El viejo Almacén. BsAs

Surplus Approach

“Es necesario volver a la economía política de los Fisiócratas, Smith, Ricardo y Marx. Y uno debe proceder en dos direcciones: i) purgar la teoría de todas las dificultades e incongruencias que los economistas clásicos (y Marx) no fueron capaces de superar, y, ii) seguir y desarrollar la relevante y verdadera teoría económica como se vino desarrollando desde “Petty, Cantillón, los Fisiócratas, Smith, Ricardo, Marx”. Este natural y consistente flujo de ideas ha sido repentinamente interrumpido y enterrado debajo de todo, invadido, sumergido y arrasado con la fuerza de una ola marina de economía marginal. Debe ser rescatada."
Luigi Pasinetti


ISSN 1853-0419

Entrada destacada

Teorías del valor y la distribución una comparacion entre clásicos y neoclásicos

Fabio PETRI   Esta obra, traducida por UNM Editora, ha sido originalmente editada en Italia con el título: “Teorie del valore e del...

30 jun 2013

Nuevo desarrollismo: completando el Consenso de Washington






Por Alejandro Fiorito


La correlación positiva entre las variaciones en el tipo de cambio real (Tc) y la generación de empleo, promoción de exportaciones y el crecimiento, goza de un amplio consenso en la profesión. En nuestra región una corriente “nuevo desarrollista” sostiene que un Tc real competitivo o subvaluado es causa sistemática de crecimiento y de subas de salario en el largo plazo. Sin embargo existen en sus canales de transmisión varios problemas teóricos y empíricos.

Se esgrime un “canal de intensidad laboral”, que consiste en la sustitución de capital por trabajo como resultado de una reducción en los salarios reales en dólares a causa de una devaluación, incentivando la contratación de una mayor cantidad de trabajo por el cambio de precios relativos. Sin embargo, lo cierto es que dada la estructura productiva, existe más complementariedad que sustituibilidad en la economía (“el capital no es gelatina”), por lo que ante cambios distributivos los empresarios se enfrentan a definidos coeficientes de producción que no se modifican ante cambios de costos salariales. Por ende, dado el producto, si caen los salarios reales, no se sigue que se contratará más personal que el necesario para producirlo. Esto último sólo sucedería si creciera la demanda de sus cantidades producidas y por ende el nivel de actividad. Podría esto tener solución, sin embargo, por medio de otro canal donde aseveran que la devaluación tiene también un efecto expansivo de la demanda.

En efecto, este otro canal puede describirse por medio de una devaluación inicial que reduce los salarios reales en el sector transable en relación con la productividad laboral, aumentando su rentabilidad sectorial. Si dicha nueva rentabilidad se puede mantener en el tiempo, bien con la suba de productividad de transables y/o limitando el crecimiento de los salarios reales, afirman que las exportaciones crecerán por encima de la merma del salario real y la demanda doméstica, haciendo crecer a toda la economía. Es esta una versión de crecimiento “tirado por ganancias” en bienes transables (concepto que confunde ganancias efectivas con normales), donde llegan a implicar la generación de inflación por “exceso de demanda”, por la que postulan su corrección por medio de una contracción fiscal para enfriar una macro “sobrecalentada”.

La Inelasticidad Precio de las exportaciones e importaciones

Pero la objeción fundamental a este segundo “canal macroeconómico” es que el comercio transable es inelástico a los cambios de Tc y en cambio responde muy bien a los cambios en el producto doméstico (impo) y mundial (expo).

En un trabajo (Fiorito, Guaita y Guaita, 2013) se muestra que este resultado no se cumple no sólo en la Argentina sino internacionalmente sumándose a una amplia evidencia en trabajos que muestran para México, Brasil y la Argentina que las cantidades transadas son inelásticas ante cambios en el Tc, por lo que una devaluación “exitosa” debería ser enorme para tener algún efecto en los montos comerciados, haciendo estragos en la demanda salarial doméstica y la distribución.

