Páginas Sraffianas

23 ene 2012

El papel de la city



Por Pablo Bortz *
Los titulares económicos se enfocaron últimamente en Europa, pero pocos alertaron acerca de otras fragilidades del sistema financiero global. La crisis europea es apenas otra carta en un castillo de naipes: la caída de cualquiera puede provocar el colapso de toda la construcción, tal como hace tres años. Y la mayoría de las cartas en la base de este castillo están vinculadas con la desregulación financiera y la laxitud regulatoria. Los factores que causaron el colapso de 2008 siguen ahí. Y la atención se ha desviado hacia un centro que no había atraído las miradas en este esquema, hasta ahora: Londres. La permisividad regulatoria, la cooptación de los reguladores y la libertad de acción no existen en otro lado como en la City.
Un reciente estudio del FMI trata sobre ello, a través de un canal específico: una práctica llamada re-hipotecación. Un fondo toma un préstamo, compra unos activos que pueden ser usados como garantía para el préstamo, y el prestamista a su vez usa esa garantía para sacar otros préstamos y así sigue la cadena. Los préstamos son el lubricante del sistema financiero, y mientras estén regulados correctamente, y con una vigilancia efectiva, los problemas serían menores. Por ejemplo, normas sobre la cantidad de plata que se puede “re-hipotecar”, o distinguir entre la plata propia del fondo y la plata de los clientes. En el Reino Unido no existen tales regulaciones.
Así, muchos bancos y fondos ponen subsidiarias en Londres, transfieren dinero y activos desde Estados Unidos y pueden re-hipotecar sin límites. Y pueden usar para ello tanto el dinero tomado con deuda perteneciente al propio fondo como el de los inversores, ya que ahí no corre la separación de cuentas. Todo esto lleva a un incremento del “apalancamiento”: el sistema financiero británico debe el doble que el norteamericano en términos del PBI. El FMI estimó en 6 billones de dólares a fines de 2010 esta cadena de endeudamiento.
¿Cuáles son los peligros? ¿Cómo juega Europa en esto? En primer lugar, la calidad de los papeles que se compran con los préstamos y que son usados como garantía a lo largo de la cadena. Esos papeles son, entre otros, bonos de deuda europea. El Banco Central Europeo, al negarse a financiar a los gobiernos –algo que hicieron todos los bancos centrales desde su aparición con el Banco de Inglaterra—, ha deteriorado la calidad de esas deudas y bajado la cantidad de activos “seguros”, erosionando la calidad de las garantías y llevando a otro “momento Lehman”.
¿Por qué podría romperse la cadena? En Estados Unidos se aprobó una ley en 2005 (y hay leyes similares en otros países) que permite a los tenedores de esta clase de deudas y otros papeles, de acuerdo con las condiciones de los contratos, adueñarse de las garantías en caso de bancarrota del deudor, aun antes de que se liquiden los activos para pagarles a los inversores originales. Mejor apropiarse rápido del activo, evitando una pelea por los restos que queden, siendo que nadie está seguro acerca de la propiedad de las garantías y de la solvencia del deudor.
En 2011, el fondo MF Global, cuyo CEO era el ex gobernador de Nueva Jersey y ex ejecutivo de Goldman Sachs, Jon Corzine, fue a la quiebra, apostando plata de los inversores de su fondo de forma ilegal, y desapareciendo 1200 millones de dólares previo a la liquidación de los activos, que pertenecían, como dijimos, a los inversores. Parte de esa plata, 600 millones de dólares, apareció luego en JP Morgan, que le había prestado a MF Global. Apostar la plata de los inversores es legal en el Reino Unido.
Fue a partir de esto que se empezó a hablar del tema de la re–hipotecación, sin límites ni regulación. Y no es sólo esa práctica. La aseguradora AIG, que tuvo que ser rescatada por el gobierno norteamericano en 2008, vendió a través de su oficina en Londres 2,7 billones de dólares en seguros contra default, justo antes de la caída de la compañía, sin el más mínimo control de las autoridades londinenses. Y ya sabemos cómo terminó esa historia.
La desregulación del sistema financiero lo llevó a (otro) precipicio, y de nuevo será el Estado el que deba salvar a los bancos y fondos de pensiones. Pero esta vez no será tan fácil por la escala de la pirámide de endeudamiento, porque los Estados europeos ya están en dificultades y porque sería (deseamos) políticamente imposible que las poblaciones paguen las pérdidas de las apuestas de los especuladores financieros. Pero sin reestructuración de deudas (para bajar el nivel de apalancamiento del sistema), restricciones más estrictas para el rango de acción de las instituciones financieras y un control democrático de los centros financieros (en contraposición al actual control financiero de las democracias), el sistema será cada vez más vulnerable a los problemas que enfrente, y más dañinas sus explosiones.
* Economista - Universidad Tecnológica de Delf.

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