente; un mayor margen de protección puede muy bien traducirse en un salario real bajo (como hoy) o en salarios altos (a costa de la renta agropecuaria) como sucedía antes. Pero la reducción de los márgenes de protección y la apreciación cambiaria son, sin dudas, una lápida para el salario, el empleo y el crecimiento.
Como decía Adolfo Canitrot hace más de 25 años, el supuesto de una relación inversa entre grado de protección y eficiencia -o productividad- es una extensión arbitraria de ciertos supuestos y conclusiones de análisis parcial microeconómico al campo de la macroeconomía. Graña parece ignorar que las inversiones son aceleradas por la demanda, y no por la “competencia”: ningún empresario invierte cuando la competencia (externa) lo desaloja del mercado.

En verdad, son estos experimentos de reducción de los márgenes de protección los que llevaron a una reducción sistemática del salario real de largo plazo, concomitante al debilitamiento de la capacidad de negociación de los asalariados. En una estructura productiva desequilibrada, como la nuestra, dejar librada la economía al mercado genera ciclos volátiles alternados con ajustes recesivos y endeudamiento acumulativo. Y peor aún: desentenderse de la política cambiaria, como hace Graña, conduce involuntariamente a las mismas posiciones del liberalismo ortodoxo.

Por supuesto, un tipo de cambio alto supone un salario real bajo. De allí la importancia de las devaluaciones compensadas, como proponía Marcelo Diamand. No sólo mediante las retenciones, sino también mediante otros mecanismos (subsidios, desgravaciones impositivas, etc.). En todo caso, parte del remedio es el que propone el mismo Graña, la aplicación de políticas industriales y de desarrollo, en lugar de jugar a la ruleta rusa con la reducción de la protección, bajo el riesgo de desmontar la industria (buena o mala) que hoy tenemos.

En verdad, más que un tipo de cambio alto, lo que es imprescindible es un sistema de tipos de cambios múltiples, distintos (más altos) para la industria que para el agro. Dado un cierto nivel arancelario, el tipo de cambio, a precios internacionales constantes, define el extremo superior del margen de protección, esto es, el precio por arriba del cual ingresa al país la competencia importada. Por otro lado, el nivel del salario determina, vía costos, el extremo inferior. Luego, el margen de protección varía positivamente con la relación entre tipo de cambio y salario nominal.

El margen cumple para las empresas dos funciones básicas: 1) las resguarda de las fluctuaciones de precios; 2) les otorga flexibilidad para fijar su política de precios y salarios. A mayor margen, menor es la capacidad del Estado para regular precios y salarios industriales mediante el comercio exterior, salvo que se apliquen políticas extremas que lleven a las empresas al borde del abismo, como en 1976 y en los años 90. La existencia de un cierto margen de protección efectiva hace posible fijar precios y salarios por acuerdo entre empresarios y asalariados, con el arbitraje del Estado.

A Graña esto se le ha perdido irremediablemente de vista. Da la sensación que quisiera “castigar” a las empresas por la inflación y los bajos salarios, pero sin reparar que el supuesto castigo se irradia hacia otros sectores menos beneficiados. Esto es debido a que la reducción del margen de protección devuelve al Estado su capacidad regulatoria vía importaciones, pero también los salarios pueden ser controlados indirectamente a través de la competencia externa y el manejo del tipo de cambio.

En suma, el margen de protección es la base objetiva para que se puedan negociar salarios hacia arriba. Que eso se consiga o no, depende esencialmente de una política de Estado. La alternativa al método brutal y contractivo empleado en 1976 y en los noventa es una fuerte política de ingresos (de precios y salarios), donde los empresarios sean encauzados por el Estado para moderar la inflación y permitir una suba gradual de los salarios reales. El éxito de estas políticas requiere un fuerte liderazgo del Estado que las garantice, introduciendo un variado menú de elementos (económicos como compulsivos), desde estímulos y premios económicos, hasta controles y acuerdos de precios, un sistema que por lejos rendiría más frutos a los asalariados actuales que las propuestas que evocan las viejas consignas de Juan B. Justo.

* Economistas del Grupo Luján e investigadores de la Universidad Nacional de Luján

Original: pagina 12

10 ago 2009

Fugar debería ser más costoso





Por Gustavo A. Murga *


El prestigioso economista Nicholas Kaldor, reconocido por sus estudios sobre los determinantes de la inversión en los ciclos de crecimiento sostenía, hacia 1939, que lo que distingue las compras y ventas especulativas de otras es que su único motivo consiste en la expectativa de un cambio en el precio que rige en el mercado. En un mundo en el que la previsión fuera perfecta, nadie podría obtener una ganancia especulativa. Los especuladores no existirían. En un mundo en que la previsión es imperfecta, la existencia de especuladores permite que el sistema se comporte con más previsión de la que posee el individuo medio en el sistema. Sólo el especulador con una previsión mejor que la media, puede esperar permanecer en el mercado. Sin embargo, esto requiere un estado de cosas en el que la demanda u oferta especulativa sea sólo una pequeña parte de la demanda u oferta total, de forma que aunque la actividad especulativa pueda influir sobre la magnitud de la variación del precio, no puede hacerlo nunca sobre su dirección. Si no se satisface esta condición, el anterior razonamiento se derrumba.

