Joaquín
Sostoa y Rubén Alderete profundizan en el fenómeno inflacionario. En
esta primera entrega, analizan las causas de la inflación desde el
llamado «Nuevo Consenso Macroeconómico», que resume las posiciones de
las escuelas más ortodoxas, mayoritaria entre los economistas
paraguayos.
Por: Joaquín Sostoa y Rubén Alderete, miembros de @elexcedente
Para muchos economistas locales todo es susceptible de ser
inflacionario. Hoy día, el fenómeno inflacionario se ha convertido en el
gran cuco que sueltan muchos analistas para justificar distintas
medidas de política económica, principalmente ajustes fiscales o la
venta de activos públicos. Podemos ejemplificar esto de la siguiente
manera. En algunas entrevistas de meses anteriores (Ver Aquí y Aquí)
el economista y ex Ministro de Hacienda Manuel Ferreira había afirmado
que financiar el déficit público con emisión monetaria podría ser
inflacionario, por lo que dio a entender que la única opción
económicamente viable era la deuda externa. En una opinión reciente ,
difundida en un editorial del diario ABC, éste da a entender que,
debido al crecimiento de la deuda, si el gobierno no realiza un ajuste
fiscal la consecuencia inexorable será el aumento inflacionario.
Aunque una gran cantidad de economistas pueda caer en contradicciones
al señalar en diferentes ocasiones que la causa de la inflación “es la
emisión”, “la deuda” o “el déficit fiscal”, lo cierto es que el único
mecanismo de transmisión consistente con la propia teoría del grueso de
los economistas es el exceso de demanda agregada, más allá de si éste
haya sido generado vía emisión, deuda externa o solo el aumento del
gasto público como proporción del PIB, sin ningún tipo de “desequilibrio
fiscal”. Es por dicho mecanismo de transmisión que cualquier posible
aumento de la demanda en general, casi sin importar el contexto u otras
variables, suele ser utilizado como argumento para justificar distintas
medidas de política económica.
En este artículo veremos cómo la teoría neoclásica o marginalista,
adoptada por la mayoría de los economistas locales puede explicar la
inflación. También, mostraremos algunas condiciones o supuestos
sumamente restringidos que deben cumplirse para aceptar sus
explicaciones como válidas. Finalmente, brindaremos una breve
explicación alternativa del fenómeno inflacionario, teniendo en cuenta
las críticas y las complicaciones de la teoría neoclásica.
La inflación y las explicaciones ortodoxas
Aunque los economistas caigan en una especie de multicausalidad y
sobredeterminación de un fenómeno, haremos el esfuerzo en aclarar cómo
desde la teoría neoclásica o corriente principal (seguida por la mayoría
de los economistas locales) se logra explicar la inflación. Para
empezar, una teoría debe establecer mecanismos de transmisión. Cómo es
que una variable (o varias) puede impactar en el comportamiento de las
decisiones de fijación de precios de manera general de las empresas de
una economía. El único mecanismo completamente consistente con la teoría
neoclásica es el exceso de demanda agregada sobre la oferta agregada.
La corriente principal posee diversas ramificaciones, la tradición
explicativa contemporánea de la inflación se remonta a lo que conocemos
como “monetarismo”. El monetarismo, cuyo mayor exponente es Milton
Friedman, surgió en reacción al neokeynesianismo (síntesis
neoclásica-keynesiana) tras segunda Guerra Mundial. La síntesis
neokeynesiana gozó de gran influencia política y popularidad hasta
mediados de la década de 1970.
Esta escuela promulgaba el manejo de la demanda agregada
principalmente a través de herramientas fiscales, con el objetivo de
mantener el pleno empleo de la capacidad productiva y la fuerza de
trabajo, al menos en teoría a corto plazo. Dichas conclusiones tuvieron
cabida debido al principio de demanda efectiva, que planteaba, entre
otras cosas, que no existía ninguna tendencia natural del sistema hacia
el pleno empleo, es decir, no porque dejemos a las fuerzas del mercado
actuar libremente éstas ajustarán los factores vía el sistema de precios
hasta que todos estén empleados. El problema del empleo se vuelve un
problema de insuficiencia de demanda efectiva, no de imperfecciones en
el mercado de trabajo. En suma, existía el consenso de que el Estado
poseía la capacidad para aumentar la producción y, por consiguiente, el
empleo de la economía. El aumento del gasto podría generar “efectos
reales” en la economía.