En efecto, allí se analiza el trabajo de Dani Rodrik (2008) -autor profusamente citado por los nuevos desarrollistas- donde muestra regresiones econométricas en datos de panel que supuestamente darían fe de la existencia de esta correlación positiva entre Tc y crecimiento para una gran cantidad de países tan disímiles como China, Alemania, Brasil y Uganda.

Usando sus mismos datos en series de tiempo para cada país -su extensión temporal así lo habilita-, se obtiene en casi todos los países analizados por el autor, resultados no significativos o irrelevantes. Por lo tanto la abundante evidencia de que las devaluaciones históricamente han sido recesivas en nuestro país, viene a confirmarse con este resultado y echando por tierra todo el argumento de esta línea de pensamiento.
Cabe agregar que las economías capitalistas no se encuentran ni tienden al pleno empleo de recursos, por lo que la inflación no tiene por causa un “exceso de demanda” sino que es normalmente impulsada por la suba de costos y puja distributiva que dispara la propia devaluación. Por lo que un ajuste fiscal como el que se propone para remediar el efecto repase, sólo hace más recesivo todo el cuadro macro al ser redundante con la devaluación inicial contractiva de la demanda agregada.

Para los “viejos desarrollistas” los instrumentos del desarrollo eran la sustitución de importaciones, la diversificación de exportaciones, las políticas de ingresos, etc. Consistiendo como lo denominara Ocampo, en un desarrollo liderado por la actividad del Estado. Para los “nuevos desarrollistas” todo pivotea alrededor del tipo de cambio…demasiados objetivos para una sola variable.

En los noventa, por el uso de un ancla cambiaria en numerosos países de la región, el decálogo neoliberal del Consenso de Washington sólo aplicó nueve de sus recomendaciones sin la décima: el “tipo de cambio competitivo”. Pareciera que el destino manifiesto del nuevo desarrollismo en la región, es completarlo.
(presentacion del trabajo)


 Original: Pagina 12

29 jun 2013

Condiciones Monetarias y Distribución del Ingreso


El pasado 19 de junio el economista Germán Feldman (UNQ – ISEN) presentó su trabajo -desde un enfoque clásico-keynesiano, sobre Condiciones Monetarias y Distribución del Ingreso en la sede capital de la UNSAM. Posteamos aca sus muy interesantes filminas.

24 jun 2013

Emisión e inflación


 Por Claudio Scaletta 

La inflación es un fenómeno muy simple en su manifestación: es el aumento de precios sostenido en el tiempo. Pero aunque el fenómeno sea simple, la explicación de sus causas no lo es. No porque demande abstracciones especiales, sino porque, como sucede a menudo en economía, las respuestas suelen estar cargadas de ideología.

La explicación más vulgar de la inflación es la que sostiene la dependencia entre cantidad de dinero y cantidad de producto. Si la cantidad de dinero aumenta más que el producto, la simple ley de la oferta y la demanda determinará que los precios aumenten para alcanzar un nuevo equilibrio. Es la “teoría” de que “la emisión genera inflación”. Esta explicación, sencilla y asequible para cualquier no iniciado, adolece de algunas limitaciones fuertes.

Para empezar, asume la idea de que las “autoridades monetarias”, las bancas centrales, realmente tienen el poder real para determinar la cantidad de dinero, una concepción que revela desconocimiento sobre cómo y quiénes son los que realmente generan y multiplican los medios de pago en cualquier economía: es decir, no las bancas centrales, sino el sistema bancario a través de la multiplicación de los agregados monetarios y los créditos. (Al respecto resulta muy ilustrativa esta exposición. Lo que sí pueden controlar las bancas centrales es otra cosa: la tasa de interés.