Es decir, si bien sigue siendo verdad que el especulador, a fin de tener éxito de forma permanente, debe tener una previsión mejor que la normal, le bastará tan sólo con prever correctamente el grado de previsión de los otros especuladores, más que precisar el rumbo futuro de los factores no especulativos que subyacen en la determinación de precios del mercado. De modo que, para el especulador individual suele ser más rentable concentrarse en prever la psicología de otros especuladores. Y a esas alturas, aun si la especulación en conjunto obtiene una pérdida neta en vez de una ganancia, ésta no resultará autocorrectora ni siquiera a largo plazo, ya que las pérdidas de una población variable de especuladores desafortunados será suficiente para mantener permanentemente un grupo de especuladores con éxito, cuya existencia será una atracción suficiente para asegurar una oferta permanente de dicha población variable. De modo que se genera una dinámica tal que, mientras los especuladores difieran en su propio grado de previsión, no necesitan prever con éxito los acontecimientos externos a sus propias conjeturas sobre la especulación de los otros, y de esta manera pueden vivir de ellos.

Desgraciadamente, hemos podido asistir a ese tipo de especulación respecto de la dirección del precio de nuestra moneda y eso ha dejado una profunda enseñanza perniciosa: el que apuesta al dólar, tarde o temprano, gana. Nunca se puede estar a salvo de volver a caer en esa dinámica si no se toman las medidas necesarias para evitarla. Esto fue claramente entendido y se actuó en el sentido correcto. Si bien es cierto que alrededor de seis mil millones de depósitos están en divisas, que 12 mil millones son las transferencias a bancos en el extranjero, y tres mil millones salieron por la compra y venta de títulos valores que cotizan en moneda extranjera, fueron tomadas las medidas necesarias para entorpecer la fuga de divisas: por ejemplo, la CNV reguló la operación financiera denominada “contado con liqui” y limitó a las operaciones financieras con paraísos fiscales; la AFIP bloqueó parte de la devolución del IVA o pago de reintegros a las exportaciones, realizadas a través de tales paraísos; también vale la pena mencionar, la reducción del tiempo exigido para informar al BCRA sobre pagos anticipados que tengan previstos por deudas contraídas en el exterior; y la ejecución de licitaciones de opciones de pases activos a los bancos, por parte de esta última entidad.

Pese a estas atinadas políticas, la preferencia por la liquidez en moneda extranjera ante el primer atisbo de incertidumbre, es una muestra de que aún existe en la mentalidad del agente económico la consigna clara de que el que apuesta al dólar gana, aún ante la pérdida social y económica que ello conllevó históricamente (devaluación, inflación, caída del salario real, etc.). Desde la segunda mitad del 2007 más de 20 mil millones de dólares salieron directamente por la compra de billetes en bancos o casas de cambio. Este fenómeno puede ser explicado en términos de la experiencia argentina, que ha convertido al ciudadano común en agente especulador del mercado cambiario que actúa en función de su propio interés particular y grado de previsión (aún a sabiendas de que pueda fomentar con su acción una pérdida neta para la sociedad en vez de una ganancia). En tales circunstancias, debiera profundizarse el control directo sobre la especulación de este tipo, haciendo más costosa la preferencia por la liquidez en moneda extranjera (gravando, de ser necesario, la compra-venta de divisas). De este modo, se volverían más atractivas las opciones de inversión financiera que ofrece el sistema bancario (tales como plazos fijos), sin necesidad de elevar la tasa de interés de referencia del sector privado. Se generaría así mayor ahorro de divisas para sustentar las políticas de demanda efectiva expansiva que el Gobierno propicia, mientras que las inversiones privadas promoverían una nueva etapa de ciclo expansivo.

* Investigador y docente del Grupo Luján, UNLU y UBA

24 jun 2009

Franklin Serrano en Buenos Aires: "El mito del colapso del Poder Americano"




El Grupo Lujan tiene el agrado de invitar a las charlas que ofrecerá el Dr. Franklin Serrano de la Universidad Federal de Rio de Janeiro, en la Sede Capital de la Universidad Nacional de Lujan, UNLU, el 26 y 29 de junio.

Temas de sus recientes trabajos, se abordará la crisis económica de EEUU y la vigencia del patròn dòlar flexible.