Intentando debatir con estas ideas, Milton Friedman trató de
neutralizar teóricamente dicho “efecto real”, utilizando para tal fin
modelos “pre-keynesianos”. Estas concepciones retomaban en la teoría
neoclásica inicial de finales del siglo XIX, donde la oferta vuelve a
cumplir el papel preponderante, y el sistema solo debe ser dejado a su
libre albedrío para generar el máximo empleo posible. Dentro de este
marco teórico, la única causa del desempleo solo se encuentra en la
presencia de “rigideces” u obstáculos en el sistema de precios, como
impuestos, regulaciones o legislación laboral, como así también la
presencia de sindicatos. Para el monetarismo, entonces, eliminando este
tipo de “imperfecciones artificiales” lograríamos vivir en el mejor de
los mundos posibles.
También, el pensamiento de Friedman poseía una gran influencia de
Knut Wicksell (economista sueco neoclásico de finales del siglo XIX).
Wicksell postulaba la existencia de una “tasa natural de interés”, es
decir, una tasa de interés que equilibraba la oferta y la demanda de
ahorro o capitales, y que era consistente con el pleno empleo de la
economía. Si el Banco Central estipulaba una tasa de interés efectiva
por debajo de esta tasa de interés natural, el gasto aumentaría debido a
que un precio más bajo del capital generaría un exceso de “préstamos”
(por ejemplificarlo de alguna manera) en relación al ahorro acumulado en
la economía. Como para los neoclásicos la economía se encuentra
normalmente en pleno empleo, el exceso de créditos aumentaría la demanda
agregada, pero esta última solo aumentaría los precios debido a que, en
una situación de capacidad completamente utilizada, es imposible
aumentar la producción. Por lo tanto, en pleno empleo la respuesta a un
aumento de la demanda global es más inflación, no más crecimiento.
El lector atento se percatará que en todas estas teorías neoclásicas
existe la tendencia natural al pleno empleo. Friedman, entre otros,
realiza una pequeña variante y teoriza lo que podemos llamar “el gemelo
malvado” de la tasa natural de interés, es decir, la “tasa natural de
desempleo” (Tasa de desempleo no aceleradora de la inflación o NAIRU por
sus siglas en inglés). Utilizando la misma lógica, en este modelo
existe una tasa de desempleo natural en el sistema hacia la cual la
economía tiende por sí sola. Dichos desempleados naturales no son más
que “desempleados voluntarios”. Cualquier nivel de desempleo menor a la
tasa de desempleo natural solo aumentaría la inflación. Por lo tanto,
debe existir un nivel de gasto consistente con dicha tasa natural.
Dicho esto, podemos entender a qué se debe la creencia de que todo
aumento del gasto o de la “oferta monetaria” genere un aumento
generalizado en el nivel de precios. Si tomamos la versión estándar y
popular de la teoría cuantitativa del dinero de Friedman en la que solo
las variaciones en la masa monetaria (M) modifican la variación del
nivel de precios (P) es decir, la inflación (La identidad contable de
la teoría cuantitativa puede describirse como: Masa Monetaria (M) x
Velocidad del dinero (V) = Nivel de Precios (P) x Producción(Y)),
podemos dar cuenta de que un aumento en M (masa monetaria) siempre
aumentará P (nivel de precios), porque suponemos que Y (la producción)
siempre es de pleno empleo y V (la velocidad del dinero) es una
constante. Por lo tanto, en la identidad contable encontrada entre
paréntesis la inflación solo se modificará ante cambios en la masa
monetaria, debido a que la producción es de pleno empleo y la velocidad
del dinero es constante.