La segunda limitación de la teoría de la emisión reside en el mecanismo de transmisión de la mayor cantidad de dinero a mayores precios: en el momento 1 el Banco Central imprime billetes que, en el momento 2, se difunden en la economía y llegan a manos de los consumidores quienes, en el momento 3, demandan más mercancías con ese dinero. Los productores y comercializadores, advirtiendo esta mayor demanda, aprovecharían para, en el momento 4, aumentar los precios. Se trata de un proceso de “inflación de demanda”. El problema, otra vez, es que no es así como ocurren las cosas. Empezando por la secuencia de los momentos. Si se siguen los procesos de emisión monetaria en la economía local de los últimos años, se encontrará que se trata de fenómenos ex post, no ex ante, la emisión se realiza porque existe inflación y no al revés. Si no se aumentase la cantidad de dinero en medio de procesos inflacionarios, se provocaría una restricción de las transacciones que frenaría la economía, proceso catastrófico si coincide con etapas descendentes del ciclo económico. En la última década, además, ni siquiera hubo nada parecido a “monetizaciones de déficit”.

Vale destacar que una de las formas particulares de la inflación de demanda es la “inflación oligopólica”, la que se concentraría en el momento 4, y según la cual los actores con posición dominante en el mercado no solo generarían un precio oligopólico, sino que lo aumentarían permanentemente, aumentos sucesivamente convalidados por la demanda de una economía en crecimiento. Aquí aparece una inconsistencia en el discurso oficial. El mismo gobierno que, correctamente, rechaza que la emisión genere inflación, es decir la ideología ortodoxa de la inflación de demanda, acepta la idea de la inflación oligopólica y, con ello, justifica políticas como las de los militantes controlando en los supermercados canastas parciales de precios.
Un dato de color es que las exportaciones también son un componente de la demanda. Sin embargo, nunca se escuchó a ningún economista ortodoxo hablar del carácter inflacionario de un aumento de las ventas al exterior.

Existe una tercera limitación de la inflación de demanda vinculada con dos aspectos relacionados: el comportamiento empresario y la limitación de factores de producción. La lógica de crecimiento de cualquier empresa es aumentar su producción, la única forma genuina de crecer. Eso no quita que el empresario individual intente mejorar su ecuación económica bajando costos o aumentando precios finales. Pero el comportamiento promedio frente a aumentos de la demanda es aumentar la producción, no los precios. El empresario sólo podría aumentar precios frente a sus competidores si existiesen “cuellos de botella”, es decir, escasez de factores. Pero salvo algún mercado específico, lo que no sería motivo de inflación, no es el caso de la economía argentina actual, en la que todavía existe desempleo y capacidad instalada ociosa en la industria.

Criticar en general la inflación de demanda supone que las causas reales de los aumentos sostenidos de precios están en otra parte, del lado de la oferta. La inflación sería así un fenómeno que ocurre en el momento de la producción. Su causa principal es la puja distributiva, la que se incrementa en períodos de crecimiento del Producto en los que disminuye el desempleo, situación que aumenta el poder de negociación de los trabajadores. La inflación de oferta es entonces una inflación de costos. Desde la perspectiva de la empresa, además del costo laboral, existen los de los insumos. Así, la explicación del derrame interno de la inflación internacional es una de las formas particulares de la “inflación de oferta”.
Hasta aquí el diagnóstico. Pero ¿es la inflación un problema? Depende de los objetivos de política. Puede ser un problema cuando provoca transferencias de ingresos, como la disminución del consumo de los asalariados, o afecta variables clave del crecimiento, como la inversión. Otra vez, no es por ahora el caso de la economía local.

Lo expuesto no significa que la inflación no importe, sino destacar que el diagnóstico correcto es el único que lleva a las políticas correctas. Si la inflación es de oferta, significa que las claves para superarla residen en el aumento de la productividad y el control de la puja distributiva. En segundo lugar, la actual administración necesita asumir que el desarrollo no será nunca obra del mercado. Como lo muestran las cuentas externas, ya no alcanza con la idea progresista de que todo se resuelve con mejoras relativas en la distribución del ingreso, las que luego empujan la demanda y con ello el crecimiento. Es tiempo de una etapa superior.