Viernes 26 de junio, 19hs,
"Tendencia, ciclo y crisis en la economia norteamericana"

Lunes 29 de junio, 19 hs.
"El patrón dólar flexible no está en crisis"


Sede Capital de la UNLU, Ecuador 853 (entre Viamonte y San Luis)




Franklin Serrano es uno de los principales referentes latinoamericanos de la escuela abierta por Piero Sraffa en 1960. Desarrolló su tesis doctoral en Cambridge University (UK) en 1995 bajo el título de "El supermultiplicador sraffiano". Allí realiza un estudio de la noción (keynesiana-kaleckiana) de demanda efectiva en el largo plazo desde un punto de vista sraffiano. A partir de esta tesis de doctorado, Serrano ha desarrollado un profuso trabajo crítico dentro de la línea del "surplus approach" (o escuela del excedente), que históricamente lleva adelante Pierangelo Garegnani en Uniroma tre en Italia. En el período de gestación de sus tesis principales, Serrano se vinculó académicamente con primeras figuras de la economía crítica a nivel mundial, como G. C. Harcourt, P. Garegnani, Atilio Trezzini, John Eatwell y F. Petri. Defendió su tesis de doctorado ante John Eatwell y tuvo como veedor externo a Heinrich Bortis (University of Fribourg, Suiza), quien es otro referente clásico-postkeynesiano.

Serrano forma parte de una escuela de economistas que, manteniendo su carácter crítico y reafirmando una ruptura radical con las corrientes ortodoxas dominantes, se permite revisar sin titubeos las tradiciones críticas a la luz de los nuevos aportes a la teoría económica realizados fundamentalmente a partir de la publicación en 1960 de Producción de mercancías por medio de mercancías, de Piero Sraffa. De esa revisión surgió su trabajo "Notas sobre una interpretación sraffiana de Marx".

Desde esta concepción teórica, Serrano realiza también aportes variados dentro de las teorías del desarrollo económico, en el intento de vincular la teoría clásica -siempre desde una óptica Sraffiana-, hacia una confluencia coherente con los aportes sustanciales de autores como Michal Kalecki y continuadores de su línea. Los rasgos propios específicos del análisis teórico no le han impedido incursionar con rigurosidad en problemas de economía aplicada y en las concretas discusiones de la política económica a nivel internacional (en especial sobre Estados Unidos) y de su propio país.

Un aspecto importante de este nuevo abordaje del excedente es la caracterización de la tasa de interés como un fenómeno estrictamente monetario y una variable distributiva (y no asignativa) fuertemente influenciada por factores político-institucionales. Este punto de vista, aplicado al contexto histórico y a la posición geopolítica particular de Estados Unidos en las últimas décadas, constituye la base de una línea de investigación principal para Serrano, configurando um núcleo explicativo de la actual posición internacional del dólar y de lo que Serrano llama el “patrón dólar flexible” y con este una de sus principales implicancias: la inexistencia de una restricción de balance de pagos para la economia americana. Esta es la tesis que sostiene la línea argumental de su último trabajo "A economía Americana, o padrâo "dólar-flexível" e a expansão mundial nos anos 2000"  y parte 2 (publicado como libro junto con los investigadores brasileños Fiori y Medeiros) y que desarrollará en breve en sus conferencias en Buenos Aires.

 

23 may 2009

Conferencia sobre la Crisis Financiera Internacional: por Kregel y D´Arista

Conferencia sobre la Crisis Financiera Internacional: por Kregel y D´Arista
El jueves 21 de mayo de 2009, se realizó en la Sede Capital de la Universidad Nacional de Lujan, una Conferencia sobre la Crisis Financiera Internacional, a cargo de los especialistas Jan Kregel y Jane D´Arista . El Grupo Lujan logró gracias a la generosidad de estos investigadores a instancias de un integrante del grupo, Pablo Bortz (quien tradujo las disertaciones) , el que pudiera ser posible este rápido pero muy sustancioso encuentro.

Introducción a cargo de Jan Kregel




"En esta crisis se preveia una caìda importante del valor del dòlar y de los activos en dòlares, y pasò exactamente lo contrario. Con bajas tasas de interes, los inversores se endeudaban a estas tasas e invertìan en securities respaldadas con hipotecas, con mayor retorno. Al caer el valor de las securities, la posicion vendedora era tan grande, que genero una mayor demanda de dolares para afrontar las deudas, haciendo subir su valor y no caer."