De todas formas, siendo justos con Friedman, éste no postulaba que en
todo momento un aumento del gasto (o de la masa monetaria) podría solo
generar inflación. De acuerdo con este economista, existía un “corto
plazo” en el que el aumento del gasto podría también aumentar el nivel
de empleo. Si, por ejemplo, nos encontramos en una situación en la que
el nivel de desempleo es igual a la tasa natural y el gobierno efectúa
una política fiscal expansiva para aumentar el empleo, la tasa de
desempleo bajaría por debajo de la tasa natural, pero los precios
también subirían después de un tiempo, por lo que los nuevos
trabajadores empleados se darían cuenta que perdieron poder adquisitivo y
dejarían de nuevo sus empleos. Sufrieron una “ilusión monetaria”. Por
lo tanto, el desempleo volvería a su nivel natural, pero a diferencia
del escenario inicial, nos quedaríamos con un mayor nivel de inflación.
En suma, cualquier intervención del Estado para aumentar el empleo,
terminaría en lapso de tiempo en un inútil intento cuya consecuencia
sería el aumento de la inflación.
Solo fueron los teóricos, también neoclásicos, de las expectativas
racionales (como Robert Lucas, también llamados Nueva Macroeconomía
Clásica o Nuevos Clásicos) los que llevaron al extremo las ideas de
Friedman y eliminaron ese corto plazo donde la política fiscal podría
tener también algún efecto en el empleo. Para esta corriente del
marginalismo, cualquier intento del Estado por reducir el desempleo
terminaría inexorablemente en un aumento de la inflación, sin ningún
corto plazo donde el desempleo disminuya ni por una “ilusión monetaria”.
Bajo este engranaje teórico, no hay nada que podamos hacer más que
dejar actuar a la oferta y la demanda en el mercado de trabajo
libremente. Esto también incluye eliminar las restricciones que molesten
a su libre funcionamiento. El remedio se vuelve peor que la enfermedad.
Los Nuevos Keynesianos (como Krugman o Stiglitz) no se quedaron de
brazos cruzados y debatieron contra esta vertiente “ultra ortodoxa” de
la economía neoclásica. Pero, al fin y al cabo, no supusieron una
ruptura con esta corriente y terminaron aceptando varios de sus
planteamientos, como la tasa natural de interés o de desempleo.
Siguiendo a Matías Vernengo, la
diferencia es que algunos hacen hincapié en los principios neoclásicos a
largo plazo (Nuevos Clásicos) y otros en la rigidez (o como vimos,
restricciones) a corto plazo (Neokeynesianos). En otras palabras, para
ambas escuelas el sistema teórico neoclásico es válido (la tendencia al
pleno empleo) solo que los neokeynesianos intentan teorizar fallas de
mercado o imperfecciones en el sistema neoclásico, que, en última
instancia, justifican intervenciones públicas para corregir dichas
fallas en el corto plazo.
Ambas vertientes dentro de la corriente principal terminaron
sintetizándose en lo que conocemos como Nuevo Consenso Macroeconómico
(NCM), del cual uno de sus máximos exponentes es el francés Olivier
Blanchard. La gran propuesta de “metas de Inflación” fruto de este
consenso nos es de ayuda para entender cómo actualmente los economistas
ortodoxos ven el fenómeno inflacionario. Sin ánimos de ir más lejos de
lo ya expuesto, la idea básica detrás de las metas de inflación se
encuentra en un modelo que ya vimos: la tasa de interés natural de
Wicksell. Pero así también fue reformulada con la teoría de la tasa
natural de desempleo.
Un Banco Central (BC) debe ser “independiente” (blindado de presiones
políticas), para colocar la tasa de interés efectiva en el nivel de la
tasa natural de interés. Este posicionamiento de la tasa de interés
generaría el nivel de gasto correspondiente con la tasa de desempleo
natural, tasa que no acelera la inflación (NAIRU). A diferencia de la
teoría de Friedman, en este modelo la variable a controlar por el BC es
la tasa de interés y no la masa monetaria. La cantidad de dinero en la
economía se ajusta a dicha tasa de interés. El monetarismo abandonó los
controles de masa monetaria porque es imposible controlar dicha variable
de manera directa. Como afirmó Gerald Bouey, expresidente del Banco
Central de Canadá: “Nosotros no abandonamos a las metas monetarias:
ellas nos abandonaron a nosotros”.