Original: Pagina 12. Cash

4 jun 2013

Tipo de cambio, crecimiento y econometría: ¿una llave mágica para abrir las puertas del desarrollo?



 por Alejandro Fiorito, Nahuel y Silvio Guaita




Un post reciente de Eduardo Levy Yeyati da por descontado que “el dólar alto es expansivo (facilita exportaciones, sustituye importaciones, genera empleo) a cambio de reducir costos (incluyendo, aunque no exclusivamente, el salario). Y viceversa: el dólar bajo genera salarios altos en dólares, y desempleo”. Sin embargo, al margen de otras discusiones sobre política económica y del marco analítico general en el cual se plantea esa afirmación, ¿es así? ¿Se puede decir tan rápido que un dólar alto es expansivo?
Al respecto, existe una suerte de sentido común que afirma (sin necesidad de mayores detalles) que un tipo de cambio alto o competitivo genera, por variados canales, crecimiento del producto, aumento del empleo y desarrollo. Este punto es el núcleo propositivo principal de la corriente “neo-desarrollista” con base en trabajos de Carlos Bresser Pereira en Brasil y Roberto Frenkel en Argentina.
En los trabajos de estos autores una de las referencias empíricas principales son los trabajos del economista Dani Rodrik al que muchos consideran heterodoxo, a pesar de sus definiciones sobre el tema: “Neoclassical economics teaches you how to think, not what to think”. (ACA)
Tomando como referencia el trabajo de Rodrik sobre tipo de cambio y crecimiento de 2008 ACA,  en un trabajo conjunto con Nahuel y Silvio Guaita  (ACA) nos hemos focalizado en examinar sus resultados, utilizando sus mismos datos y tratando de averiguar qué tan robustos son realmente.
Y en ese punto la evidencia es muy clara: no hemos encontrado para nuestro país ninguna evidencia de una elasticidad precio de las exportaciones e importaciones, y por tanto llama la atención el consenso reinante en torno al tema. ¿Cómo son posibles semejantes diferencias? ¿Será la Argentina un país tan excepcional que requiera una teoría aparte? ¿O el vínculo proclamado entre tipo de cambio y crecimiento dista mucho de ser robusto?
Rodrik (2008) argumenta que de modo análogo a que una apreciación de la moneda daña el crecimiento, una devaluación lo facilita. Este vínculo se afirma mostrando que, para un conjunto de países, los períodos de alto crecimiento del producto estarían correlacionados con devaluaciones en el valor de la moneda.
Si bien no se brindan justificaciones teóricas para realizar estas afirmaciones, sì se menciona que, desde un punto de vista empírico, la relación entre devaluación y crecimiento es positiva. Asimismo, se señala que la influencia positiva del tipo de cambio competitivo sobre el crecimiento sería estadísticamente significativa para los países pobres, y no en cambio para los países ricos, como si se tratara de un estadio temporal de aquellos países en su marcha hacia el desarrollo.
La metodología seguida por Rodrik consiste en construir un índice para medir la tasa de devaluación de la moneda de cada país a través del tiempo, utilizando datos del nivel de precios de la Penn World Table. En particular, elabora una tasa de cambio real ajustada por el efecto Balassa-Samuelson (coeficiente β en tabla). Es decir, captura los precios relativos entre bienes transables y no transables, teniendo en cuenta que cuando un país se vuelve más rico, los precios relativos de los bienes no transables tienden a aumentar por aumentos de costos (para la presentación formal ver ACA en Revista Circus N° 5).
Hecho esto, Rodrik opta por realizar una estimación mediante la técnica de datos de panel con efectos fijos, comprobando una correlación positiva (coeficiente δ>0 en la tabla) entre tipo de cambio devaluado y crecimiento para los países en desarrollo (algo que no se comprueba para las naciones desarrolladas). 