"La primera ronda de la crisis afecto al mercado financiero, pero en la segunda afectó al mercado domèstico, con familias endeudadas con hipotecas, haciendo caer el consumo y via las importaciones las compras al resto del mundo, cayendo las exportaciones globales y el precio de las commodities. Una segunda ola de ataque de precios fue por la especulacion sobre las commodities perjudicando no sòlo a los paises desarrollados sino a los mas pobres"

"El FMI sólo recomienda prestarle paquetes de estimulo a los paises que tengan superàvit fiscal, por lo que no recomendaria prestarle a los paises màs pobres. Esto genera problemas de coordinación y de estímulo de dichos paquetes. La primera porque al reducir su gasto interno los países en desarrollo no acceden a los paquetes de estìmulo que sì dinamizan a los desarrollados. Por eso la comision Stiglitz, recomienda financiar paquetes de estímulo a los paìses en desarrollo para que no anulen el efecto positivo de los paquetes en los paìses desarrollados. "

"Se propone reestructuracion de la deuda, para que las politicas contraciclicas no genere un mayor endeudamiento. Las politicas de coordinación plantean condiciones diferentes por simetria o asimetria. Keynes planteaba que el pais acreedor incrementara su actividad y por tanto sus importaciones y al pais deudor reducir su actividad para mejorar su frente externo. En esta crisis no se puede pedir eso, puesto que nadie quiere que EEUU baje su actividad. Hay que en cambio incrementar la demanda global" traducción

" Jan D`Arista: daré pantallazos de las causas de las crisis: caida de bretton Woods y cambio de regulacion financiera en EEUU. En septiembre de 1971 Nicolas Kaldor escribio exactamente lo que pasa en esta crisis: si se imponia la moneda global a una nacional, el pais de la moneda clave tendria que tener grandes deficits comerciales para financiar los flujos de capital hacia si mismo. Hoy vemos como China financia nuestra guerra en Irak."





"Es muy dramàtico: en 7 años desde 1983 a 1990 toda la deuda pública y privada de EEUU se duplico de 5 a 10 mil millones. Hasta los 5 mil millones se tardò 200 años y en 7 se duplicò debido a este sistema financiero."


"En los 90 el endeudamiento siguiò creciendo, tanto el interno como el externo. El 15% del interno fue financiado por flujos externos. A donde va este mayor deficit? a inversores externos para financiar un mayor endeudamiento interno: las familias norteamericanas, sacaban un prestamo que se volvia insustentable, dado que el ingreso disponible no crecio al mismo ritmo que sus deudas. "



"entre 2002 y 2004, la FED mantuvo tasas reales de interes negativas, inundando de dolares los mercados emergentes. Lo que no entendieron los Bancos Centrales es que toda esta politica desregulatoria, terminò afectandolos a ellos. desmantelaron sus herramientas cuantitativas, financieras de liquidez y se quedaron sòlo con la tasa de interès. Y la tasa de interés es una herramienta perversa, puesto que si se la sube aumenta aùn más la liquidez por flujos del exterior, y si se la baja, una salida de capitales. A partir de 2004 en todo el mundo se busco via apalancamiento mayores retornos, es decir con dinero de otros: se toma dinero de un pais con baja tasa de interés, y se la invierte en otro con más alta tasa de interés, pero si la diferencia es pequeña, se debe ampliar mucho la deuda para alcanzar el mismo margen agregado."

"en el 2004 H. Paulson, economista en jefe de Golman Sachs, fue a ver al presidente de la bolsa de valores de EEUU, para pedirle que eleve el limite de 15 dolares de endeudamiento por cada dolar de capital, los de Europa tienen 30 por cada uno..no podemos competir con ellos. El presidente dijo OK, y le dio ese limite. El año pasado Stern se fue a la quiebra con una deuda de 30 a 1"



"La existencia de inversiones totalmente desreguladas en UE y Londres, hizo que en 2008, hubiese una fuga muy importante de dolares (30.000 millones de U$S) para cubrir las cuentas en EEUU"

"se deben tener buenas herramientas cuantitativas en los bancos Centrales para regular estos mercados"


Preguntas y respuestas

21 may 2009

Circus 4: La Continuidad Teorica entre Marx y Sraffa

Presentación de Circus 4
Debate de la Continuidad teórica entre Marx y Sraffa

El Grupo Lujan el 8 de mayo, realizó la presentación del cuarto número de Circus, dedicado al vínculo y continuidad de la obra de Sraffa con Marx. Para ello se contó con la presencia de economistas e investigadores vinculados a la teoria clasica del excedente como Eduardo Crespo, Alejandro Fiorito y Fabian Amico, que argumentan a favor de la continuidad teórica de Sraffa con respecto a Marx y por otro lado Axel Kicillof argumentando en favor de una diferencia radical de la teoria de valor en Marx con lo que denomina la economia "ricardiana".
En el número de Circus 4 se presenta una nota que trata de resumir el problema a cargo de Amico y Fiorito,


Presentación a cargo de Hugo Azcurra y Exposición de Alejandro Fiorito
1-"Sraffa ofrece una revitalización de la economía clasica y representa una implosiòn de la economía neoclásica"




2-Sobre el núcleo analítico del problema de la transformación
"Si el problema analítico no està bien resuelto, dificilmente podrà hacerse alguna valoración normativa, filosófica, o política correcta..."
(Ecuaciones a las que refiere la exposición de A. Fiorito)



Exposición de Axel Kicillof



1-"como yo en Marx leo otras cosas, nunca logrè conectar la critica de Sraffa con mis propias inquietudes"
2-"la teoria de los costos de produccion es una teorìa tautologica"
3-"la teoria de los salarios de subsistencia es a las claras insostenible"
4-"El sraffismo es la fundamentación política del populismo....la idea de que hay una masa de recursos dando vuelta y que se la puede apropiar los trabajadores si ponen garra, o los capitalistas si uno se duerme, es lo que piensa en la Argentina el peronismo cuando habla de cincuenta y cincuenta..."


