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11 nov 2010
Próxima reunión del G-20: Necesitamos un keynesianismo Global
Por Matías Vernengo
Las expectativas por la reunión de los líderes mundiales siendo enorme, pero cuando se reunían no alcanzaron un acuerdo sobre la guerra de divisas, los precios de los productos básicos o de estímulo de la demanda. Como debe quedar claro, no estoy haciendo una predicción acerca de la próxima reunión del G-20, pero estoy sólo recordando el fracaso de la Conferencia Económica de Londres, celebrada en el verano de 1933, en la cima de la Gran Depresión. Contrariamente a la sabiduría convencional, que sostiene que la conferencia fracasó porque fue incapaz de restablecer una credibilidad "Gold Standard", el error principal en Londres fue la incapacidad de proporcionar un marco para la expansión global, en parte como resultado de la incapacidad británica, y en parte como resultado de la falta de voluntad estadounidense como señaló Charles Kindleberger.
En ausencia de dicho marco, los países que aplicaron políticas keynesianas en el país fueron capaces de recuperarse más rápido. Esos países tendieron a deshacerse de las normas de austeridad del patrón oro y había una moneda más subvaluada. Pero la depreciación y los mercados de extranjeros no estaban en el centro de la recuperación. La política fiscal y los programas de empleo, y, por tanto, el mercado interno, son fundamentales.
Los ejemplos de las políticas de éxito en el mercado interno abundan. En América Latina, la recuperación fue posible en gran medida a causa de un cambio hacia los mercados internos, y un aumento en la producción manufacturera, la llamada industrialización por sustitución de importaciones. La depreciación fue más importante como una herramienta para proteger la producción nacional que como un instrumento para la recuperación de los mercados externos, que habían bajado de todos modos. En Alemania, la remilitarización era una parte importante del camino hacia la recuperación. En los EE.UU. los programas de empleo, en particular, el público y la Administración de Obras Civiles (PWA y CWA) y la disposición a aceptar déficits redujeron el nivel de desempleo del 25% en 1933 al 9% en 1936. No es el pleno empleo, pero no es un logro nada desdeñable tampoco.
Pero sigue siendo cierto que la recuperación sólo se convirtió en global, cuando, como ha señalado John Kenneth Galbraith: "Hitler, después de haber finalizado el paro en Alemania, había ido a ponerle fin al de sus enemigos." La lección parece ser que antes de tratar de solucionar el sistema monetario internacional, los países del G-20, y en particular, Europa Occidental y los EE.UU., deben ponerse de acuerdo para aplicar políticas fiscales más expansivas en casa. La reorganización del sistema monetario mundial en Bretton Woods, y los gastos militares de la guerra fría, entre otras cosas, permitieron la expansión sostenible después de la guerra, pero la expansión de la demanda interna y mundial, no esperó a una nueva arquitectura financiera, y no hay razón por la que deba hacerlo ahora. Si no, tendremos que esperar a que un evento externo reactive nuevamente a la economía mundial.
Original: Triple Crisis
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