Series de Tiempo versus datos en panel.
En nuestro trabajo, en cambio, realizamos una estimación de los efectos de una devaluación de la moneda sobre el crecimiento utilizando series temporales en vez de datos de panel. Es claro que Rodrik está considerando las ventajas de eficiencia de la estimación al tomar datos de panel, al tener en cuenta no sólo la variación temporal de los datos si no también su variación transversal o entre países.
No obstante, el trabajo de Rodrik depende de dos supuestos fundamentales:
1- El modelo lineal subyacente es el mismo para todos los individuos y períodos;
2-La dimensión de la muestra N (en este caso países) es mayor en términos relativos a la dimensión temporal T = 1 ….n;
Encontramos que el supuesto 1 es heroico, en tanto este supuesto de homogeneidad es poco realista dado la existencia de poblaciones heterogéneas (vg. infraestructura, inversión pública, nivel salarial y desarrollo tecnológico, entre otros). Por ende, no siempre es posible agregar información temporal ya que las observaciones adicionales que se pueden obtener pertenecen muchas veces a poblaciones heterogéneas.
Para lograr el cumplimiento de la condición 2, Rodrik construye arbitrariamente submuestras de 5 años, para que el número de países resulte mayor que el número de datos temporales (años). Pero el supuesto 2 no es necesario, ya que disponen de series largas para cada país sin la necesidad de acortar la dimensión temporal construyendo ventanas cada cinco años como hace Rodrik.
En nuestro trabajo, esgrimimos dos puntos críticos a favor del uso de series de tiempo:
1- no es nuestro objetivo la eficiencia de los estimadores, sino la significatividad y signo del coeficiente δ.
2-dado que se tienen series de datos relativamente largas de la Penn World Table (existen datos a partir de 1950 para la mayoría de los países), no existen razones para descartar la metodología de series temporales.
Por ende, un análisis de series de tiempo para cada país en particular redunda en una estimación más precisa, porque de esta forma se considera adecuadamente la heterogeneidad entre países y se utilizan todas las observaciones disponibles, sin necesidad de realizar recortes arbitrarios en la dimensión temporal (es decir, podemos estimar N modelos de series de tiempo). 





La novedad es que, utilizando esta metodología (de uso habitual en econometría) obtuvimos resultados negativos allí donde Rodrik obtiene significatividad para los países bajo análisis (Brasil, Corea del Sur, India, México, Taiwán, Tanzania y Uganda). Además decidimos añadir Argentina, Alemania y Venezuela (ver Cuadro).
A continuación se exponen los resultados obtenidos, siguiendo los tres pasos de estimación de Rodrik, pero utilizando series de tiempo en vez de datos de panel (los coeficientes en verde son significativos).
En primer lugar, de los 11 países de la muestra, solamente Alemania registra un coeficiente δ que es positivo y estadísticamente significativo al mismo tiempo. Es decir, en ningún caso se verificó una correlación positiva entre devaluación y crecimiento, excepto en Alemania (un país desarrollado).
El resultado obtenido para Alemania contradice los resultados logrados por Rodrik, ya que, según el autor, dicho coeficiente no es estadísticamente distinto de cero para los países desarrollados o con un ingreso superior a 19.635 dólares. Dado que Alemania supera dicho ingreso, debería encontrarse un coeficiente igual a cero o no significativo.
En segundo lugar el coeficiente β representativo del efecto Balassa-Samuelson es positivo a excepción de Tanzania y Uganda, pero solamente en el primero es estadísticamente significativo al 5% (o sea, solamente para Tanzania no se detecta dicho efecto). En resumen, obtenemos el mismo resultado que el trabajo de Rodrik, ya que en la mayor parte de los casos estudiados, al aumentar el PBI per cápita la moneda tiende a apreciarse.
En tercer lugar, nuestros resultados basados en series de tiempo registran una coincidencia parcial con el trabajo de Rodrik solo para el caso de México (donde una devaluación no tiene un impacto positivo sobre el crecimiento).
Pareciera que los resultados obtenidos por Rodrik, dependen de la ventana temporal elegida para realizar la estimación (promedio de datos cada cinco años) y de la arbitraria selección de países que utiliza para realizar las estimaciones. No parece un método muy robusto para desprender conclusiones tajantes y constituir, sobre tal base, una suerte de llave mágica que abra las puertas del ansiado camino al desarrollo. 
(presentacion del trabajo)