Exposición de Eduardo Crespo



1-"Sraffa se consideraba Marxista"
2-"lo de donde viene la mercancia y lo de la dialéctica esta bien, pero el problema es resolver los precios normales"
3-"existe una continuidad entre Marx, Dmitriev, Bortkiewicz, V. Charasoff y Sraffa"
4-"el sistema temporal simple no tiene bases textuales y es indefendible" ..."Shaikh es el verdadero neorricardiano"
5-"la defensa de la ley de Say se encuentra en muchos marxistas, contra los kaleckianos: los capitalistas gastarìan lo que ganan"


Exposición de Fabián Amico



1- Final de Crespo. Inicio de Amico
"¿Cómo se puede determinar endógenamente lo que va a ser la participación de los trabajadores en el excedente? ...
no hay manera porque depende de condiciones históricas específicas, lamentablemente para quienes quieren determinar todo dentro de un "sistema economico general marxiano"...esto depende de la lucha de clases".

 
2-"Para muchos marxistas si no hay consistencia algebraica...no importa...todo sigue siendo válido..."





Circus se vende en La Junior, Junin al 745, frente a la facultad de Economicas.
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Revista Circus : ACA

26 abr 2009

No hay yuan que por dólar no venga


Por Alejandro Fiorito *







Con la crisis económica actual se ha instalado el debate sobre la posibilidad de que el dólar pierda su posición de moneda mundial, en la “sencilla” idea de su reemplazo por otra moneda como el euro o el yuan en virtud de supuestas “debilidades económicas” de Estados Unidos. El dólar es desde hace más de tres décadas dinero mundial, no convertible sin respaldo en mercancía metálica alguna. Su vigencia como tal no reside principalmente en un intuitivo “éter económico” que mejor facilite las transacciones mundiales, sino en un conjunto de condiciones referidas al poder del Estado norteamericano ampliamente considerado. Referencias a desarrollo tecnológico, cultural, comercial y militar son datos imposibles de soslayar sin caer en un economicismo redundante en una limitada teoría cuantitativa del dinero. Pero aun considerando sólo aspectos meramente comerciales, Estados Unidos sigue siendo el principal importador del mundo, con un volumen de comercio de aproximadamente el 20 por ciento del total mundial.
Estados Unidos emite sus dólares y, como un “gran estómago” mundial, financia la producción del resto del mundo. China, no siendo una excepción, aprovechó esto como ningún otro país, creciendo a tasas del 10 por ciento y ampliando su mercado interno con políticas expansivas de su gasto público. Su crecimiento acelerado le permitió la acumulación de reservas en dólares vía exportaciones e inversiones externas directas de las multinacionales norteamericanas y administrando un tipo de cambio afín a ese objetivo. Dicha estrategia de crecimiento de China cambiaría mucho si hipotéticamente se viera en la responsabilidad de reconocer al yuan con un status similar al dólar. No parece ser lo que sucede. Aunque todo lo anterior no obsta para que existan “tires y aflojes” entre China y Estados Unidos, donde a la salida de esta crisis probablemente China verá incrementado su poder de negociación con la primera potencia.
Los swaps de monedas corresponden a la misma estrategia de defensa de su inserción comercial, donde China fortalece su posición exportadora, financiando con su moneda las importaciones de origen chino del otro país. El arreglo entre los bancos centrales de la Argentina y China, por 10.000 millones de dólares y otros acuerdos en la región como con Brasil, permitirá aliviar la restricción externa de nuestro país, dando así señal de que no se devaluará de manera abrupta en punto a defender la balanza comercial –que en dos meses cayó un 10 por ciento respecto de 2008– como piden los industriales. Cabe recordar que históricamente las devaluaciones vinieron de la mano de gobiernos conservadores y militares y no en gobiernos populares. Sin embargo, el anticipo de las elecciones abre interrogantes y diversas posibilidades no excluyentes sobre el curso futuro de la economía.
1) Si se sigue el actual camino de facto del Banco Central “goteando” el tipo de cambio, que no convence ni a “tirios ni a troyanos” puesto que no logra reconstituir un tipo de cambio competitivo, sino que acentúa la tendencia especulativa contra el peso y sin modificar el tipo de cambio real, si el dólar llega a 4 pesos a fin de año junto con una inflación del 15 por ciento, no habría cambio real. Por esta vía el Banco Central parece desandar parcialmente la vía de “ahorrar” dólares con swaps, no cuidando las divisas en medio de una depresión.
2) Si se acuerda con el Fondo Monetario Internacional, no está claro que los 2500 millones de dólares por los DEG que nos corresponden vengan sin condicionamientos neoclásicos recesivos e inviables, con ajustes que amplían saldos en dólares para pagar la deuda y que terminan “matando al paciente” que los recibe.
3) Si, en cambio, se devaluara, es muy probable que también se dé un resultado contractivo, puesto que las devaluaciones en la Argentina deprimen el consumo y con éste, las inversiones. Para evitarlo se debería compensar la pérdida de los sectores que tienen ingresos en pesos, lo que implica subas y no bajas de los derechos de exportación a la renta del agro, a contramano de lo que se hizo en los últimos meses.
El modelo iniciado en el 2003 fue “deslizándose” hacia otro distinto en el que, con tipo de cambio “retrasado” (¡y nadie sabe cuánto!) junto a la “obsesión del superávit fiscal”, la producción interna y el empleo sólo pueden mermar: en dos meses de 2009, cayeron un 38 por ciento las importaciones. La restricción externa fue y es un límite histórico específico a nuestro crecimiento, pero no quita que la restricción por falta de demanda “keynesiana” se vuelva igual o más importante en esta coyuntura.
Si se mira afuera, el comercio mundial cayó en nueve meses más que en la crisis del ‘29. Es necesaria entonces una política que oriente el gasto expansivamente hacia la sustitución de importaciones, subvención de exportaciones y control de capitales para minimizar los efectos de la depresión económica mundial. Por acá los escollos siguen siendo políticos y muchos “bailan en la cubierta”.
* Grupo Luján – UNLU - UBA.

