El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

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17 jul 2017

En descomposición


Por Eduardo Crespo  *

La economía brasileña parece haber caído en un pozo del que no podrá salir. De 2011 a 2014 sufrió el impacto simultáneo de tres shocks económicos: 1) las exportaciones se paralizaron en paralelo al estancamiento del comercio internacional; 2) el consumo tendió a paralizarse debido a la menguante creación de empleos y al elevado endeudamiento de las familias a tasas de interés altas; 3) el gobierno del PT decidió aplicar una estrategia de desaceleración del gasto estatal -principalmente de la inversión pública- unida a reducciones impositivas a favor de las empresas. A este cuadro se le sumaron, a partir de 2013, dos shocks de naturaleza política aún más relevantes y de consecuencias devastadoras: 4) a partir de algunos reclamos sectoriales y coincidiendo con la organización de la Copa de las Confederaciones, de modo súbito comenzaron a aflorar manifestaciones masivas en todo el país orientadas por reclamos confusos y contradictorios, proceso que polarizó a la tradicionalmente despolitizada sociedad brasileña; 5) meses después comenzó a desplegarse la publicitada ‘Operación Lava Jato’ que investiga esquemas de corrupción, lavado de dinero y propinas. Una bomba que terminó por fracturar a la coalición gobernante y paralizó a la principal empresa del país, Petrobras, arrastrando consigo a casi todas las constructoras, como Odebretch. Ambos embates tuvieron todos los rasgos distintivos de la denominada guerra ‘hibrida’ o ‘cibernética’, ya observados en las ‘revoluciones de colores’ de la periferia rusa y en la ‘primavera árabe’, con activa participación de redes sociales, medios de comunicación, ONGs y trolls, probablemente apoyados desde el exterior.

La gota que colmó el vaso la lanzó el flamante gobierno reelecto de Dilma Rousseff. En 2014 la economía brasileña se estancó, circunstancia que se sumó a la voluntaria renuncia de impuestos para provocar por primera vez, desde que gobernaba el PT, déficit fiscal primario. Como respuesta la presidenta optó por el programa que defendían los derrotados en las elecciones, el poder financiero y la Federación de Industrias del Estado de San Pablo (FIESP): nombro un gabinete ultra conservador y aplicó un severo ajuste fiscal. Las consecuencias fueron las previsibles: la economía se derrumbó, el desempleo se disparó y la popularidad de la presidenta cayó a niveles mínimos. 

Esas condiciones sentaron las bases para el golpe parlamentario que se venía tramando desde las elecciones. La coalición que se apoderó de la presidencia, liderada por Michel Temer, busca escapar a las detenciones ordenadas por el Lava Jato. Como moneda de cambio ofrece a bancos internacionales, empresas y medios de comunicación, una amplia y generosa revancha de clases. A esto responde la enmienda constitucional que congela el gasto público por 20 años (a excepción de los pagos de intereses de la deuda), la reforma laboral, la promesa de privatizaciones y la propuesta para cambiar el sistema jubilatorio. Como es costumbre, estas medidas se imponen con el argumento de que detrás vienen la confianza y la lluvia de inversiones. Pero como los actuales niveles de producción son 9 por ciento inferiores a los de 2014, la capacidad ociosa sigue siendo muy elevada. Si a esto se agrega que la economía entró en deflación abierta (-0,23 por ciento), es de prever que las inversiones tendrán que esperar por mucho tiempo. En el ínterin el desempleo pasó de 4,8 por ciento en 2014 a un alarmante 13,3 por ciento, circunstancia que impide se recupere el consumo y que está provocando una emergencia social de consecuencias imprevisibles en materia de violencia y crimen organizado. La exportación es el único componente de la demanda agregada que muestra algún dinamismo, aunque es improbable que por esta vía aparezca la recuperación, teniendo en cuenta que el valor agregado exportado es reducido y que el comercio internacional no está creciendo a tasas elevadas. 

Debe notarse que este escenario se montó sin crisis en la balanza de pagos ni riesgos de devaluación. Brasil acumula 378 mil millones de reservas y el déficit de cuenta corriente se redujo a niveles irrisorios. El futuro de Brasil y la integración sudamericana dependen de factores políticos difíciles de prever. De confirmarse la judicialización de la política que le impide a Luiz Inácio Lula da Silva –primerísimo en toda encuesta de opinión– competir por la presidencia, Brasil se convertirá en una democracia donde los ‘ciudadanos’ sólo podrán votar por los candidatos elegidos por el poder económico.

* UFRJ (Universidad Federal do Río de Janeiro) y UNM (Universidad Nacional de Moreno).

Original: Pagina 12

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