Páginas Sraffianas

12 jun 2016

Interferencia política



 Por Claudio Scaletta

En este espacio ya es un tópico destacar que las relaciones causa-efecto de la economía existen y, como se trata de una ciencia, son predecibles. Lo menos científico, pero igualmente predecible, son las reacciones de los economistas del régimen; ese grupo heterogéneo de consultores riquísimos, parlanchines mediáticos y profesores de universidades de elite. Tras las primeras medidas del nuevo gobierno cualquier observador que contara, no con la bola de cristal o grandes talentos, sino con apenas un poco de buena teoría, estaba en condiciones de predecir que se desataría un proceso recesivo e inflacionario. Paso seguido y como sucede siempre, las recesiones impactan sobre el déficit fiscal por caída de la recaudación, dinámica que abre la posibilidad del círculo vicioso contractivo. Es una secuencia simple en la que se puede diferir en cuanto a las magnitudes, pero no en las transformaciones cualitativas.

El segundo punto predecible era que los voceros del mainstream ortodoxo, frente a los resultados de deterioro evidente sobre el nivel de vida de las mayorías, cargarían las culpas sobre “la interferencia de la política”. El proceder es conocido: en el mundo puro de los ajustes ortodoxos la reacción social es apenas una impureza. Quienes deben afrontar esta impureza son “los políticos”, tarea que normalmente afecta otra pureza, la del modelo de ajuste vía no ir a fondo con la reducción del gasto y la contracción monetaria. El problema también es simple: el límite del ajuste está dado por su sustentabilidad política, por el escollo de volver a ganar elecciones.

El pasado miércoles, en una conferencia realizada en la Universidad Di Tella con el sugestivo título de “La consistencia del plan económico de Cambiemos” las citadas predicciones de interferencia fueron llevadas a un máximo. Dado que se trata de la letra que se escuchará asiduamente en los próximos meses, vale la pena un breve repaso. Quien tenga tiempo puede ver la conferencia completa aquí: 



 una buena manera de acceder a la visión que el régimen tiene de sí mismo.

Los expositores fueron Miguel Ángel Broda, Javier González Fraga y José María Fanelli. Todos coincidieron en el diagnóstico de la pesada herencia, esa crisis en la que los argentinos vivían sin saberlo, bajo el rótulo constante y amenazante de “populismo”. Haberse librado del populismo ya sería un logro mayúsculo, pero la gran preocupación reside en la posibilidad de su regreso, en una corta primavera neoliberal, lo que lleva a la necesidad de abordar las inconsistencias macroeconómicas del nuevo gobierno, tarea de la que en la conferencia sólo se ocupó Broda, mientras que González Fraga optó por una encendida arenga política y Fanelli por el comentario general.

Yendo de lo menos a lo más interesante, González Fraga enfatizó en que, contra todas las apariencias, el hijo de Franco Macri “recontra” tiene un plan. “No lo subestimen”, reclamo, su objetivo ahora es ganar sí o sí en 2017, la clave de su continuidad. Para el ex presidente del Banco Central de Carlos Menem, la sumatoria de éxitos del primer semestre, como la devaluación del 40 por ciento que no fue del 150 o el pago sin mayor discusión a los buitres que inició la vuelta al mundo, junto a los “sinceramientos” tarifarios que tanto le cuesta asumir aun a los votantes de Cambiemos, fueron, a pesar de lo exitoso, la voluntad programada de acumular todas las malas noticias al comienzo de la administración. En esta línea consideró un error no haber transparentado la “pesada herencia” desde el minuto cero, pero dejó claro que él no era el político y quizá Macri sabía mejor que hacer. Lamentó también que todo ocurra en un contexto internacional desfavorable, especialmente por la contracción brasileña, lo que sumado a la “pérdida de competitividad cambiaria” lo hizo descartar una salida exportadora, un reconocimiento notable. A partir de ahora, explicó, todo el énfasis estará en contener a 15 millones de pobres, que situó 11 millones en el conurbano bonaerense y 4 millones en el Norte. La contención, dijo, no será posible vía mayores ingresos, para ello no hay tiempo, sinceró, sino con mejoras en las obras de infraestructura, las que de paso reactivarán la economía. Cuesta entender que modelo de crecimiento tiene en mente González Fraga, pero según él existen 50 mil millones de dólares de inversión esperando por entrar al país. Como dato de color llamó marxista y perverso al ex ministro Axel Kicillof.

Quien realmente habló de macroeconomía fue Broda. Si se limpia su presentación de todos los juicios de valor para concentrarse en los números se comprende la desazón que causó en parte del auditorio. Mostró que 2016 cerrará con una tremenda caída del PIB, cuya tasa anualizada ya alcanzó en el segundo trimestre 6 puntos, pero que quizá se morigeraría hasta un 2, y que si bien la inflación estaría en baja tras el shock tarifario, se encuentra en torno al 40 por ciento anual. En ambos casos, señaló, fue porque el gobierno subestimó los efectos de sus propias medidas. Pero la verdadera angustia vino por otro lado. No por las reiteradas descoordinaciones de los equipos de gobierno al no existir “un Cavallo o un Lavagna” que unifiquen acciones, sino porque la necesidad política de ganar elecciones llevó a expandir el gasto y a no tener una política monetaria lo suficientemente contractiva. Todo en un contexto en que la recesión provocada hizo caer ingresos, es decir: disparar el déficit. Lo más notable fueron las cuentas sobre los gastos que vienen, la devolución a las provincias del 15 por ciento de coparticipación sumará unos 60.000 millones, mientras que los efectos de la nueva ley ómnibus que, con modificaciones, ya obtuvo dictamen favorable en el Congreso, costará 13.200 millones (0,2 del PIB) este año y 83.400 (1,2 del PIB) el que viene, lo que llevará los gastos de la seguridad social al 12 por ciento del PIB, “igual que Francia”, dando lugar a “un problema de sostenibilidad fiscal de magnitud” que no podrá ser compensado por el blanqueo ni por la venta de las acciones del Fondo de Garantías de Sustentabilidad de la Anses. El déficit fiscal proyectado por Broda fue de 7 puntos del Producto (“igual que Brasil si se suman 3 puntos más del cuasifiscal”). Finalmente, destacando sólo lo más importante, el nuevo modelo, incluso cuando se retome el crecimiento, allá lejos por 2017-2019, tendrá problemas para generar empleo.

Por todo esto Broda reconoció que aconseja a sus clientes internacionales invertir en Argentina, pero advirtiéndoles que “no se enamoren”. ¿Será porque el cuco populista esta a la vuelta de la esquina? No quedó claro, pero sí sus esperanzas en que el peronismo que venga tenga “otras caras”

Original: Pagina 12

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