Original: Pagina 12

17 mar 2009

La política agropecuaria y la estructura productiva



por Fabián Amico


La eterna discusión entre el gobierno y la Mesa de Enlace puso en evidencia las orientaciones económicas que emergen de la discusión sobre la política agropecuaria. Pese a algunas concesiones obtenidas inicialmente por el sector (en el tema ganadero, lácteo la suba del precio de referencia del trigo destinado al mercado interno), la Mesa de Enlace volvió a pedir una vez más la rebaja de las retenciones a la soja. El Gobierno se negó a hacerlo argumentando que no quiere afectar la recaudación en medio de la crisis internacional. Los representantes del agro aseguraban que hay otras alternativas de recaudación.
En el trasfondo de esta discusión hay un bloque de fuerzas políticas y sociales propugnando un retorno al modelo agroexportador, ahora basado en la soja, un modelo de país que ya ha demostrado, durante más de treinta años, su más completo fracaso. Los representantes más duros de este bloque se reunieron recientemente en torno del megaevento de negocios Expoagro, donde adoptaron la soja como bandera. Cada intervención y cada discurso pareció tener como objetivo competir con los demás para ver quién está más a la derecha y quién sustenta las posiciones más radicalmente conservadoras, en una dinámica realmente bizarra. Sin los tapujos de algún pasado retóricamente progresista, Carrió se radicalizó una vez más. “El único camino de salida de la crisis que tiene la Argentina es el campo y la agroindustria”, dijo, y agregó que convocará a sesiones especiales del Congreso para forzar la discusión de las retenciones a la soja. Como frutilla de la torta agregó que “hay que bajar los costos laborales para sostener el empleo”.
Un menú completo de ortodoxia.

Sin embargo, la necedad de los adversarios no puede convertirse así nomás en una virtud propia. Preso de una larga confusión, el gobierno coloca la discusión con los empresarios agropecuarios en un terreno ambiguo, como si el problema fuera la recaudación fiscal o solamente un problema de justicia distributiva, con todo lo importante que esto pueda ser. Se descuida la atención sobre un problema aún más importante, como es su efecto sobre la estructura productiva del país.
Marcelo Diamand decía que en Argentina los productos agropecuarios son relativamente más baratos que los industriales por dos razones. Una: la extraordinaria dotación de recursos naturales del país; otra: el retraso del desarrollo industrial interno, debido a las crisis y las políticas de ajuste de las últimas décadas. Así, si se fija un tipo de cambio bajo (un peso “caro”), acorde con la productividad “natural” del agro, los precios agropecuarios son competitivos a nivel internacional pero los precios industriales no. Esta asimetría entre precios relativos internos y los internacionales supone que para otorgarle competitividad a la producción nacional de exportables, especialmente de bienes industriales, tiene que haber tipos de cambio diferenciales para los diversos productos. Este es el único modo genuino en que la industria pueda contribuir con exportaciones a obtener las divisas que insume su propio desarrollo.
Un ejemplo: si para la rentabilidad de la soja alcanza una paridad de 2 pesos por dólar, para hacer viables las exportaciones de textiles o maquinarias es necesario un dólar a 4 pesos. Si el tipo de cambio se fija en el nivel de la soja (como en la convertibilidad), no hay necesidad de retenciones ni hay inflación, pero desaparece más de la mitad de la producción y el empleo industrial. Si el dólar se fija en el nivel “industrial”, más alto, se genera una renta extraordinaria para la soja, que aumenta el precio de la tierra y del conjunto de los alimentos, y profundiza los desequilibrios estructurales del país.