Por lo tanto, la inflación vuelve a ser explicada por el lado de la demanda, en situaciones de tendencia hacia un pleno empleo
(o variaciones de este). También la teoría carga con otros supuestos
importantes, entre los cuales nos parece categórico citar los
siguientes. El primero: que los shocks de costos (aumentos o disminuciones bruscas en los costos de las empresas) son aleatorios,
causados, por ejemplo, por cosechas agrícolas abundantes o
excepcionalmente bajas. Por lo tanto, cualquier shock de oferta
(salarios, tarifas, tipo de cambio) tiene media cero, lo que significa
que en largos periodos los efectos positivos y negativos se cancelan. En
caso de un shock de oferta, lo más probable es el BC decida no actuar
por considerarlo temporal.
Otro supuesto relevante de este último modelo es la inercia plena o completa.
Esto quiere decir que la inflación pasada se incorpora totalmente a los
precios actuales. La independencia del producto potencial o no existencia de histéresis
en el producto también juega un rol fundamental en dicho modelo, pues
si el producto potencial (el nivel de producción de una economía que
utiliza toda su capacidad instalada, cosa que no es observable) no se
mueve o no crece cuando crece el producto efectivo de la economía (el
nivel del producto que podemos observar y nos permite medir el
crecimiento económico), la existencia del pleno empleo es mucho más
factible. En cambio, si suponemos la existencia de histéresis, y el
producto potencial crece cuando crece también el producto efectivo
entonces el pleno empleo difícilmente se logre, a causa de que “la
brecha del producto” siempre será “holgada”. Como veremos, estos
supuestos ad-hoc carecen de fundamentos teóricos y empíricos sólidos.
¿Existe realmente una tendencia hacia el pleno empleo?
Para asumir como válido el supuesto de pleno empleo, uno debería
poder demostrar su validez teórica. Para esto, el marginalismo utiliza
el principio de sustitución de los factores productivos (tierra, trabajo
y capital). Este principio postula que si los precios relativos de los
factores de producción son flexibles (se modifican de acuerdo a excesos
de oferta o demanda), y existe un efecto de sustitución entre los mismos
(es decir, aumenta la demanda relativa por el factor más barato ante un
cambio de los precios relativos), una economía de mercado competitiva
tenderá al pleno empleo de sus factores productivos.
Este pleno empleo de los factores de producción se llevará a cabo
mediante la interacción de dos procesos: en el primero de ellos, la
sustitución de capital por mano de obra (o tierra) podría permitir la
utilización de cualquier cantidad de trabajo (o tierra) dada una
cantidad inicial de capital, siempre que el precio de ese factor, en
este caso, el salario real (o la renta de la tierra) haya caído lo
suficiente. De esta manera, el uso adicional de trabajo (o tierra)
tendría el efecto de incrementar el nivel de producto potencial.
Este proceso implica que no existe desempleo estructural o
tecnológico. No se considera, por lo tanto, que el pleno empleo de la
dotación de capital dada no pueda emplear completamente al factor
trabajo. La permanencia del desempleo cuando la economía opera a plena
capacidad se debería, en este caso, a que el salario real no ha caído lo
suficiente.
En el segundo proceso, la sustitución de trabajo (o tierra) por
capital permitiría que cualquier incremento en el producto potencial que
no sea destinado al consumo pudiera ser utilizado para satisfacer una
mayor demanda de inversión, siempre que la flexibilidad de la tasa de
interés permita que esta caiga a niveles en que los métodos de
producción que requieran de mayor capital se vuelvan rentables.
Dicho proceso implica que los recursos productivos (trabajo y
capital) no pueden estar subutilizados debido a una falta de demanda
monetaria final para los bienes producidos con esos factores. Es decir,
todo aquello que se produce se venderá de manera rentable.
Original
Enlaces a los textos mencionados en el artículo:
https://www.abc.com.py/nacionales/2020/05/08/exministro-senala-que-si-se-recortan-
gastos-extraordinarios-el-pais-podra-endeudarse-mas-para-la-recuperacion-de-la-
crisis/
https://www.ultimahora.com/reactivacion-ex-ministros-piden-prudencia-deuda-
n2884101.html
https://www.abc.com.py/edicion-impresa/editorial/2020/08/24/a-no-esperar-la-
inflacion-para-las-medidas-drasticas/
http://grupolujan-circus.blogspot.com/2011/09/lucas-en-contexto-keynes-fuera-de.html