No hay muchas opciones: se deben “administrar” las señales de precios del mercado internacional, para “traducirlas” en función de una estructura productiva interna que haga factible el desarrollo económico y social. Si los precios relativos internacionales se traducen al mercado interno sin interferencia (como las retenciones u otras intervenciones posibles del Estado), el campo pasaría a ser un mero apéndice del mercado mundial, como en los viejos tiempos del modelo agroexportador, y el país se desindustrializaría sin pausa. Pese a lo que se repite sin fundamento en los medios respecto de la incidencia del sector agropecuario, el conjunto del agro y del sistema agroalimentario generan menos del 20% del empleo, con lo que el resto de la población del país sobraría.[1] Pero ni siquiera eso es seguro, porque las oscilaciones de los precios internacionales de productos primarios son muy bruscas: ¿qué modelo agroexportador resultaría en un mundo como el actual con caída de los precios de la soja y otros commodities?.
En verdad, en Argentina la discusión sobre la apropiación de la renta que generan los productos agropecuarios, fue una discusión que apunta a adjudicar un carácter de bienes públicos a los productos del sector, dado su rol estratégico en la provisión de divisas y en el alivio de la restricción externa. Por otro lado, la fijación de tipos de cambios diferenciales podría traducirse en salarios en dólares relativamente más bajos (que en el fondo es un reflejo de la productividad media de la economía). Pero el hecho de que el salario real pueda ser relativamente bajo en dólares no implica que no pueda ser más alto en pesos, o sea en poder adquisitivo interno. Ello depende de la relación entre tipo de cambio y salario real, y del grado de disociación que la política económica pueda establecer en cada momento entre precios internos e internacionales de los bienes-salario que exporta el país. Por caso, en la convertibilidad había salarios altos en dólares, junto con desindustrialización, alto desempleo y una paulatina caída de salario real en pesos.
Estos temas fundamentales siguen ausentes de la agenda pública en general y en particular en las actuales discusiones sobre la política agropecuaria. Si esta situación persistiera, retornaría al centro de la escena la “maldición de los recursos naturales”, a saber: los países que sustentan su desarrollo en sus recursos naturales abundantes (petróleo, cobre, tierras fértiles, etcétera), nunca llegan a superar el subdesarrollo. En ausencia de este debate fundamental, la estrategia de la Mesa de Enlace de “ir corriendo el arco” a medida que obtiene concesiones, terminará por consumar la anhelada eliminación de las retenciones, incluidas las que rigen sobre la soja. No sería extraño entonces que el país ingrese, con renovados bríos, en una nueva ronda del modelo soja & shopping, como en los años noventa, cuando Argentina hizo todo lo que Carrió, Solá, Macri y la Mesa de Enlace hoy pregonan con fanatismo. Y así nos fue.

[1] Unos de los pocos que intentaron “demostrar” con datos esa alta incidencia del agro fueron Llach, Harriague y O’Connor (“La generación de empleo en las cadenas agroindustriales”, documento de la Fundación Producir conservando, Buenos Aires, 2004). La réplica de Javier Rodríguez fue lapidaria (véase: “Los complejos agroalimentarios y el empleo: una controversia teórica y empírica”, Cenda, Doc.de Trabajo, Nro.3, setiembre de 2005). Tras su análisis Rodríguez concluyó que: “Todo el sistema agroalimentario ampliado, incluyendo la producción, comercialización y transporte de todos los alimentos (incorporada la pesca), y de toda la producción primaria incluyendo el algodón, la lana, la madera, etc.; acapara el 18,1% de los puestos de trabajo existentes en 1997”.

5 mar 2009

La obsesion por el déficit fiscal



¿Somos todos keynesianos?







Por Fabian Amico *

¿Somos todos keynesianos? ¿Vuelve Keynes? Parece evidente en estos tiempos de crisis doméstica e internacional. Cuando en 1971 Nixon dijo: “Ahora somos todos keynesianos”, la frase tenía un cierto sentido. Hoy es dudosa y ambigua. Stiglitz repitió hace poco que “ahora somos todos keynesianos, incluso la derecha en Estados Unidos se sumó al bando keynesiano con un entusiasmo desenfrenado”. Pero el propio Stiglitz sucumbe a la tradición keynesiana “bastarda” cuando se preocupa por el déficit fiscal. Propone: “Bajarles los impuestos a los pobres y aumentar los beneficios de desempleo, al mismo tiempo que se aumentan los impuestos a los ricos puede estimular la economía, reducir el déficit y disminuir la desigualdad”. Siempre la preocupación por el déficit. ¿Será keynesiana tal preocupación?
Esto forma parte de una tendencia más reciente, donde Keynes y Friedman ya no se oponen sino que “interactúan”: el Estado interviene en el plano fiscal (Keynes dixit) y la política monetaria se encuentra en manos “independientes” (Friedman dixit). Por caso, Nixon tenía a Friedman como asesor, y el mismo Milton llegó a decir: “Ahora somos todos keynesianos”, aunque más tarde aclaró: “En un sentido, ahora somos todos keynesianos; en otro, ya nadie es keynesiano”. Digamos: keynesianos retóricos, aunque no keynesianos sustanciales.
Entonces, ¿”somos todos keynesianos”? Para ver nota completa clickear aca


1 mar 2009

Crítica a la ortodoxia


La teoría económica dominante es impotente como paradigma explicativo de la realidad del capitalismo actual. La revista científica Nature postuló la necesidad de una “revolución científica” en la economía.



Por El Grupo Lujan

La revista Nature destacó la incapacidad de los economistas en “prever y evitar las crisis”.
La crisis sistémica mundial dio lugar para que se cuestionara el saber económico, por décadas incuestionado, al punto de tener durante los ‘90 y redivivos aún gurúes neoclásicos de distinta orientación, pero coincidiendo en un núcleo neoclásico devenido políticamente en “neoliberal”. Recientemente, la revista científica Nature Nº 455 (octubre/2008) postuló la necesidad de una “revolución científica” en la economía, reconociendo la incapacidad de los economistas en “prever y evitar las crisis”, en haber asumido al mercado como ídolo, y acusándolos de hacer propaganda en vez de ciencia.
La importancia de la crítica teórica en la economía suele ser ignorada en el plano de la aplicación política, ya no por economistas ortodoxos sino por la mayoría de los considerados heterodoxos. Lo que es permitido cuestionarse –limitadamente– en la academia, es olímpicamente ignorado a la hora de tomar medidas de política económica.
Un punteo de temas muy cuestionados en la teoría económica actual y que son ignorados: ¿qué posibilidades hay de que la economía deje de mostrar un supuesto pensamiento de “expectativas racionales” siempre frustradas por la realidad? Veremos rápidamente que, durante el siglo XX, distintos problemas (puzzles) para la teoría ortodoxa fueron respondidos por economistas heterodoxos, que fueron olvidados o desplazados de los manuales (de)formadores de economistas.
Para analizarlo, partiremos de un economista de perfil bajo, Piero Sraffa (1898-1983)

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El Poder del dolar






Por Alejandro Fiorito *
La ortodoxia, además de mantener causalidades desde la oferta para explicar el crecimiento real de la economía, manifiesta respecto del dinero una creencia que no es pertinente con la realidad: la de que cada pieza de papel o moneda fundamenta su valor en una mercancía (oro, etc.) sin diferencias con la teoría metalista elaborada por Hume en el siglo XVIII.
El dinero representa en realidad el poder del Estado y no tiene un vínculo necesario con una mercancía para obtener su valor de cambio. Históricamente los Estados eligieron el medio con que cobrar sus impuestos. Los bancos se plegaron a este poder desde los inicios del capitalismo conformando la existencia del dinero como una deuda: los créditos generan los depósitos. La población ciudadana en cada nación tuvo ventajas y no opciones para aceptarlo y naturalizarlo luego.
Esta causalidad es en general anulada del análisis tradicional, que basada en dinero-mercancía, justifica los ajustes ortodoxos en los países normales y adquiere ribetes de total incomprensión ante el caso singular de Estados Unidos con su dinero singular, mundial: el dólar inconvertible aceptado por el resto del mundo. En efecto, desde 1971, Estados Unidos declara que no convertirá cada dólar en algún valor con respaldo en oro.
Con la reciente crisis, se ha dicho de todo, y en general sin dejar de ver a Estados Unidos como un país más. El plan de apoyo fiscal de Obama vuelve a resucitar el tema sin ver las asimetrías que permiten a Estados Unidos sostener un patrón dólar flexible por más tiempo que el patrón dólar-oro de Bretton Woods. Rápidamente se repiten ecuménicamente esquemas de pensamiento ortodoxo: a causa de la merma de valor del dólar los gobiernos y los privados en el mundo comenzarán a vender sus activos en dólares, generando suba de tasa de interés e inflación en Estados Unidos y una fuga hacia otra moneda mundial.
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* Investigador y docente del Grupo Luján, UNLU y UBA.